Nueve

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"El instante desapareció, tan rápido como había llegado"

Había pasado una semana desde el detonante para darme cuenta de la clase de persona que era Eren, aunque faltaban solo dos días para mi cumpleaños número 19; no se sentía distinto. La emoción no era la misma, mis expectativas eran bajas, incluso Jean quería celebrarlo pero yo decidí declinar la invitación. No estaba de humor, aunque papá estuviera en casa, por más que Porco me demostrara de una y mil maneras que yo era a quien él quería. Sentía como si algo de mi muriera, como si me estuviera quemando por dentro. Me encontraba en mi habitación, viéndome directamente al espejo. Podía ver el reflejo de lo que era hoy, pero también de lo que fui hace mucho tiempo. Incluso de lo que podía llegar a ser. Las lagrimas fluían en cima de mi mejilla que aún permanecía con pequeños moretones, deslizándose tal cual como mis ilusiones sobre la persona que Eren ya no era. O nunca fue. Tal vez todo fue mi culpa, por idealizarlo, por pensar una y otra vez que el era capaz de cambiar por mi. Que yo era capaz de cambiarlo. <<Soy una tonta>> pensé.

Creer que puedes cambiar a alguien es como verse en un vidrio empañado. Solo viendo una luz que te servirá de guía, pero en realidad no sabes al abismo que te puede esta en llevando. Ver en los ojos de Eren un destello de lo que podría ser, eso; eso fue lo que más me jodió. Y maldije, maldije porque creer en el tantas veces. El cambio podía verse como un susurro de la brisa, como el río que envuelve a las rocas en el, con la fe de que el tiempo es un escultor paciente. Pero otras veces, era esa brisa fría que te pega en contra y hace volar todas tus ilusiones, esa corriente adversa y fuerte de los caudales de un río rebelde; muchas veces el tiempo no era un escultor. El tiempo era esa estatua derrumbada por tanto esperar. Esa estatua era yo. Incluso, teniendo a Porco a mi lado, podía verlo a él. En el fondo de mi mente, tal como un presagio de mala suerte y un miedo inquebrantable. irrompible, como pensé que serían mis sentimientos por el ojiverde; cuando en realidad, todo este tiempo fue solo una vil mentira. Solo me enamoré de la parte de el, que él mismo dejó que yo viera. En ese momento me dolió demasiado el hecho de creer que no podría enamorarme de él chico que me estaba ofreciendo mar y tierra.

Me senté cabizbaja de nuevo en mi cama, incluso leer se estaba volviendo un hábito pesado. Cada frase que leía, me hacía recordar a él. En todos los protagonistas podía ver sus ojos esmeraldas. Esos ojos verdes me atrapaban; eran como un par de esmeraldas brillando bajo la luz del sol, llenos de vida. Cada vez que los miraba sentía un cosquilleo en el estómago, como el mundo se paraliza por un instante. Esos ojos reflejaban risas compartidas, secretos susurrados y momentos sacados de un sueño. En ellos veía la promesa de un amor vibrante y apasionado. Pero al mismo tiempo, hay otros ojos que me llaman a la distancia. Ojos grises, profundos como el océano en calma, que esconde historias y anhelos. Con cada mirada me da esa paz que jamás pensé necesitar, pero a la vez esa incertidumbre que no te deja descansar. A veces me pierdo en ellos, preguntándome si es posible querer algo tan diferente al mismo tiempo. Fue un tira y afloja entre la emoción abrumadora de lo nuevo y la tranquilidad de lo familiar. Y allí me respondí yo misma mi pregunta; si, si era posible desear dos cosas tan distintas al mismo tiempo. Solo había que soltar una, y fue lo que hice.

Mi teléfono vibro en ese ambiente tan hostil que había creado yo misma, dándole mil y un vueltas a todos los asuntos.

— Faltan oficialmente dos semanas para el baile. ¡Dos semanas! — dijo la rubia en el otro lado de la línea telefónica.

— ¿Y ya tienes pareja? — le cuestione mientras me recostaba. En realidad yo no tenía, ni siquiera había indicios de que sería así. Tal vez Porco ya de habrá aburrido de mi.

— Mmjum. — carraspeó su garganta. Sonaba como si se estuviera moviendo de lugar. — ¿Acaso Jean no te dijo que me invitó? Por Dios es un completo idiota, aunque no me convence ir con el. Solo será para complacer a mi madre. — me dijo en un susurro, estoy segura que estaba dentro de algún armario. Yo reí un poco, me hacía gracia ver a mi hermano con Historia. Sabiendo las preferencias de ella.

𝐓𝐡𝐞 𝐥𝐚𝐬𝐭 𝐬𝐮𝐦𝐦𝐞𝐫 -Porco Galliard Donde viven las historias. Descúbrelo ahora