Capítulo 28

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Llegamos a la casa al anochecer, me sorprendí por el silencio tan acogedor a nuestro alrededor.

William se agachó y levantó una maceta del suelo, sacando una llave polvorienta y sucia.

—Harry y yo solíamos venir con mamá a veces, ella vivía aquí antes de conocer a papá. —me explicó mientras abría la puerta.

La casa estaba desierta y olía a cerrado, todo parecía antiguo y estaba llena de polvo.


—Bueno, para llevar 10 años cerrada está bien... —William escaneó la casa con una pequeña sonrisa.


—Mañana tendremos que limpiar, e ir a comprar comida, seguramente el agua caliente no funcione y... —William me interrumpió capturando mis labios con los suyos.


Entrelazó sus manos en mi nuca, y abrió su boca sobre la mía dejando paso a su lengua.


—¿Sabes lo que si se que funciona perfectamente? La cama. —se separó con una respiración pesada, y acarició mi labio inferior.



—William, ¿en serio? —incliné la cabeza con reproché, sin creerme que después de todo el lío en el que estábamos metidos, el seguía sorprendiéndome.



—¿Qué? Uno tiene sus prioridades, princesa. —intentó besarme otra vez, y yo eché la cabeza hacia tras con una sonrisa.



—Está noche no, así que ve relajándote. —dí un paso hacia tras y miré las escaleras, con curiosidad de saber cómo era la planta de arriba.



—A mi puedes relajarme todo lo que quieras, preciosa. Pero a él no. —me giré confundida y rápidamente visualicé el gran bulto en sus pantalones ocasionado que me sonrojé de inmediato.


—¡William! —aparté la mirada avergonzada, y traté de enfocarme en cualquier cosa que no fuese el.



—¡Vale, vale! Tranquila... —detuvo una risa en sus labios. —¿Tienes hambre?




Una hora más tarde estábamos sentados en el sofá, con una caja de pizza a medias en la mesa. William fue a por la cena mientras yo preparaba al menos un cuarto en el que dormir esa noche.



—..Y por eso no me gusta la pizza con piña. —concluí después de enumerarle unas cuantas razones.



—Eres una rarita, ¡te encanta la piña! Te vi atiborrando una con Harry en tu primer mes en el castillo. —rodó los ojos mientras se llevaba la pizza a la boca.



—¡Claro que me gusta la piña! Pero aparte, mezclar la pizza con algo como la piña se puede considerar un crimen de donde yo vengo.


—Oh, ¿así que en en Irlanda tenéis todos un terrible gusto culinario? —me preguntó con una sonrisa divertida.


—¿Quieres que hablemos de malos gustos, señor "no me voy a enamorar porque soy un malote"? Ni que fueras Hardin Scott... —reí y el alzo las cejas confundido.



—¿Quién es Hardin no se qué? —preguntó celoso a lo que reí abiertamente, dejando que una lágrima se que escapase por el ojo.



—Nadie cariño... —hablé con dificultad, intentando respirar después de mi ataque de risa.




—¿Te hace gracia? —preguntó y dejó su trozo de pizza en la caja para encararme.



—¿Qué haces?



𝑬𝒓𝒆𝒔 𝒎í𝒂, 𝒑𝒓𝒊𝒏𝒄𝒆𝒔𝒂  ➤William y tu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora