Distancia

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Yoongi había tenido un día agotador. Desde temprano, estuvo ocupado en el gimnasio, ayudando a Namjoon a entrenar a los nuevos boxeadores, pero a pesar del cansancio, decidió ir al bar donde trabajaba Jimin. Sentía que ver a Jimin bailar siempre iluminaba su día, aunque últimamente había notado una sombra de inseguridad creciendo dentro de él.

Aquella noche, Namjoon decidió acompañarlo, queriendo distraerse después de una larga jornada. Ambos se instalaron en una mesa con buena vista del escenario. Yoongi se permitió relajarse, disfrutando de la música y la energía vibrante del lugar. Sin embargo, cuando Jimin bajó del escenario después de su actuación, Yoongi notó algo que hizo que su estómago se anudara. Desde su mesa, observó cómo Jimin sonreía ampliamente a un hombre con el que parecía estar hablando de manera animada.

Los celos se apoderaron de él de inmediato, y una voz en su cabeza comenzó a susurrarle los miedos que había estado intentando reprimir: “¿Qué pasa si Jimin encuentra a alguien mejor? Alguien que no esté enfermo…”. Sin decir una palabra, Yoongi se levantó abruptamente de la mesa, haciendo que Namjoon lo mirara sorprendido.

“¿Estás bien, hyung?” preguntó Namjoon, pero Yoongi ya estaba en camino hacia la salida, sin molestarse en responder.

El trayecto hacia su apartamento fue un torbellino de emociones para Yoongi. Sentía una mezcla de ira, tristeza, y, sobre todo, miedo. Al llegar a casa, no tuvo la paciencia para esperar a que Jimin regresara. Su mente seguía reproduciendo la imagen de Jimin sonriendo con ese hombre.

Cuando Jimin llegó, algo agitado por la carrera desde el bar hasta el apartamento, se encontró con Yoongi en la sala, de pie con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

“¿Qué pasa, Yoongi? ¿Por qué te fuiste así?” preguntó Jimin, confundido por la reacción de su novio.

“¿Por qué no me lo dices tú? ¿Quién era ese tipo?” replicó Yoongi, su voz cargada de acusación.

Jimin frunció el ceño, sorprendido por el tono de Yoongi. “¿De qué estás hablando? Solo estaba hablando con un cliente regular. ¿Por qué estás tan enojado?”

“¡No me mientas! Lo vi, cómo lo mirabas, cómo sonreías. ¡No soy estúpido, Jimin!” Yoongi gritó, dejando salir todo el veneno que había estado acumulando.

Jimin sintió que su paciencia se agotaba. “¡Esto es ridículo, Yoongi! Estás siendo irracional. ¿De verdad piensas que te haría algo así?”

Yoongi apretó los puños, luchando contra las lágrimas que amenazaban con brotar. “¡Claro que lo pienso! ¿Quién en su sano juicio querría estar con alguien como yo? Estoy enfermo, Jimin. ¡Tengo cáncer! ¡Soy una bomba de tiempo! Y tú… tú… tal vez estés buscando algo que yo ya no puedo darte”.

Jimin, herido por las palabras de Yoongi, respondió sin pensar, con el dolor guiando su lengua: “¡¿Y qué si lo hago?! ¡No puedo pasar el resto de mi vida cuidando a alguien que podría no estar aquí el próximo año!”

Las palabras colgaron en el aire, como un golpe certero al corazón de Yoongi. El silencio que siguió fue denso y lleno de angustia. Jimin, dándose cuenta de lo que acababa de decir, se tapó la boca, horrorizado por lo que había salido de sus labios.

Yoongi no dijo nada más. Simplemente dio media vuelta y se dirigió a la habitación de invitados, cerrando la puerta tras de sí con un clic suave pero definitivo. No quería dormir con Jimin esa noche, no porque estuviera enojado, sino porque necesitaba tiempo para pensar. Pensar en lo que había sucedido, en lo que les estaba pasando, y en si realmente podían superar aquello juntos.

Jimin se quedó en la sala, aturdido y lleno de arrepentimiento, con las lágrimas comenzando a caer. Sabía que había cometido un error terrible y que, aunque Yoongi no lo había dicho, sus palabras habían dejado una herida profunda en su corazón.








Los días pasaban como una serie de rutinas mecánicas para Yoongi y Jimin, envueltos en un silencio cada vez más denso. Tras la acalorada discusión, Jimin había intentado disculparse, su voz temblando de arrepentimiento mientras le decía a Yoongi que lo amaba y que no quería a nadie más. Yoongi, con una sonrisa tensa, había asentido y aceptado la disculpa, pero algo en su mirada dejaba entrever que las palabras de Jimin no habían logrado disipar del todo sus miedos.

A pesar de las disculpas, una distancia sutil pero creciente comenzó a instalarse entre ellos. Jimin lo sentía con cada día que pasaba, cada vez que Yoongi se comportaba como si nada hubiera sucedido. No hubo más noches de películas en la cama, ni charlas largas hasta la madrugada. Las cosas que antes eran habituales en su relación comenzaron a desvanecerse, como el viaje que habían planeado a España, el cual Yoongi canceló con la excusa de una pelea importante para uno de sus alumnos.

Jimin se dio cuenta de que su relación estaba cambiando, y no de la manera en que había esperado. Empezaba a temer que se estaban convirtiendo en meros compañeros de cuarto, compartiendo un espacio pero no un vínculo verdadero. Yoongi parecía más serio, más distante, como si algo en su interior se estuviera desmoronando, pero él no permitía que Jimin lo viera.

Un día, Jimin decidió acompañar a Yoongi al hospital para su revisión. El ambiente en la sala de espera era incómodamente silencioso, con Jimin sentado a su lado, tratando de encontrar las palabras adecuadas para romper el hielo. Durante la consulta, el doctor repitió lo mismo de siempre, destacando que el tratamiento seguía teniendo efecto, aunque aún era necesario un monitoreo constante. Sin embargo, esta vez, el doctor añadió algo que dejó a Jimin con una sensación de inquietud: recomendó a Yoongi que viera a un psicólogo.

Yoongi aceptó la recomendación de manera tranquila, casi como si ya lo hubiera esperado, pero Jimin, confundido, no pudo evitar preguntarse qué estaba sucediendo en la mente de su novio. A pesar de la incertidumbre, Jimin no se atrevió a preguntar más, temiendo la respuesta que podría recibir.

Después de salir del hospital, Jimin sugirió ir a una pizzería cercana, buscando una manera de recuperar algo de la normalidad que parecía escaparse entre sus dedos. Yoongi aceptó, y por un momento, Jimin pensó que quizás podrían hablar, resolver las tensiones que se habían acumulado entre ellos.

Sin embargo, justo cuando Jimin intentó iniciar una conversación, el sonido del teléfono de Yoongi interrumpió el momento. Era Namjoon, llamando para pedirle ayuda en el gimnasio. Yoongi respondió con rapidez, hablando en un tono urgente, y cuando colgó, le dijo a Jimin que tendrían que darse prisa porque lo necesitaban.

Jimin asintió en silencio, su corazón hundiéndose mientras terminaban su comida en un silencio incómodo. Cuando finalmente salieron, Yoongi, sin darle tiempo a protestar, dejó a Jimin en la pizzería, alegando que tenía que irse rápido.

Jimin se quedó allí, solo en la mesa, mirando la silla vacía frente a él y sintiendo cómo la angustia se apoderaba de su corazón. Su relación, que alguna vez había sido una fuente de alegría y consuelo, ahora parecía una carga llena de malentendidos y silencios insoportables. Mientras observaba la puerta por donde Yoongi había salido, Jimin no podía dejar de preguntarse cómo habían llegado a este punto, y si aún había alguna manera de salvar lo que una vez tuvieron.

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⏰ Última actualización: Aug 20, 2024 ⏰

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