𝟶𝟹. 𝚁𝚘𝚓𝚘 𝚢 𝚋𝚕𝚊𝚗𝚌𝚘

20 6 0
                                    

Era lunes, el comienzo de otra jornada escolar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Era lunes, el comienzo de otra jornada escolar. Aunque todo el fin de semana había estado pensando en alguna posible solución para que Oikawa no dijera nada, había sido un total fracaso, ya que únicamente había estado jugando videojuegos con Kenma.

En cuanto ingresé a mi salón, rápidamente sentí varias miradas. Nerviosa, no pude evitar pensar en la posibilidad de que ya era conocida como la acosadora de Oikawa. Por supuesto que lo negaría a la primera persona que lo mencionara, yo solo hacía mi trabajo.

Tratando de ignorarlos y darles mi peor cara, caminé hasta mi asiento. Abrí los ojos sorprendida en cuanto noté lo que había sobre mi pupitre.

Una hermosa orquídea roja.

La tomé entre mis manos, notando que debajo de ella se encontraba una pequeña nota con un corazón dibujado. Todos mis compañeros me observaban y murmuraban. Sentía todo darme vueltas, nunca me había gustado llamar demasiado la atención. Tratando de quitarle importancia, tomé ambas cosas y las puse debajo de mi silla, aplastando la orquídea con mis libretas.

— ¿Acaso nunca han visto una orquídea? alejen su vista de mí — dije seriamente, para después recostarme sobre el pupitre y dormir unos momentos en lo que llegaba el maestro.

¿Quién había sido el idiota que la había dejado?

───── ✦ ─────

El resto de la mañana transcurrió con normalidad. Pude mantenerme tranquila durante el día, pues Oikawa parecía estar evitándome también. Debió haber olvidado el asunto de las fotos, y con ese pensamiento sentía que ya no había nada de qué preocuparme.

— Tsunematsu, si vuelves a escapar de mi clase tendrás un reporte y serás castigada en tu club.

Claro que aún había algo de qué preocuparme: la clase de educación física. Siempre lograba escaparme y esconderme en la enfermería, el salón de música o la biblioteca, pero para la mala suerte que últimamente he tenido — el dios de la suerte no es un buen amigo mío, al parecer —, me había atrapado la presidenta de la clase y me había llevado arrastrando hasta el patio.

El sonido del silbato me sacó de mis quejas internas. Con todo el desinterés que me caracteriza, comencé a “correr”, que más bien parecía que solo caminaba sin mucho esfuerzo.

— ¡Vamos chicos! ¡Aún faltan seis vueltas más!

Rodé los ojos, cansada, de las ocho vueltas que eran, tan solo llevaba una y media. En cuanto vi cómo el maestro se distraía con algunos alumnos, dejé de intentar correr, observando a mis compañeros correr como tontos.

— Correr te ayudaría a tener mejor condiciónfísica, así no serías tan fácil de atrapar o de ser descubierta.

Me alejé de inmediato de la persona que había hablado tan cerca de mi oído, frunciendo el ceño y lista para enfrentar a quien había invadido mi espacio personal. Palidecí en cuanto noté que se trataba de quien había estado evitando todo el día.

the broken hearts club  | toru oikawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora