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Gemini había vivido tal vez el mejor fin de semana de su vida entera. Era ya domingo por la tarde y se encontraba aún tirado en la larga y para nada incómoda cama. A pesar del caliente clima de la ciudad, el pelinegro se encontraba cubierto por las acolchonadas sábanas rellenas de plumas debido al aire acondicionado que llevaba encendido ya varias horas. Su rostro se encontraba adornado de una muy grande sonrisa y pequeños suspiros de felicidad salían de su boca, pues la estaba pasando de maravilla.

No tenía idea alguna del paradero de su celular pero se limitaba a pensar que se encontraba en algún lado del lujoso departamento, al igual que el resto de sus prendas.

Estar en esa posición le había costado, claro que lo había hecho; pero ahora entendía lo real que era el dicho de "el que persevera alcanza." No solo había conseguido estar con el hermoso chico de la fiesta a la que asistió con su mejor amiga después de tanta insistencia, si no que también terminó por descubrir la increíble condición económica en la que el sujeto se encontraba. Además, luego de convivir aquellos días juntos, amó cada detalle de la personalidad del chico. Amaba que tuviera dinero, pero también lo servicial que era. Ahora mismo sonreía ya que el dueño de sus pensamientos se encontraba en la cocina, preparando algo de comer para él.

Premios y más premios.

Salió de su ensoñación cuando escuchó un tímido golpe en la puerta de la habitación. Apresurado, se levantó de la cama para luego dirigirse a esta. Una vez la abrió, se encontró con su lindo compañero con las manos llenas de lo que se veía era comida recién preparada.

— Déjame ayudarte. — dijo Gemini muy educadamente.

— Gracias. — sonrojado, el chico en frente respondió.

Comieron en la mesita que se encontraba al pie de la cama y bastante sorprendido por las habilidades culinarias de su nuevo compañero, Gemini expresó eufóricamente lo agradecido que estaba.

Terminaron de comer después de un rato, en medio de risas, coqueteos y miradas. El pelinegro supo que era hora de irse cuando el reloj marcó las cinco en punto de la tarde y por ello se levantó de la mesita agradeciendo una vez más la comida y besó escuetamente los labios del chico.

Cuando ambos volvieron a sumergirse en su burbuja de amor, el celular de último modelo de su compañero vibró. Pararon y el humor de ambos cambió por completo.

— Creo que tienes que irte, pasarán a recogerme pronto. — apenado, el dueño del departamento habló.

— Si, ya es tarde. No olvides escribirme, cuando quieras vendré a buscarte. — Gemini risueño dijo, para luego continuar — Voy a estar esperando tu mensaje. Si no, encontraré la manera de escribirte primero.

— ¡No! No me escribas por favor, yo veré la manera de contactarte — alarmado, el chico respondió — Mi novio revisa mi celular a veces. Me meterás en problemas.

— No te prometo nada, si no me escribes pronto buscaré como encontrarte — Gemini agarró al chico por su mejilla y mirándolo directo a los ojos, exclamó — No soy celoso pero tampoco paciente.

— Gem... — Susurró el más bajo con súplica.

— Fourth...— Burlándose, el pelinegro lo imitó.

No pasó mucho tiempo para que el nombrado empezara a reírse. Le dió un pequeño pico en los labios y empezó a ayudar a Gemini a buscar su celular y ropa faltante.

★ ; misión: detengan esa boda (pondphuwin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora