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YoonGi

Era aproximadamente mi quinto recreo desde que el curso había comenzado, y los profesores seguían sin percatarse de mi ausencia como si fuera el primer día de clases de mi vida.

Si, digo ausencia porque obviamente jamás permaneceríamos en el recinto escolar durante nuestra hora de descanso.

A pesar de ser de último año, las estúpidas normas nos afectaban de igual forma que a todos los demás; claro que en nuestro caso, existía la diferencia de que contábamos con Kai y Yugyeom. Ellos dos conocían la existencia de todas las salidas no oficiales de la escuela, y nosotros nos encargábamos de ponerlas en uso.

— ¿Hoy se te ha vuelto a acercar para hablar? —miré a hope mientras intentaba encenderme un cigarro. El maldito mechero no funcionaba, y el que mi amigo se pusiera a hablar del rarito de clase no me ayudaba a relajarme.

— Si ya lo sabes, ¿para qué preguntas?

— Tranquilo, amigo —rió en voz alta, soltando bocanadas de humo en cada carcajada. Yo rodé los ojos y seguí intentando encender el mío, consiguiéndolo al casi vigésimo intento. Una vez lo hice, no lo pensé dos veces antes de lanzar, con mucho rencor, el mechero a la primera papelera que mis ojos alcanzaron— No sé qué tiene ese chico contigo.

— Se habrá enamorado —intervino Kai por el fondo mientras acariciaba descaradamente el muslo de Xiumin, quien estaba apoyado en él. Este último, al igual que siempre, no tenía interés alguno en la conversación. Aún no entendía cómo Kak podía estar con alguien tan aburrido y diferente a él— Nuestro YoonGi ha conseguido un novio mascota.

— Cállate —espeté con molestia.

No me era agradable hablar del tema, y menos que se burlasen de él conmigo. Yo jamás había pedido que ese chico rarito se me acercase tanto, ni siquiera recordaba algún momento en el que le pudiera haber dado a entender otra cosa.

El niño se pensaba que era mi amigo a pesar de todas las veces en las que me comportaba de manera grosera con él. Definitivamente era un idiota con varias vendas en los ojos.

El único buen avance que había conseguido era que ya no se me acercaba a hablar cuando iba con mi grupo, y las veces que me conseguía pillar solo eran escasas, así que tampoco había tenido que compartir tantas palabras con él.

— En el fondo es gracioso, no puedes negarlo —Hope me rodeó con un brazo y dio otra calada a su cigarro, soltando humo por su prepotente sonrisa. Sabía que solo quería molestarme, y exactamente era lo que estaba consiguiendo— ¿No te cae bien el rarito, Yoonie?

— Eres un idiota —de nuevo su respuesta fueron muchas risas, interrumpidas finalmente por una tos, de la cual me alegré enormemente. Aproveché para apartarle y recostarme sobre las vallas que teníamos a nuestra espalda— Si tanto les gusta el rarito, jueguen ustedes con él.

— Qué clase de persona pide que jueguen con su novio —esta vez la broma provenía de otros labios distintos, pero con la misma ironía que todos los anteriores. Seguí fumando, ignorando aquellos comentarios carentes de gracia.

Me aislé de la conversación de la misma forma que Xiumin, adentrándome en mi móvil y ahogándome en el sin escuchar nada de lo que pasaba a mi alrededor.

Y lo agradecía, porque si volvían a nombrarme al chico nuevo, no sería solo su cabeza la que rodaría. Me irritaba simplemente que me relacionaran con él. Yo no tenía nada que ver con él, absolutamente nada, y obviamente no me era gracioso tenerlo pegado a mi culo todo el día.

Por suerte, la conversación y bromas terminaron pasando a Namjoon. Empezaron a meterse con el enamoramiento, que obviamente negaba e intentaba tapar con un capricho, de Jungkook, el chico que asistía a clase con Yugyeom.

Y entre caladas y risas, la hora de descanso se esfumó sin que nos diéramos cuenta, y tuvimos que apresurarnos para llegar al muro de la escuela y saltarlo a escondidas antes de que sonara la campana de inicio de clases.

— ¡YoonGi! —me estaba alistando la camiseta después de haber saltado ágilmente la valla, cuando Jae Beom se me acercó por detrás. Él también acababa de saltar, pero seguía igual de indiferente e impecable que siempre— Lo he hablado con Hoseok, y si necesitas ayuda para librarte de ese pesado, cuenta con nosotros.

— ¡Yo me apunto también! —intervino Mark por el fondo, acompañado de Yugyeom, quien no tardó en unirse al entretenimiento. Este último, a pesar de ser el más joven, no tenía nada que envidiar a las mentes mayores en lo que a molestar se refería.

— Hagan lo que quieran —declaré sin mucho interés, aparentando no estar muy metido en el tema. Aún tenía mi indignación presente por las bromas de segundos antes— Pásenla bien con mi supuesto novio.

— ¡Oh, vamos! — Namjoon apareció por mi espalda y me dio un suave golpe en el brazo. Cuando me giré a mirarle, me estaba sonriendo de tal forma que fue imposible no terminar elevando yo también mis propias comisuras— ¿Te has enfadado? —empezó a hacer muecas junto a otros que se le unieron por la espalda, terminando por hacerme reír. Por desgracia era imposible molestarse de manera seria con esta gente.

— Más les vale que me divierta.

— ¿Entonces también te apuntas a la bienvenida del rarito?

— Obviamente —sonreí mientras entrabamos por la puerta de clase junto a los demás compañeros. De nuevo nos miraban, pero era algo a lo que estaba tan acostumbrado, que hasta había llegado a agarrarle gusto. Ignoré a los curiosos y eché un vistazo al panorama de clase, deteniendo mi vista en el sujeto más irritable de todos.

Estaba sentado en su mesa dibujando extraños garabatos. Básicamente era lo que hacía durante todos los recreos, pocas veces le había visto abandonar la clase. Aunque eso sí, hiciera lo que hiciera, siempre estaba solo.

Cuando me vio, esbozó una alegre sonrisa y agitó su mano, saludándome. Quizás le había cogido demasiada manía desde un principio, porque ahora que lo observaba mejor, tenía que reconocer que Hoseok estaba en lo cierto.

Taehyung podía resultar bastante gracioso.

Y cuanto más lo miraba, más convencido estaba de lo que íbamos a hacerle. Le devolví el saludo sonriendo falsamente y cuando bajó de nuevo la vista, las palabras salieron solas.

— ¿Quién se encargaría mejor del perro, que su propio dueño?

𝖬𝗂́𝗋𝖺𝗍𝖾 | 𝖸𝗈𝗈𝗇𝗍𝖺𝖾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora