Capítulo 5- La fiebre

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Tres estudiantes comunes y corrientes  empezaron a sentir que algo no andaba bien en la escuela, o al menos, en el jardín.

Flor, Amanda y Teodoro, esos son sus nombres. Amanda y Teodoro son hermanos, luego conocieron a Flor y la incluyeron a su círculo social. Pero, últimamente sienten que algo anda mal y sobre todo con Flor, quien se ha sentido resfriada y débil, pero por más que los hermanos le pidan descansar aunque sea un día, nunca falta a las clases aunque eso significara arriesgar su salud.

Hasta que un día, exactamente hoy. Se desplomó al suelo, con fiebre alta y sudando frío. Lo bueno es que estaban ahí sus amigos y de inmediato la llevaron a la enfermería. Muchos estudiantes estaban allí en el pasillo, lo cuales empezaron a crear rumores y chismes sobre lo sucedido.

──Dicen que tiene viruela.── Dijo Armie.

──¡He escuchado que es por qué está embarazada!── Un segundo se unió a la conversación, Samuel. ──¿Se imaginan? Uy no... A lo mejor y la expulsan de la escuela.

Yo escuchaba atentamente a mis compañeros, Samuel y Armie charlar sobre lo sucedido esta mañana. Yo no opino, porque no estuve en el suceso, creo que tampoco Armie y Samuel, puesto que pasó por los salones de tercer grado. Pero a ellos sí les gusta opinar.

Me estaba comiendo un cuernito, de esos que venden en la cafetería hasta que Samuel se acerca a mi y le pega una mordida. No le dije nada, solo me le quedé mirando raro.

──¿Acaso no ves que es lo único que tiene de almuerzo?── Protesta Armie con enojo.

──No pasa nada.── Dije, para alivianar las cosas antes de que se pusieran a pelear.

Armie y Samuel discuten por todo, son muy polos opuestos pero supongo que se soportan porque ambos tienen algo en común: yo. Supongo que les caigo bien, y es por eso que se juntan conmigo, aunque no se caigan bien mutuamente.

──No está embarazada.── Una voz desconocida se dirige a nosotros tres.

Volteo a mirarlo de inmediato, percatandome que era un chico pálido y de cabello negro. Creo que ya lo he visto, es del mismo salón que nosotros. Parado frente a la mesa donde estamos, sosteniendo una cajita de jugo.

──¿Entonces qué pasó?── Samuel pregunta muy intrigado.

Todos nos quedamos expectantes a lo que diría, puesto que hizo una larga pausa dramática.

──No sé exactamente, pero no está embarazada, soy su amigo y la conozco bien. Dicen en la enfermería que es fiebre, posible de un resfriado común... Pero no creo eso.── Vuelve una pausa dramática. ──Ha actuado raro, dice que constantemente huele algo raro, como a carne cruda, aunque dice que le gusta el olor.──

Los ojos casi se me salen de las cuencas de la impresión. No podía creer que alguien más perciba el olor a carne cruda aparte de mi en esta escuela. La diferencia aquí es que a mí no me gusta ese olor.

El chico desconocido vuelve hablar.

──Pensaba que era normal, porque sus padres son dueños de una carnicería y entonces pensaba que solo era a qué su olfato estaba acostumbrado. Pero, desde hace días se ve ansiosa por comer carne y lo decía con frecuencia, luego ayer me mordió. ──

Levantó la manga de su camisa, mostrandonos la marca de la mordida, la cual se ve profunda y fuerte.

──Dios, ¿pero por qué? ¿no es normal entre ustedes jugar así o algo?── Pregunta Armie.

El chico niega con la cabeza, volviendo a bajarse la manga. Su mirada sombría, cambia a una más alegre.

──Eso es todo lo que sé, tenía que desahogarme con alguien sino explotaría.── Se alza de hombros. ──¿Dónde compraste ese cuernito?

Me había quedado callado por todo este tiempo, que esa pregunta me sacó de mi burbuja de pensamientos. Le señalo la cafetería, indicando que ahí fue que compre mi almuerzo.

El joven me dió las gracias y se marchó, dejándonos a nosotros tres con muchas cosas en mente.




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