Epilogo

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El sonido de las gotas de lluvia golpeando el asfalto se mezclaba con el distante rugir del tráfico nocturno, creando una sinfonía melancólica que envolvía la ciudad. Bajo las luces de neón, Min Yoongi caminaba con las manos en los bolsillos, cada paso pesado, casi como si el mundo se hubiera vuelto más denso en los últimos dos años. Sus pasos lo guiaron hasta un pequeño parque, donde las sombras de los árboles se extendían como dedos delgados sobre el suelo húmedo.

Se detuvo un momento, mirando hacia la vieja estatua en el centro del parque. Recordaba cómo solía correr por este lugar al amanecer, su aliento caliente formando pequeñas nubes de vapor en el aire frío de la mañana. Ahora, todo parecía distante, como si hubiera sido parte de una vida pasada, de alguien más. Dos años desde que dejó de boxear, dos años desde que el cáncer había empezado a devorar no solo su cuerpo, sino también su alma.

Cerró los ojos, dejando que el sonido de la lluvia lavara sus pensamientos por un momento. El dolor físico era algo con lo que podía lidiar, lo había hecho toda su vida. Pero la desesperanza, la sensación de ser un prisionero en su propio cuerpo, era algo con lo que aún no sabía cómo enfrentarse.

La pequeña hamburguesería estaba casi vacía, las paredes adornadas con fotos antiguas de peleas de boxeo que parecían burlarse de Yoongi desde sus marcos. Namjoon estaba sentado frente a él, mordiendo pensativo una papa frita mientras observaba a su amigo.

"¿Cómo te has sentido estos días?" preguntó Namjoon finalmente, su voz baja pero cargada de preocupación.

Yoongi miró su hamburguesa, la cual apenas había tocado. "Algunas veces me siento como si estuviera atrapado en un mal sueño del que no puedo despertar," dijo, su voz ronca, como si las palabras fueran afiladas piedras que se resistían a salir.

Namjoon asintió lentamente, sin apartar la vista de Yoongi. "Lo que más me duele," continuó Yoongi, "no es el dolor, ni siquiera el miedo... es no poder hacer lo que amo. Boxear era todo para mí. Era lo único que me hacía sentir vivo. Ahora, estoy aquí, sobreviviendo, pero no viviendo."

Hubo un silencio pesado entre ellos, roto solo por el sonido de la lluvia contra las ventanas. "Sé que es difícil," dijo Namjoon finalmente. "Pero tú eres más fuerte que esto, Yoongi. Siempre lo has sido."

Yoongi dejó escapar una risa amarga. "Solía serlo," murmuró. "Pero ahora... ahora siento que esa fuerza se ha ido. Y no sé si la podré recuperar."

Namjoon dejó su hamburguesa a un lado y extendió una mano hacia Yoongi. "No tienes que hacerlo solo. Estoy aquí, todos estamos aquí para ti. Y aunque no puedas volver al ring, eso no significa que no puedas encontrar algo más que te haga sentir vivo."

Yoongi levantó la mirada, encontrando los ojos de Namjoon llenos de una determinación que casi había olvidado que existía. "Gracias, Namjoon," dijo finalmente. "No sé qué haría sin ti."

Namjoon sonrió suavemente. "No tienes que descubrirlo."


Namjoon y Yoongi salieron de la hamburguesería, el aire nocturno frío contrastaba con el cálido interior que habían dejado atrás. Caminaban en silencio, el sonido de sus pasos sobre la acera mojada acompasando sus pensamientos. La lluvia había amainado, dejando solo un leve rocío en el ambiente. Mientras avanzaban por una calle más oscura, pasaron frente a un bar con luces de neón titilantes, de esas que anunciaban espectáculos para adultos. El cartel, en letras llamativas, dejaba poco a la imaginación.

Yoongi lo miró de reojo, su expresión algo tensa. Namjoon, siempre perceptivo, notó la mirada y soltó una pequeña risa. “¿Qué pasa, hyung? ¿Estás tentado?” preguntó en tono burlón.

Días Infinitos YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora