El sol se alzaba con una luz tenue sobre la cabaña, sugiriendo un nuevo día que, lejos de traer tranquilidad, estaba cargado de tensión. Xayah, preocupada por la posible amenaza de Kayn, decidió que era el momento de abandonar el refugio y buscar un lugar más seguro.
*Afuera de la cabaña*
—Rakan, tenemos que irnos. —La voz de Xayah sonaba decidida, su mirada fija en el vastaya a su lado—. Kayn podría ser peligroso para nosotros. No podemos confiar en que su presencia no traerá problemas.
Rakan, aún tambaleándose entre la sorpresa y la preocupación, respondió. —Pero, Xayah, ¿por qué la prisa? ¿Qué ha cambiado?
—No es solo que pueda ser peligroso, es que no sabemos qué intenciones tiene realmente. Tenemos que protegernos antes de que sea demasiado tarde. —Xayah se apresuró a preparar sus cosas, su expresión indicaba una creciente desesperación.
Mientras Xayah y Rakan discutían y se preparaban para partir, Kayn, desde el umbral de la puerta, escuchaba con atención. La conversación revelaba mucho más de lo que él había anticipado. El momento en que Xayah confirmó la destrucción del templo y su relación con Rakan, el rostro de Kayn se tornó sombrío, mezclando furia y decepción.
Al escuchar la conversación, Kayn sintió una oleada de traición. La rabia y el sentimiento de engaño se apoderaron de él, y sin pensarlo dos veces, salió del rincón donde se había escondido, su furia desbordando en cada paso.
—¡¿Cómo pudiste, Rakan?! —gritó Kayn, su voz retumbando en el bosque—. ¡Mentiste sobre tu pasado y sobre lo que hiciste! ¡Eres responsable de la destrucción del templo de mi maestro!
Rakan, sorprendido por la confrontación, intentó mantener la calma mientras su corazón latía con fuerza. —¡No era mi intención engañarte! Hicimos lo que creímos necesario para proteger a nuestra gente. No sabíamos lo que podía pasar.
Xayah, viendo la situación desmoronarse, se colocó en una postura defensiva. —Kayn, no tenemos tiempo para esto. Rakan y yo hemos hecho lo que consideramos correcto. Si quieres entender, tendrás que escuchar. Pero no vamos a permitir que nos amenaces o nos obligues a irnos.
Kayn, enfurecido por la reacción defensiva de Xayah y la confesión de Rakan, no pudo contener su rabia. —¿Proteger a tu gente? ¡Todo esto es una mentira! Solo ves tu propio interés, sin pensar en las consecuencias para los demás.
La tensión alcanzó su punto máximo y, en un estallido de frustración, Kayn se lanzó hacia adelante, desatando su furia en una serie de ataques dirigidos a Rakan y Xayah. Los dos vastayas, a su vez, respondieron con determinación, tratando de defenderse de la furia desatada del discípulo de Zed.
El bosque se convirtió en un campo de batalla caótico. Kayn, Xayah y Rakan intercambiaron golpes y habilidades, sus movimientos rápidos y cargados de tensión. Las hojas volaban y los troncos de los árboles temblaban con cada impacto. El conflicto era feroz, pero ninguno de los tres parecía dispuesto a ceder completamente.
Xayah y Rakan, mientras trataban de mantenerse en pie, lanzaban ataques combinados para contener a Kayn. El combate era intenso y agotador, pero pronto se hizo evidente que ninguna de las partes podía obtener una victoria definitiva. La pelea se prolongó hasta que, finalmente, todos se encontraron exhaustos y sin fuerzas para continuar.
—¡Basta! —La voz de Xayah rompió el silencio, su tono autoritario. Todos se detuvieron, sus respiraciones agitadas y sus cuerpos tensos. Kayn, con la furia aún ardiendo en su mirada, se retiró lentamente, su expresión llena de desilusión y frustración.
—¡No me hagas creer que esto ha terminado! —gritó Kayn mientras se alejaba, su voz mezclada con ira y tristeza—. Necesito tiempo para procesar todo esto.
Rakan y Xayah, igualmente exhaustos y heridos, se quedaron en el claro del bosque, observando cómo Kayn se alejaba. La batalla no había solucionado nada, solo había profundizado la brecha entre ellos y dejado a todos con más preguntas que respuestas.
El bosque se había convertido en un manto de sombras bajo el crepúsculo mientras Xayah y Rakan se movían con rapidez hacia un lugar seguro. La huida era una mezcla de urgencia y tensión; el eco de la batalla aún resonaba en sus oídos y la adrenalina les daba el impulso necesario para seguir adelante. Tras varios minutos de carrera, encontraron un antiguo santuario vastaya, parcialmente oculto entre la vegetación.
Xayah se desplomó contra la pared del santuario, su respiración entrecortada. Rakan, visiblemente afectado por el enfrentamiento, la observó con una mezcla de preocupación y dolor.
—¿Estamos a salvo aquí? —preguntó Rakan, su tono denotaba agotamiento.
Xayah asintió lentamente, aunque su rostro mostraba una preocupación evidente. —Sí, por ahora. Pero no podemos quedarnos mucho tiempo. Kayn puede volver en cualquier momento, y no sabemos qué hacer a partir de aquí.
Rakan se acercó a Xayah, intentando ofrecer consuelo. —Lo siento por todo esto, Xayah. Nunca quise que las cosas terminaran así.
Xayah se volvió hacia él, su mirada dura. —Rakan, hay cosas que debes entender. No puedo simplemente ignorar lo que ha pasado. Tienes que ser honesto conmigo. Desde el principio, estuviste pasando por alto a alguien que representa una amenaza para ambos simplemente por su cortesía, y eso no es justo. Nos enfrentamos a la traición de alguien que creímos confiable.
Rakan bajó la cabeza, lidiando con el peso de las palabras de Xayah.
—Y eso es lo que más duele. —La voz de Xayah se llenó de amargura—. Nos enfrentamos a enemigos, y tú... Simplemente no te lo tomas con la suficiente seriedad.
Mientras el silencio se asentaba, la relación entre ellos se hacía más evidente, marcada por la decepción y la desconfianza. El amor que una vez había sido firme y sólido ahora estaba agrietado, luchando por mantenerse intacto en medio del caos.
Mientras tanto, en un claro cercano, Kayn se recuperaba de su enfrentamiento con los vastayas. La furia y la confusión todavía ardían en su pecho, pero su conversación con Rhaast, la guadaña que compartía su destino, lo esperaba con impaciencia.
—¿Qué te dije, Kayn? —la voz de Rhaast resonó en la mente de Kayn, cargada de reproche—. Te advertí sobre la necesidad de seguir con los asesinatos para mantener nuestro vínculo fuerte. Ahora te has desviado y has perdido la oportunidad de vengar a Zed.
Kayn, frustrado y abatido, se dejó caer sobre un tronco caído. —No sé qué hacer, Rhaast. Mi deseo de venganza está en conflicto con lo que siento. Rakan… no puedo dejar de pensar en él, a pesar de lo que ha hecho.
Rhaast se movió dentro de la mente de Kayn, su tono impaciente. —El dilema entre la venganza y los sentimientos es una debilidad. El poder y la venganza son lo que realmente importa. Deja de lado tus sentimientos y enfócate en el objetivo.
Kayn, con las manos en la cabeza, luchaba contra sus propios pensamientos. —No puedo ignorar lo que siento. No puedo simplemente eliminarlo todo. Rakan… ha cambiado algo en mí. No sé si puedo seguir adelante como antes.
Rhaast rugió con furia. —¡Esa debilidad te hará perder tu propósito! Si no cumples con tu deber, yo mismo buscaré un nuevo portador. Tu indecisión solo traerá consecuencias.
La voz de Rhaast resonaba con una intensidad que Kayn no podía ignorar. Su mente estaba atrapada en una batalla interna entre la moralidad que había desarrollado y el deber despiadado que la guadaña exigía. El peso de la traición y el amor no correspondido se mezclaban en un torbellino emocional.
En el santuario, Xayah se levantó, el silencio cargado de tensión entre ella y Rakan. La brecha entre ellos parecía irremediable.
—Necesitamos tiempo. —dijo Xayah finalmente—. No sé si podremos volver a ser lo que éramos, pero por ahora, tenemos que encontrar una manera de mantenernos a salvo y entender qué hacer a continuación.
Rakan asintió, su rostro lleno de resignación. —Tienes razón. Vamos a resolver esto. Pero por favor, debemos estar siempre en contacto y no permitir que nos vuelva a pasar esto.
Xayah, aunque aún herida, permitió un breve gesto de esperanza. —Haré lo que pueda, pero necesitamos estar atentos. El peligro no ha pasado y las cosas solo se complicarán más.
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Kayn x Rakan, un amor imposible.
Roman d'amourKayn, un asesino de las sombras se encuentra a un vastaya herido en el bosque y al intento de acabar con el se da cuenta de que hay algo en su interior que se lo impide. ¿Serán sentimientos o simplemente interés?