Capitulo 5:

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El policía que había llamado sobre el avistamiento de Wonka y Zack se había retirado del lugar en cuanto el jefe de policía y Fickelgrubr habían llegado. Ambos salieron del carro. Antes de que ambos hombres se acercaran a ellos, rápidamente Wonka soltó a Zack y le dio la leche de jirafa a Noodle.

—Ve, mejor corre, Noddle—dijo Wonka apresuradamente, mientras le entregaba la jarra que contenía la leche. 

—Pero, Willy...—

—No te preocupes por nosotros, Noddle, nos vemos en el carrito—susurro Wonka lo último.

Noodle miró preocupada a Zack, quien le devolvió una mirada tranquilizadora para que pensara que todo estaría bien. Al verlo, Noodle se alejó rápidamente de allí antes de que los hombres se acercaran aún más. Wonka, arreglando su saco y sosteniendo su bastón, se dirigió hacia ambos hombres con una gran sonrisa amistosa. Zack, sin embargo, presentía que algo malo estaba a punto de suceder, y lamentablemente, no se equivocó.

—Oigan, señores, si esto es por Abigaíl... —comenzó a decir Wonka, pensado que el policía estaba ahi por haber irrumpido el Zoológico.

Pero antes de que Wonka pudiera continuar con sus palabras, el policía se abalanzó sobre él. Estaba decidido a cumplir con su deber y golpearlo como una advertencia. Zack, al ver las acciones del oficial, corrió rápidamente hacia ellos para ayudar a Wonka y separarlos. Sin embargo, nunca imaginó que alguien más se interpondría. Fickelgruber se acercó al policía y colocó su bastón en el pecho del oficial, una señal clara de que debía detenerse. El jefe de policía captó rápidamente la situación y soltó a Wonka, dejando tanto a Zack como a Wonka sorprendidos.

Los ojos de Fickelgruber se clavaron en Zack con un repudio visceral al verlo tan cerca de su rival. Odiaba la mera idea de que Zack compartiera espacio con otro ser humano que no fuera él. Desde el primer día en que lo había visto, Zack le pertenecía. Era como si su destino estuviera sellado por un invisible lazo, y Fickelgruber no estaba dispuesto a cederlo.

Cuando su gran amigo Protnose le contó lo que había presenciado aquella tarde, durante la intensa nevada, Fickelgruber no quiso creerlo del todo. Su amado esposo, cuando salía solo de la mansión, siempre se quedaba sentado en los viejos columpios cercanos. ¿Qué demonios hacía Zack con ese tal Wonka a esas horas? La sorpresa lo embargó cuando fue a buscarlo y no lo encontró allí. La desesperación por hallar a Zack creció hasta límites insospechados. Llamó al jefe de policía y le exigió que lo buscara de inmediato, pero mientras avanzaba la noche, la posibilidad de encontrarlo se volvía más remota.

En su mente, Fickelgruber imaginó que Zack escaparía de él, que anhelaba alejarse. ¿Acaso no era suficiente todo el dinero y poder que le ofrecía? Pero no, no podía ser cierto. Zack era suyo, el anillo en su dedo lo afirmaba, y su riqueza y posición eran más que suficientes para retenerlo. Sin embargo, cuando recibieron la llamada de que lo habían encontrado, junto a Wonka, la confusión y las dudas se apoderaron de Fickelgruber. El jefe de policía manejó hacia la dirección proporcionada por el oficial, y la tensión en el aire era palpable.

Nadie se movía. Wonka yacía en el suelo, víctima de la fuerza con la que el jefe de policía lo había soltado. Zack permanecía junto a él, indeciso sobre si debía ayudarlo a levantarse. El terror que sentía hacia su esposo era paralizante. ¿Qué consecuencias tendría si se atrevía a socorrer a Wonka? Mientras tanto, el jefe de policía, como si nada hubiera ocurrido, sacó una barra de chocolate de su bolsillo y comenzó a comerla.

Fickelgruber, en apariencia calmado, dio un paso hacia adelante. Sus ojos, sin embargo, ardían con celos enfermizos. La necesidad de tenerlo cerca, de proteger su posesión, lo dominaba. 

Better Than Chocolate || Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora