°Como NO jugar a las escondidas en una preparatoria embrujada°

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(Parte cuatro)

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Las almas gemelas jamás fallan, eso era algo que siempre le habían dicho sus padres.

Las almas viven vida tras vida buscando a su compañero, desvaneciéndose de a poco entre más tiempo viven, pero su amor incrementándose ante el miedo de desaparecer y no volverse a encontrar. Las almas gemelas están destinadas a encontrarse y amarse sin importar el qué. A veces no tienen tiempo para encontrarse, a veces la distancia les impide verse, muy pocas veces las edades eran... Verdaderamente un gran problema. A veces simplemente había ciertas circunstancias que les prohibían estar juntos... Pero eso no importaba, porque siempre tenían otra vida para volver a intentarlo. Por lo tanto no hay manera alguna de que algo tan puro como el amor de un alma se equivocara...

Porque no había nada más mágico y perfecto que coincidir con alguien cerca tuyo, en el tiempo perfecto y en la etapa de vida adecuada.

Y por eso los que se equivocaban eran los humanos.

Errar es de humanos, era algo natural. Equivocarse para luego aprender de sus fallos y seguir adelante era algo con lo que vivían constantemente, a veces sin aceptar sus errores, a veces hundiéndose en la miseria al no aprender de ellos. Pero en temas de destinados siempre se equivocaban. Las personas podían llegar a rechazar a sus almas gemelas por algún aspecto superficial, ya sea su apariencia física, su clase social o su religión, o en el peor de los casos había alguien externo que no los querían ver juntos. Tal vez, cuando están juntas, alguna discusión estúpida los llega a separar... O no se aceptaban por el sexo o género de su destinado. Las almas no decidían en qué cuerpo nacer o en qué familia hacerlo, igual que el propio humano, y ese es el motivo por el cual corazón y cerebro siempre discuten cuando se encuentra a esa persona.

Por eso las almas ruegan al destino para que las unan, pidiendo poder volver a encontrarse para así retomar su danza sobre aquella línea de eternidad que algún día las mataría.

Porque las almas jamás se equivocan... Pero él, como humano, ya se había equivocado.

Se había enamorado perdidamente de alguien... que ya tenía un alma gemela.

Estar junto con Takase, a oscuras y a solas, los dos muy cerca porque el maldito gorila no parecía conocer el concepto de espacio personal y con total privacidad, solo hacía que la maldita voz del diablillo en su hombro (Que tenía una extraña similitud con Onagawa) se intensificara entre más tiempo pasaba, gritándole continuamente al oído lo que se prometió jamás hacer:

"¡Confiésate!"

No comprendía cómo demonios había sucedido. Antes era un imbécil, un idiota, un simio que solo babeaba por manzanas y que no piensa en nadie más que en sí mismo... Y ahora era alguien que lograba hacerlo suspirar con solamente hacer nada. Era alguien increíble, dedicado y terriblemente apuesto. Su personalidad de gorila manzanero, reservado y amargado, se había convertido en uno de sus encantos (No sabía cómo eso podía ser posible). Su terquedad, necedad, estupidez; sus fallos, su poco tacto con las palabras, su rudeza; todo eso y más, cosas que le lograban sacar de quicio en un inicio... Solo se habían convertido en otro motivo en su lista para adorarlo. Incluso sus estúpidas cejas.

Se había entusiasmado ante la idea de encontrar a su alma gemela, se había desanimado al percatarse de que no tenía ni la más remota idea de quien era, y finalmente se resignó a que su alma gemela tendría que dar el primer paso o que el universo tendría que volver a hacer algo. Pero ahora estaba aquí, con un corazón que aceleraba su pulso siempre que veía manzanas y recordaba a cierto idiota, sintiendo cosquillas en su estómago siempre que se encontraba con cierto idiota, e imaginando un futuro imposible al lado de cierto idiota. Si lo pensaba bien, el idiota aquí era él, porque terminó enamorado de alguien que jamás le correspondería...

El color de tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora