Rakan estaba de pie junto a la ventana, observando la suave bruma que se deslizaba entre los árboles de Jonia en las primeras horas del amanecer. Había una tranquilidad casi engañosa en el aire, como si el mundo estuviera en paz, pero él sabía que bajo esa calma latía un peligro que no podía ignorar.
Kayn, por otro lado, había estado cada vez más inquieto en los últimos días. Los murmullos persistentes de Rhaast no le daban tregua, y aunque lograba mantener su compostura, la presión constante comenzaba a afectar su juicio. Había pasado noches en vela, sopesando sus opciones, tratando de discernir qué hacer con Rakan, ese vastaya cuya presencia lo descolocaba.
*En la Casa*
—Estás despierto temprano —comentó Kayn al entrar en la habitación, su voz profunda resonando en el espacio vacío.
Rakan se giró, esbozando una leve sonrisa que no alcanzó sus ojos. —Dormir no ha sido fácil últimamente.
Kayn lo observó en silencio por un momento, tratando de desentrañar los pensamientos que se escondían detrás de esa mirada. Había algo en Rakan que lo atraía de manera inexplicable, pero también lo hacía dudar. Era como si un abismo se abriera entre ellos, uno lleno de secretos que ambos sabían que el otro ocultaba.
—Me lo imagino —respondió finalmente, con una calma forzada—. Aunque diría que eso es un problema que ambos compartimos.
Rakan asintió, sin decir más. La tensión entre ellos era palpable, una mezcla de desconfianza y una conexión inexplicable que ninguno de los dos podía ignorar. Kayn se acercó lentamente, su mirada fija en Rakan, como si intentara descifrar un enigma complicado.
—Rakan, hay algo que quiero preguntarte —dijo Kayn, con un tono más serio—. He estado pensando en lo que me contaste sobre tus viajes y tus luchas. Dijiste que habías combatido en muchos lugares, contra muchos enemigos. ¿Alguna vez te has encontrado con alguien... como yo?
Rakan sintió un escalofrío recorrer su columna. Sabía que esta conversación iba a llegar eventualmente, pero no estaba preparado para ello. Mantuvo su expresión neutral, aunque su mente corría a toda velocidad. —He visto muchas cosas, Kayn. Jonia está llena de peligros, pero no todos son como tú.
Kayn frunció el ceño, sintiendo que Rakan estaba esquivando la pregunta. —No es solo sobre peligros, Rakan. Estoy hablando de algo más. Personas que usan las sombras de manera... diferente. ¿Nunca te has cruzado con ellos?
Rakan mantuvo la calma, aunque por dentro estaba al borde de perder el control. Sabía que no podía mentirle a Kayn directamente, pero tampoco podía revelar la verdad. —He visto sombras moverse, pero nunca de la manera que tú lo haces. Es algo... único.
Kayn entrecerró los ojos, sabiendo que Rakan le estaba ocultando algo, pero incapaz de poner el dedo sobre lo que era. No quería presionarlo demasiado, no cuando comenzaba a sentir una conexión que no entendía completamente.
—Supongo que lo es —respondió finalmente, dejando el tema en el aire. Pero no se había rendido. Sabía que tarde o temprano, Rakan tendría que confesar algo más.
*En el Templo Abandonado*
Xayah avanzaba con determinación por los pasillos desmoronados del antiguo templo, donde las piedras cubiertas de musgo y las enredaderas susurraban historias de un pasado perdido. El vastaya viejo, con su pelaje grisáceo y ojos que parecían haber visto siglos de historia, la miraba con una mezcla de respeto y curiosidad.
—¿Encontraste lo que buscabas? —preguntó él, su voz rasposa pero firme.
Xayah asintió, aunque sus pensamientos estaban divididos entre la información que había reunido y la preocupación constante por Rakan. —Sé dónde está Rakan. Y también sé con quién está... El aprendiz de Zed, Kayn.
El viejo vastaya ladeó la cabeza, sus ojos brillando con una sabiduría que Xayah había aprendido a no subestimar. —Entonces, sabes lo que eso significa. Kayn no es alguien a quien puedas enfrentar directamente. Y si está con Rakan...
—Lo sé —interrumpió Xayah, su voz llena de tensión—. Pero no tengo otra opción. Rakan está en peligro, y no puedo dejarlo solo. No después de lo que sucedió entre nosotros.
El vastaya estudió su rostro por un momento antes de hablar. —No es solo peligro físico lo que te preocupa, ¿verdad? Sabes tan bien como yo que Kayn tiene una influencia oscura, una que podría...
—Corromperlo —completó Xayah, su voz apenas un susurro—. No permitiré que eso suceda.
—Entonces necesitarás algo más que fuerza —advirtió el viejo vastaya, sacando de entre sus ropas un pequeño amuleto de aspecto antiguo—. Este talismán ha sido pasado por generaciones de nuestra gente. Protege contra las sombras que buscan consumir el alma. No es infalible, pero podría darte el tiempo que necesitas.
Xayah tomó el amuleto con gratitud, aunque su mente seguía enfocada en cómo salvar a Rakan de la influencia de Kayn. Sabía que el tiempo corría en su contra, y cada minuto que pasaba era una oportunidad más para que Kayn se acercara a su objetivo.
—Gracias —dijo, guardando el talismán—. No me detendré hasta que Rakan esté a salvo.
El vastaya viejo asintió en silencio, observando cómo Xayah se alejaba por los pasillos oscuros del templo. Sabía que ella estaba tomando un riesgo enorme, pero también entendía que el amor y la desesperación podían llevar a alguien a hacer cosas que jamás habría imaginado.
*De Regreso en la Casa*
Rakan y Kayn se sentaron en silencio frente a una pequeña hoguera que habían encendido en el jardín, observando cómo las llamas danzaban en la oscuridad. Había algo íntimo en ese momento, una tranquilidad que ambos compartían, aunque ninguno de los dos estaba completamente en paz.
—No tienes que quedarte aquí, sabes —comentó Kayn después de un rato, sin apartar la mirada del fuego—. Si quieres irte, nadie te detendrá.
Rakan lo miró, sorprendido por la repentina oferta. Había algo en la voz de Kayn que casi sonaba como... preocupación.
—¿Por qué lo dices? —preguntó, genuinamente curioso.
Kayn se encogió de hombros, aunque su expresión era seria. —No quiero que sientas que estás atrapado aquí. Si tienes un lugar al que regresar, deberías hacerlo.
Rakan sabía que Kayn estaba hablando más consigo mismo que con él. —No estoy listo para irme todavía. Y no es que tenga a dónde regresar por ahora.
Kayn asintió, como si esa respuesta fuera suficiente por el momento. Pero la verdad era que no quería que Rakan se fuera. Había algo en su presencia que le hacía sentir... menos solo. Y eso era algo que no estaba dispuesto a admitir, ni siquiera para sí mismo.
Rakan volvió a mirar el fuego, perdiéndose en sus propios pensamientos. Sabía que estaba jugando con fuego al quedarse, pero también sabía que había algo en Kayn que lo atraía, algo que no podía ignorar. Tal vez era el peligro, o tal vez era algo más profundo, algo que ni él mismo entendía completamente.
*Mientras Tanto, en las Sombras de Jonia*
Xayah se preparaba para dar el siguiente paso en su plan. Sabía que no podía demorar más. Rakan estaba en peligro, aunque él aún no lo supiera, y ella no permitiría que nada ni nadie se lo arrebatara. Ni siquiera Kayn.
Con su mente clara y su determinación renovada, Xayah comenzó a moverse hacia su próximo objetivo. Sabía que la batalla más difícil estaba por venir, pero estaba dispuesta a enfrentarse a cualquier cosa por el bien de Rakan.
El tiempo de las decisiones difíciles había llegado, y Xayah estaba lista para hacer lo que fuera necesario, incluso si eso significaba enfrentarse a sus propios sentimientos, sus propias dudas y, quizás, al hombre que alguna vez había amado más que a su propia vida.
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Kayn x Rakan, un amor imposible.
Lãng mạnKayn, un asesino de las sombras se encuentra a un vastaya herido en el bosque y al intento de acabar con el se da cuenta de que hay algo en su interior que se lo impide. ¿Serán sentimientos o simplemente interés?