Un sentir oculto

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El amanecer en China era precioso. Los pequeños lagos reflejaban la luz del alba y era la hora perfecta para practicar un poco de Kung Fu. Como de costumbre, Barley fue a buscar al heredero Wang para entrenarlo un poco, sabía que el chico tenía el sueño pesado así que cuidadosamente tocó la puerta de su habitación.

—Príncipe Fang... Ya es hora de su entrenamiento. —Decía el maestro mientras daba golpecitos suaves en la madera.

Fang se despertó de golpe, y lo primero que vió fue a sí mismo desnudo y mal tapado. Volteó a ver a quien lo acompañaba, que aún dormía. La piel del torso de Edgar estaba bastante maltratada y se podía observar marcas de chupetones, tomó una túnica larga y sencilla suya, y se la puso para que no esté sin ropa.

—Carajo... —Dijo en casi un susurro.

Era obvio que lo que pasó entre ellos no debió pasar nunca. Fang se sentía culpable porque literalmente había tenido relaciones con su futuro cuñado, además la vergüenza de lo que le había hecho el día anterior lo consumía ¿Cómo volverlo a ver a la cara sin pensar en la manera que el pelinegro lo apretaba? ¿Cómo casarse con su hermana siendo consciente de haber besado con necesidad al chico? ¿Cómo borraría de su mente la silueta perfecta de aquel omega tan bonito?

Su cabeza era un caos... Pero volviendo a la situación, respondió desde el otro lado de la pared.

—¡Maestro Barley, no se preocupe! ¡Déjeme cambiarme y salir!

—Está bien, esperaré donde siempre.

Tenía que ser rápido y despertar a Edgar. Debían vestirse ambos y ocultar al menor.

—Hey Edgar... —Dijo al inglés mientras lo movía un poco para que este despertara. —Edgar...

El mencionado abrió los ojos y miró las orbes contrarias. Cierta corriente eléctrica invadió su organismo. Miró a su alrededor y sus mejillas se tiñeron de rosado al recordarlo todo.

—Fang... Yo...

—Ahora no hay tiempo Edgar... ¿Podemos hablar de esto más tarde? Ahora mismo necesito que te quedes en el baño y no salgas hasta que regrese de entrenar. Mi maestro ha venido a llevarme y debo salir lo más pronto...

¿Edgar? Si anoche lo había llamado con tanto cariño "Eddie". Bueno, después de todo fue algo casual... O eso quería pensar el pelinegro.

—Esta bien supongo, ¿puedo darme un baño? Sigo algo adolorido por el celo.

—No hay problema, pero trata de ser cuidadoso en que no te escuchen. —Dijo a modo de despido.

El asiático se vistió con su ropa para entrenar ignorando unas marcas de uñas en su espalda, cortesía del omega. Estaba a punto de cruzar su puerta pero recordó algo importante.

—Oye... Si puedes caminar ¿no?

No recibió respuesta pero el menor trató de pararse. Tenía las piernas "rotas" y con algo de esfuerzo lo consiguió.

—Te ayudo. —Dijo para tomar por atrás los brazos de Edgar y ayudarlo a ponerse en pie.

—Gracias, creo... Como sea.

—¿Cómo que crees? —Soltó una risa al notar que el chico seguía haciéndose el rudo a pesar de haberlo tenido debajo de él la noche anterior. —¿Estás siendo malo conmigo? —Dijo fingiendo una voz triste.

—¡Q-qué! ¡No! ¿Sabes qué? Ve a entrenar mejor. —Mencionó volteándose y cruzando los brazos.

Al mayor le pareció chistoso conocer su parte enojona, sonrió y salió del cuarto.

El llanto de mi chico | Fang x Edgar [AU OMEGAVERSE +18] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora