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Cuando terminaron de comer, casi de improviso, el tiempo, antes ligeramente nublado, se transformó rápidamente en un enorme aguacero.

"Mierda", maldice Reigen, mirando hacia la miríada de gotas desde debajo del pequeño toldo. "Me he olvidado el paraguas".

"Menos mal que yo no". Serizawa ríe, un poco tenso. Ahora había una tensión palpable entre los dos. Pero no se debía a nada malévolo. Era pura incomodidad lo que había abierto esta brecha entre los dos.

Ambos no estaban dispuestos a dar el siguiente paso hacia delante, lo que, a su vez, les hacía retroceder dos pasos.

Reigen suspiró, Hanazawa y Mob ya se habían ido en otra dirección para estudiar en la biblioteca, así que, una vez más, sólo quedaban Serizawa y él, solos.

Dios. El destino realmente quería patear el culo de Reigen hoy, ¿no?

Los dos hombres se acurrucan bajo el paraguas de Serizawa, quizás un poco más cerca de lo que deberían. Reigen supone que es sólo porque no quiere mojarse el traje, pero no está seguro de la legitimidad de ese razonamiento.

Incluso él podía decir sus propias tonterías a veces.

Era una habilidad fantástica que debería incluir en su currículum.

La lluvia caía a su alrededor, creando un relajante sonido de tranquilidad, algo que Reigen necesitaba desesperadamente en su cabeza en ese momento.

Le distraía, le alejaba de los sentimientos más oscuros que rodeaban su corazón.

"Arataka..." Serizawa dice, su voz tranquila bajo el sonido del clima. Los dos pasaban por el parque como atajo. Las hojas parecían etéreas mientras las gotas transparentes caían de ellas. Reigen no recordaba la última vez que había llovido así. "¿Ocurre algo? ¿He hecho algo mal?" pregunta Serizawa, con el ceño fruncido. "Has estado raro y... y sé que no te gusta hablar de ello, pero...".

Reigen mira a Serizawa y ve lo verdaderamente preocupado que parece el otro. Estaba claro que le reconcomía por dentro. Era difícil de decir a veces debido a las perpetuas tendencias ansiosas de Serizawa- pero realmente parecía estar preocupándose mucho por Reigen esta vez.

Es suficiente para abrir las compuertas. O, por lo menos, convencerlo de derramar sus tripas sólo un poco.

"No, Katsuya." Reigen le dice, sintiéndose culpable por ser tan distante. "Todo este... Lo de Mob y Hanazawa me ha hecho pensar de nuevo en mis padres..." Admite, haciendo un gesto salvaje, "Es realmente estúpido por mi parte relacionar ambas cosas, pero supongo que es difícil no hacerlo..." Reigen levanta la vista hacia el otro, "No te estoy ocultando ninguna trágica historia de fondo porque no confíe en ti o porque esté enfadado contigo o algo así... No hay ninguna historia real que contar." Miró a cualquier parte menos a Serizawa, "mi madre todavía me llama de vez en cuando, todavía recibo una tarjeta en mi cumpleaños... no es como si ambos me hubieran repudiado... Simplemente... no les importa..."

Serizawa frunce el ceño, el silencio los envuelve a los dos con un aire espeso y sofocante.

El silencio sólo parecía poner más tenso a Reigen.

No puede encontrar la voluntad para evitar hablar. Tenía que matar el silencio... tenía que silenciar el silencio.

"Sin mencionar que ahora que Mob y Hanazawa son algo... Tenemos que romper". Continúa- su afición por divagar no era una excepción hoy. "Y... Y... ¡Dios, Katsuya, realmente no quiero que lo hagamos!" Grita, predicando honestidad- por una vez. Algo en esa frase parece parar el mundo en seco.

Reigen está demasiado ocupado divagando como para darse cuenta de que sucede.

"Me gustas de verdad, Katsuya. ¡Me ha gustado fingir ser tu novio! Me ha hecho darme cuenta de que yo... de que yo...", se detiene, mirando cómo cae la lluvia. Tiene las palabras en la punta de la lengua, pero el último esfuerzo por soltarlas ha sido casi imposible.

Los dos están bajo el paraguas de Serizawa en aquel parque desolado, con la lluvia cayendo desde lo alto. Era todo tan terriblemente dramático. "...¿Que tú qué, Arataka?" La voz de Serizawa es tranquila, casi no se oye con el ruido de las gotas. Sus ojos se abren como platos.

Los dos se miran fijamente, inmóviles y estáticos en el parque. Se conocían muy bien, pero había algo que les retenía, y eran ellos mismos. La duda paralizante de Serizawa y el interminable autodesprecio de Reigen.

Tal vez fuera por la lluvia de aquel día. La lluvia siempre hacía que las cosas parecieran diferentes, hacía que la gente viera las cosas de una manera que no había visto antes...

O tal vez fuera porque Reigen Arataka, como persona, era el epítome de simplemente decir '¿sabes qué? a la mierda'.

...Sea lo que sea lo que eligió para manifestarse, Reigen, por fin, se confiesa a Serizawa en ese miserable espacio.

Y así, con la mitad derecha de la chaqueta de su traje empapada y lágrimas de emoción en los ojos grita,

"QUIERO SER TU NOVIO DE VERDAD. ME GUSTAS KATSUYA. DE VERDAD. ME GUSTAS MUCHO. UNA PUTA TONELADA MÉTRICA".

La confesión es lo bastante fuerte como para resonar en los árboles y parece que provoca una conmoción en el suelo. Los dos se quedan allí de pie durante un segundo, congelados una vez más. 

...Todo hasta que Serizawa, en un momento de audacia excepcional, se deshace del paraguas sobre sus cabezas y besa a Reigen como había estado soñando hacer desde que toda esta farsa había comenzado. 

Ambos estaban temblando de frío, con la lluvia de gotas golpeándoles la espalda y la cabeza. 

Pero Reigen nunca había sentido más calor en toda su vida.

A Veces Es Mejor Así - SerireiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora