Capítulo 6- Caricias en el estómago

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Dos semanas han pasado, y yo todo este tiempo he estado tirado en la cama sin poder hacer mucho, debido a que me enfermé y aún lo estoy.

Aunque me dijeron en la enfermería que solo es un resfriado común, me parece eterno. Estoy preocupado, porque pasan las horas, los días, y nada, sigo igual.

Lo único que he echo es hacer los trabajos de las clases que me he perdido. Estar acostado y leer las revistas que André me prestó. Si algo positivo de todo ésto, es que por primera vez he sentido lo que es que me consientan, incluso me he sentido querido por mis amigos.

Armie a diario viene a darme los trabajos, y los ejercicios más difíciles de matemáticas me los ha resuelto. Osea que hace doblemente el trabajo, me da pena que lo haga solo por mi, pero él insiste y también se toma el tiempo de explicarme. Samuel me trae la medicina y él es el que me recuerda cuando me debo de tomar las pastillas y todas esos jarabes horrorosos.

Pero André, André me hace sentir tan diferente. Siento que no solamente me ve como yo, quien soy, un adolescente sufriendo un resfriado común. No, me trata con tanto afecto que cada vez que viene a mi cama acomodarme la almohada, siento un cosquilleo en mi nuca que me es genial.

De echo, todas las mañanas espero a la hora de salida, y siendo él muy puntual llega al dormitorio exactamente a la 1:30 de la tarde. Lo miro desde mi cama, disimulando que estoy emocionado porque lo primero que hace es checar si estoy cómodo. Y me acomoda la almohada, volviendo a sentir ese cosquilleo genial, y palmea mi cobija, sintiendo sus largos dedos por la zona de mi estómago, aunque la cobija sea gruesa puedo sentirlos.

Y eso también es genial, porque indirectamente me acaricia el estómago. De seguro me siento así con André porque es genial, André es genial, con sus ojos de gato asustado, y el como frunce su ceño cada que ve que tengo mal acomodada la cabeza sobre la almohada. Su personalidad también es genial, pero lo más genial es como me trata y me toca.

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