*Rakan*
Mi cuerpo seguía sanando, pero la tensión en la cabaña no hacía más que crecer. Aunque Kayn había sido amable en su propio modo sombrío, no podía evitar sentir que cada pregunta que me hacía escondía una trampa. Él quería algo de mí, y yo tenía que estar en guardia.
Aquella tarde, mientras el sol comenzaba a descender sobre el horizonte, Kayn entró en la habitación. Su mirada era dura, casi calculadora. Sentí que algo en el aire había cambiado.
—Rakan, creo que es hora de que hablemos en serio —dijo, sentándose frente a mí con su guadaña descansando contra la pared, una imagen que resultaba tranquilizadora y amenazante a la vez—. Necesito saber más sobre ti, sobre por qué estabas herido y qué hacías en Jonia.
Mi corazón se aceleró, pero mantuve la calma exterior. Sabía que Kayn no era alguien fácil de engañar, pero también sabía que revelar demasiado podría ponerme en un peligro aún mayor.
—No hay mucho que decir —respondí, midiendo cada palabra—. Mi especie, los vastaya, no siempre son bien recibidos en Jonia. Estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado, y eso casi me cuesta la vida.
Kayn entrecerró los ojos, como si intentara leer entre líneas.
—¿Y cuál es tu relación con Jonia? ¿Por qué arriesgarte tanto? ¿Hay algo que me estés ocultando?
Evadí su mirada, haciendo un esfuerzo por parecer sincero, pero no demasiado confiado. Sabía que si mostraba demasiada seguridad, Kayn lo notaría.
—No tengo ninguna gran misión, si eso es lo que piensas —dije, encogiéndome de hombros—. Solo busco sobrevivir, como todos.
Kayn se quedó en silencio un momento, como si evaluara la verdad de mis palabras. Luego, con un suspiro, se levantó de su asiento.
—Rakan, entiendo que no confíes en mí. Yo tampoco confiaría en alguien en mi posición. Pero ten en cuenta que estoy siendo honesto contigo. Si realmente estás aquí por casualidad, no tienes nada que temer. Pero si descubro que me mientes... no mostraré piedad.
Asentí lentamente, consciente de que estaba caminando sobre una cuerda floja. Kayn podría ser un aliado valioso, pero también era peligroso. Tenía que andar con cuidado.
*Xayah*
En otro lugar de Jonia, la noche caía mientras Xayah continuaba su búsqueda. La culpa y la preocupación se entrelazaban en su pecho, empujándola hacia adelante con una determinación implacable. Sabía que Rakan estaba con Kayn, el discípulo de Zed, lo cual hacía que cada minuto sin encontrarlo fuera aún más angustiante.
Finalmente, llegó a un pequeño pueblo en la ladera de una colina. Había oído rumores de que un vastaya herido había sido visto por la zona, y que estaba bajo el cuidado de un joven guerrero. Al entrar en la taberna local, Xayah atrajo la atención de los pocos habitantes que estaban allí. Se acercó al tabernero, un hombre anciano con ojos sabios.
—Busco a alguien —dijo Xayah, su voz firme—. Un vastaya, de plumas doradas, herido hace no mucho. Sé que está bajo el cuidado de un joven con una guadaña, alguien peligroso. ¿Lo has visto?
El tabernero la miró por un momento, sopesando sus palabras. Era claro que reconocía de quién hablaba, pero también entendía los riesgos de compartir esa información.
—Puede que sí, puede que no —respondió finalmente—. Pero si tu compañero está bajo el cuidado de ese joven... debes saber que es un lugar peligroso. No es alguien de fiar, ni alguien fácil de enfrentar.
Xayah apretó los puños, tratando de mantener la calma. La idea de que Rakan estuviera bajo el control de Kayn, un discípulo del enemigo que habían combatido, la llenaba de temor, pero también sabía que no podía detenerse ahora.
—Dime dónde, y yo me encargaré del resto —dijo con firmeza.
El tabernero le dio indicaciones vagas pero precisas, y Xayah salió de la taberna con renovada determinación. Ahora tenía una dirección, una esperanza. Sabía que Kayn era discípulo de Zed, el hombre al que había jurado destruir junto a Rakan. Pero eso no la detendría. No importaba cuán peligroso fuera el camino, ella encontraría a Rakan y lo traería de vuelta, sin importar el costo.
*Kayn*
Mientras tanto, de vuelta en la cabaña, Kayn caminaba afuera, intentando procesar la conversación con Rakan. Había algo en la historia del vastaya que no cuadraba, pero no podía señalar qué. Mientras observaba las sombras alargarse, una voz familiar pero inquietante resonó en su mente.
—No confíes en él, Kayn —susurró Rhaast, su tono goteando veneno—. Está ocultando algo. Y cada segundo que perdemos sin actuar, es un segundo que podrías usar para fortalecerte. Necesitas más sangre, más sacrificios. No dejes que la compasión te debilite.
Kayn cerró los ojos, intentando ignorar la presión constante de Rhaast. Sabía que su vínculo con la guadaña le exigía un precio, pero tenía que ser más inteligente que ella. Había algo en Rakan, algo que necesitaba desentrañar antes de decidir su próximo movimiento.
—Lo sé, Rhaast —respondió finalmente—. Pero este vastaya es la clave para algo más grande. No puedo simplemente matarlo, no aún.
Rhaast soltó un gruñido de frustración, pero no insistió más por el momento. Sin embargo, Kayn sabía que su paciencia no duraría para siempre.
Con un último vistazo al cielo, Kayn volvió a entrar en la cabaña. Observó a Rakan descansar, su figura frágil contrastando con la energía salvaje que percibía en él. En algún lugar profundo de su mente, Kayn sabía que este vastaya no era alguien común. Pero hasta descubrir qué lo hacía especial, tendría que jugar el juego de la confianza, aunque fuera una farsa.
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Kayn x Rakan, un amor imposible.
Lãng mạnKayn, un asesino de las sombras se encuentra a un vastaya herido en el bosque y al intento de acabar con el se da cuenta de que hay algo en su interior que se lo impide. ¿Serán sentimientos o simplemente interés?