01

39 11 3
                                    

Taehyung

La hora de la cena era mi momento preferido en todo el día.

Cuando aparecía mi padre asomándose por la puerta de mi habitación y me decía que bajara a poner la mesa, todo el cansancio que había acumulado en la tarde estudiando, se disipaba hasta desaparecer.

Y era mucho, era muchísimo cansancio el que creaba entre apuntes y apuntes. Sobre todo ahora que me habían aceptado en esa prestigiosa escuela que tanto le gustaba a mi madre. Me había costado todas las vacaciones, pero la reacción que tuvo al enterarse de que estudiaría mi último año ahí, lo compensó enormemente.

Después de que me hubieran expulsado de mi antigua academia, me sentí en la obligación de contrarrestar la mala noticia, incluso aunque no hubiera sido mi culpa. Por ello, a pesar de llevar solo un día de curso, yo ya me había hecho los apuntes de los primeros tres temas de cada asignatura.

Quizás para una persona normal era exagerar, pero en mi caso simplemente se trataba de prevenir. Yo nunca había tenido muchas luces en los estudios. Por ello, tanto yo como todos los demás, nos sentíamos tan orgullosos de que hubiera conseguido entrar en la mejor clase del mejor centro.

Incluso, ahora en la cena, se podía notar un mejor ambiente que de costumbre. Teniendo en cuenta que el ambiente normal ya solía ser considerablemente perfecto, claro.

— ¿Qué tal el primer día de clases, Taehyung?

— ¿Eh? —miré a mi madre con toda la boca llena de lechuga, asimilando lo que acababa de preguntarme. Estaba tan distraído con los estudios que se me olvidó todo lo demás— Hice un amigo.

— ¿Ah sí? —asentí efusivamente, recordando al chico tan simpático de esa mañana.

— Sí, es muy agradable. Se me acercó a hablar nada más me vio.

— Me alegro entonces —sonreí y seguí comiendo como si nada, alegre por el recuerdo de mi primera amistad. Cierto que ese chico era un poco raro, pero nada que no se pudiera controlar. Además, ahora que cada uno tenía su mesa, sería más fácil— ¿Y tú, Tzuyu?

— ¿Eh? —reí al ver a mi hermana con la boca incluso más llena que la mía. Esta vez mi madre volvió a repetir la pregunta— Igual que el año pasado. Bien.

— ¿Solo bien?

— Mamá, por dios, es el primer día.

— Taehyung ya hizo amigos —sonreí orgulloso, como si hubiera hecho una gran hazaña. Y en el fondo así se sentía. Nunca había sido muy bueno con las amistades— ¿Sigues en clase con la chica de cabellos llamativos?

— ¿Dahyun?

— ¡Ah, Dada me cae bien! —exclamé sin pensarlo al recordar las veces que había venido a casa. Sin querer escupí a mi hermana y me fulminó con la mirada mientras se limpiaba la mejilla con asco. Mi madre también me reprendió, y tuve que reprimir la risa para no enfadar a ninguna de las dos— Dada es genial.

— Sí mamá, sigo con ella en clase. Y sí, Taehyung, ya sé que es genial y que la amas.

— ¡Yo no he dicho que la amo!

— ¿No la quieres? —mi hermana puso una expresión de horror que de alguna manera consiguió ponerme nervioso a mí también. Me mordí el labio angustiado y miré a mis padres en busca de ayuda— Le mandaré ahora mismo un mensaje diciéndoselo.

— ¡No, no le digas eso! ¡Papá, dile que no diga nada!

— Tzuyu, no le hagas ese tipo de bromas a tu hermano.

Mi hermana rió y se metió otra pinchada de ensalada en la boca con indiferencia, como si no acabara de hacerme pasar un horrible trago. Yo me indigné y le saqué la lengua, así que ella me respondió con el mismo gesto, solo que en su caso había comida masticada en ella.

¡Era tan asquerosamente divertido! No lo pensé dos veces antes de imitarla. Por suerte lo conseguí hacer antes de que mi madre nos descubriera y regañara. Yo había sido el último, así que había ganado el duelo de forma definitiva, aunque a mi hermana no pareciera importarle.

Después de lavar los platos y recoger la mesa, me volví de nuevo a mi habitación. Aún tenía los libros desperdigados por todo el escritorio, y realmente pensaba recogerlos en ese mismo instante, pero bostecé.

Y todo el mundo sabe que cuando se bosteza, hay que ir directamente a la cama antes de que desaparezca el sueño, así que yo no iba a negarme a las reglas universales.

Tiré mi ropa a alguna parte del cuarto y tras apagar todas las luces y tropezar con las prendas que acababa de lanzar al suelo, conseguí llegar a mi cama. Agarré mi peluche de Sunny y sonreí recordando el gran día que había sido.

— ¿Ves, Sunny? Ya te dije que era una tontería tener miedo —no podía verle la cara mi blandito peluche, pero sabía que me estaba escuchando— Hoy ha sido un día genial, y mañana será incluso mejor, ¿verdad? ¡Claro que sí! Hasta creo que le llevaré un regalo a...

Y entonces me percaté de algo enormemente importante que me había pasado desapercibido hasta ahora, algo tan esencial que no entendía como pude salir del centro sin saberlo, sin preguntarlo si quiera.

No tenía idea de su nombre. Él esforzándose por ser mi amigo y yo no me preocupe por averiguar su nombre. ¡Era tan maleducado por mi parte!

Definitivamente mañana sería otro día, y empezaría por el desconocido con hermosa sonrisa. 

𝖬𝗂́𝗋𝖺𝗍𝖾 | 𝖸𝗈𝗈𝗇𝗍𝖺𝖾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora