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El otoño siempre traía algo de emoción. El aire fresco, las hojas cayendo y, por supuesto, mi cumpleaños. Este año cumpliría once, y eso significaba una gran fiesta, más grande que la del año pasado. No podía evitar sentirme ansioso por la cantidad de gente que vendría, pero había algo que me emocionaba aún más: quería invitar a dos amigos nuevos. Bueno, amigos no del todo, pero sí personas que habían estado en mi mente desde el verano pasado.

Bajé las escaleras con una sonrisa en el rostro. Mamá ya estaba en el comedor, sentada con su taza de té, y la mesa estaba llena de cosas deliciosas. Al verme, me dedicó una de esas sonrisas que solo las mamás pueden dar.

—Buenos días, mamá —saludé, sentándome rápidamente y tomando un croissant—. ¿Sabías que ya falta poco para mi cumpleaños?

Ella asintió, su sonrisa se amplió.

—Claro que sí, Tyler. Estamos preparando una fiesta muy especial para ti. ¿Estás emocionado?

—¡Sí! —respondí, hablando con la boca llena—. Pero estaba pensando... me gustaría invitar a dos amigos más este año.

Mamá levantó las cejas, sorprendida. Sabía que yo no solía hablar mucho de amigos, porque la mayoría de los niños que conocía eran de la escuela y, aunque nos llevábamos bien, no me sentía cercano a ellos.

—¿Dos amigos más? ¿Quiénes son, cariño?

Dudé un momento, no porque no quisiera contárselo, sino porque no estaba seguro de cómo describirlos. Finalmente, decidí empezar por Elodie, porque ella siempre había sido la más misteriosa de los dos.

—Elodie —dije, y mamá frunció el ceño, claramente intentando recordar de quién hablaba—. La conocí el año pasado en el lago. Es una niña... um, rara, pero no en el mal sentido. Es bonita y parece que siempre está pensando en cosas que nadie más piensa. No sé, a veces es como si estuviera en otro mundo. Me gustaría que viniera. Creo que me cae bien, aunque no la entiendo del todo.

Mamá sonrió de esa manera que siempre hace cuando encuentra algo adorable. Sabía que a ella le gustaba que intentara hacer nuevos amigos, así que me sentí un poco más tranquilo.

—Parece interesante, Tyler. Pero no recuerdo haberla visto antes. ¿Ella vive cerca?

—No sé exactamente dónde vive, pero Julian la conoce —respondí, y supe que ahí tendría que explicar el otro nombre.

—¿Julian? —preguntó mamá, inclinándose un poco hacia adelante—. ¿Ese es el niño que también conociste en el lago?

Asentí rápidamente, sintiéndome un poco nervioso. Julian siempre había sido difícil de describir. No era como los otros niños que conocía.

—Sí, mamá. Es el niño que siempre me desafía. Es... diferente a los demás. No es como los chicos de la escuela. Él es... bueno, no tiene muchas cosas como nosotros, pero no parece importarle. Es fuerte y orgulloso, a veces parece que no le agrado mucho, pero aun así hablamos bastante el verano pasado. Creo que sería divertido que viniera.

Mamá me miró en silencio por un momento, como si estuviera sopesando mis palabras. Sabía que a papá no le encantaría la idea de que invitara a alguien como Julian, pero mamá era diferente. Ella siempre decía que debía aprender a valorar a las personas por lo que eran, no por lo que tenían.

—¿Crees que se divertiría en tu fiesta? —preguntó, su tono suave, pero con un toque de curiosidad.

—Sí, creo que sí —respondí, sin estar del todo seguro—. Quiero decir, habrá comida y juegos, y creo que él nunca ha estado en una fiesta como esta. Y Elodie... ella también debería venir. Parece que a veces se siente sola, y en mi fiesta podría sentirse bienvenida.

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