Su primera vida terminó como una burbuja que revienta en el medio del aire, de manera inevitable y pomposa.
Para Erynn sin previo aviso, tan repentina que fue imposible estabilizarse después de aquello. Pero para cualquiera habría sido tan evidente que era doloroso el imaginar lo que pensaban de él.
Un tonto.
Un crédulo.
Un pobre omega en desgracia, tan ciego de amor que daba pena.
Pero las pistas estuvieron siempre ahí. Solo había que mirar mejor, solo había que ser más desconfiado y eso era algo que no estaba en la naturaleza de Erynn, después de todo había nacido en una familia acomodada y tuvo un abuelo protector que fungió como padre y madre para él y Kory.
Ah, si solo hubiera mirado mejor.
A los doce años lo comprometieron con Sekvan en una fiesta que fue elegante y opulenta pues reunió a las altas esferas de los negocios pioneros del sector tecnológico de la ciudad. El compromiso había estado planificado desde antes de que si quiera naciera.
Las familias de Sekvan y la suya eran socias en RCA desde su fundación, los abuelos y luego los hijos de estos, eran amigos de toda la vida. Cuando ambos alfas se comprometieron con sus omegas quienes resultaron embarazadas al mismo tiempo, fue inevitable pactar que ambos hijos se comprometerían apenas nacer.
Era un pacto comercial, pero también un vínculo sanguíneo para afianzar RCA.
Sekvan nació un par de meses antes. Luego Kory. Ambas parejas pensaron que Kory era evidentemente un omega y ya celebraban sobre el asunto cuando a los tres años las pruebas fueron contundentes, su hermano era un alfa.
Con eso el compromiso ni siquiera llegó a anunciarse.
Por tanto tuvieron que esperar al segundo hijo, es decir a Erynn quien llegó con una diferencia de cinco años y esta vez esperaron hasta los doce años cuando las pruebas confirmaron con seguridad que sí era un omega.
Puede decirse que Erynn nació para ser de Sekvan y jamás cuestionó esa verdad irrefutable.
Nunca miró a otros alfas.
Nunca dudó de que para Sekvan era igual.
Ni siquiera cuando Rives apareció con ese encanto natural que le sacaba de orbita, se permitió albergar dudas del vínculo que todos decían que tenía con Sekvan.
Fue tonto... tan tonto.
Las pistas estaban ahí probablemente desde el inicio, pero el momento que fue más evidente fue el día de su boda.
Erynn respiró profundamente mientras se miraba en el espejo del pequeño cuarto donde se estaba preparando para la ceremonia. Todo estaba en su lugar: el traje blanco perfectamente ajustado, el cabello cuidadosamente peinado, y la sonrisa nerviosa pero emocionada que adornaba su rostro.
Era el día que había estado esperando, el día en que finalmente se uniría a Sekvan para siempre. Sin embargo, debajo de esa felicidad superficial, había una ligera punzada de inquietud que no había podido sacudirse.
La boda. Los hijos. Delegar su trabajo en RCA a Sekvan. ¿Luego qué?
Si esta era la meta ¿Qué venía después?
La puerta del cuarto se abrió y Kory entró sin golpear, como si el hecho de que estuvieran a solo minutos de la ceremonia le diera licencia para actuar con total familiaridad. Llevaba puesto su propio traje, un conjunto azul acero que resaltaba sus ojos verdes, impecable como siempre, pero había algo en su expresión que hizo que Erynn se sintiera incómodo.
—¿Nervioso? —preguntó Kory, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos. Se recostó contra el marco de la puerta, cruzando los brazos de manera relajada, aunque su tono sugiriera lo contrario.
Kory era un alfa atípico. De cintura delgada y facciones demasiado femeninas para su segundo género. Allá a donde iban, todos miraban a Kory y él quedaba en segundo plano. Por años no le dio importancia pues nunca faltó la mano de Sekvan en su espalda que lo hacía sentir visto y tomado en cuenta.
—Un poco —admitió Erynn, intentando sonar más tranquilo de lo que se sentía. Dio un último vistazo a su reflejo, buscando en su propia mirada la certeza que debería tener en un día como ese.
Kory se acercó lentamente, su presencia en la pequeña habitación era más sofocante de lo habitual.
—Supongo que es normal —dijo Kory, su tono aparentemente comprensivo, pero había algo en la manera en que lo dijo que hizo que Erynn se tensara—. Quiero decir, no todos los días te casas con alguien como él.
Erynn frunció el ceño, girando ligeramente hacia Kory.
—¿Cómo que alguien como Sekvan? —preguntó, su voz cuidadosamente neutral, aunque la insinuación lo inquietaba.
Kory se encogió de hombros, su sonrisa se tornó más afilada.
—Oh, ya sabes... Sekvan es todo un alfa, todo un modelo de perfección, ¿no? —respondió Kory, con un tono que bordeaba lo sarcástico—. Debe ser abrumador, pensar en estar a su altura todos los días. Yo no lo soportaría y eso que soy un alfa, es una bendición que al final no me comprometieran a mí con él ¿No crees? Si no fuera por una decisión de los abuelos yo estaría vistiendo de blanco hoy.
Erynn sintió una punzada de inseguridad, una sombra de duda que Kory había plantado con demasiada facilidad. Durante meses había intentado ignorar estas pequeñas insinuaciones, atribuyéndolas a su propia inseguridad o al carácter peculiar de Kory. Pero ahora, a minutos de casarse, esas palabras se sentían como una sentencia.
—Sé que no soy perfecto, pero Sekvan me ama tal como soy —respondió Erynn, su voz firme, aunque el ligero temblor en sus manos lo delataba.
Kory asintió, pero la sonrisa en su rostro no desapareció.
—Claro que sí —dijo, dándole una palmadita en el hombro que se sintió condescendiente—. ¿Si no por qué otra razón se casaría contigo? Bendiciones, querido hermano.
Con eso, Kory se dio la vuelta y salió de la habitación, dejando a Erynn solo con sus pensamientos. La puerta se cerró suavemente detrás de él, pero el eco de sus palabras se quedó grabado en la mente de Erynn.
Erynn se miró en el espejo una vez más, pero esta vez, la imagen que vio era diferente. Ya no estaba tan seguro, ya no se sentía tan preparado. Las dudas que había mantenido a raya ahora estaban a punto de desbordarse, y por primera vez desde que empezó a planear esa boda, Erynn se preguntó si estaba cometiendo un error.
Con un suspiro tembloroso, sacudió la cabeza, intentando alejar esos pensamientos. No podía permitirse dudar ahora, no cuando estaba a punto de dar el paso más importante de su vida. Pero a medida que se dirigía hacia la puerta para reunirse con Sekvan en el altar, no podía evitar sentir que algo estaba terriblemente mal.
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Pd. No lo he dicho, pero el de la portada es Kory :P
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Transmigré en un omega abandonado | Agencia de transmigración #1
RomanceErynn tuvo una vida marcada por la traición: su esposo Alfa lo engañó con su propio hermano, robándole no solo su amor sino también sus patentes y su futuro. Después de morir trágicamente, Erynn despierta en el pasado con una segunda oportunidad pa...