Espera

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La relación entre Yoongi y Jimin está creciendo de manera natural y profunda, yoongi va casi a diario a ver a Jimin bailar. La rutina de encontrarse casi a diario ha permitido que ambos se conozcan más a fondo, y la comodidad que sienten el uno con el otro es cada vez más evidente. A medida que pasan los días, lo que comenzó como una curiosidad y atracción inicial se está transformando en un vínculo significativo.

Jimin, aunque todavía lo ve como una amistad, empieza a notar que hay algo más profundo en su conexión con Yoongi. Por otro lado, Yoongi, con sus sentimientos hacia Jimin cada vez más claros, encuentra en estas interacciones una fuente de consuelo en medio de la dureza de su realidad.



Yoongi llevaba varios días sintiéndose mejor, casi olvidando su realidad gracias a los momentos que compartía con Jimin. Sin embargo, la sombra de su enfermedad seguía acechando. Un día, decidió ir al hospital para una revisión de rutina, aunque en su interior sabía que no era una simple formalidad.

Al llegar, el ambiente frío del hospital le trajo de vuelta toda la ansiedad que había estado reprimiendo. Los análisis mostraron que su tratamiento no estaba funcionando tan bien como esperaba. Los doctores le explicaron que el cáncer, a pesar de sus esfuerzos, seguía avanzando. El cuerpo de Yoongi estaba luchando, pero el desgaste era evidente: fatiga crónica, pérdida de peso, y el constante dolor que parecía no tener fin.

El regreso a casa fue un golpe devastador. La pequeña burbuja de felicidad que había creado junto a Jimin se rompió de golpe, devolviéndolo a la cruda realidad. Sabía que Jimin lo veía como un amigo, quizás más, pero Yoongi no quería que la relación se construyera sobre la base de la lástima. No soportaba la idea de que Jimin pudiera quedarse a su lado solo por compasión.

Los días siguientes, Yoongi se sumió en una profunda tristeza. Aunque intentaba mantenerse ocupado, el peso de su condición lo aplastaba. Comenzó a ir menos al bar, temiendo que cada vez que veía a Jimin, era un recordatorio de lo que nunca podría tener. Aun así, se aferraba a esos momentos con la esperanza de encontrar algo de paz, pero la amargura de saber que su tiempo era limitado lo consumía.

Jimin notaba su ausencia y el cambio en su comportamiento, pero atribuía esto a la posibilidad de que Yoongi estuviera ocupado con su carrera de boxeador.






Yoongi, tras días de lucha interna, decidió aferrarse a la normalidad que le ofrecían sus momentos con Jimin. Quería una noche más de tranquilidad, una noche en la que pudiera perderse en la conversación y la compañía del joven bailarín. Con un esfuerzo, tomó su teléfono y le envió un mensaje a Jimin: le dijo que llegaría al bar esa noche y después irían al parque, como solían hacer, a charlar mientras observaban el agua caer de la fuente.

Jimin recibió el mensaje con una sonrisa, preparándose para su espectáculo con la emoción de saber que Yoongi estaría en su lugar habitual, viéndolo. Sin embargo, cuando salió al escenario y miró hacia la mesa donde siempre estaba Yoongi, el asiento estaba vacío. Pensó que quizás Yoongi llegaría más tarde o que lo esperaría en el parque, así que siguió con su actuación, aunque con una ligera inquietud en el fondo de su mente.

Las horas pasaron y su turno terminó. Jimin, aún esperanzado, se dirigió al parque. Al llegar, caminó hasta la misma banca donde solían sentarse, pero estaba vacía. Se sentó, mirando alrededor, esperando ver a Yoongi aparecer en cualquier momento. Sacó su teléfono y le envió un mensaje, preguntándole si estaba bien, pero no recibió respuesta. Preocupado, intentó llamarlo, pero la llamada no se conectó, y el silencio al otro lado solo aumentó su ansiedad.

Jimin esperó, dándole tiempo a Yoongi por si había algún retraso o algún inconveniente, pero el reloj seguía avanzando y la noche se volvía cada vez más fría y solitaria. Pasaron varios minutos, que luego se convirtieron en una hora, y aún no había rastro de Yoongi. Finalmente, resignado y algo desconcertado, se levantó y comenzó a caminar hacia su casa, tratando de convencerse de que Yoongi debía haber olvidado la cita o que quizás estaba demasiado cansado después de un día de entrenamiento.

Lo que Jimin no sabía era que, en la soledad de su hogar, Yoongi estaba librando una batalla más intensa que cualquier entrenamiento o pelea. Atrapado en la realidad de su enfermedad, el dolor y la desesperación lo habían dejado incapaz de moverse, incapaz de seguir fingiendo que todo estaba bien. La enfermedad estaba reclamando más de él, y esa noche, en lugar de encontrar refugio en la compañía de Jimin, Yoongi se encontró solo, enfrentando su propio sufrimiento sin la fuerza para salir a buscar consuelo.

Días Infinitos YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora