Capítulo X|| "Princesa vs Rebelde"

2.9K 118 44
                                    

—¿Disculpa?

Aaron carraspeó sorprendido. No esperaba que saltara con ese tema, pero eso era lo bueno-o malo para quien lo vea- de estar intoxicada. Solía hablar sin tantos filtros y mis barreras de defensa se encontraban bastante flojas.

—Te pregunté si te gustaba.

—¿Por qué lo preguntas?

Me encogí de hombros—Una corazonada.
A pesar de que estuviera manejando, me miró de forma fugaz antes de volver a concentrarse en el camino. No pasé por alto que sus manos tomaron de forma más tensa el volante.

—¿Y bien?

—Claro que no me gustas—soltó firme. Incluso con un deje de frustración.

—Vale, no era necesario tal intensidad. Sólo preguntaba...

No pareció entender mi sarcasmo, porque inmediatamente se retractó por su tono.

—No esto diciendo que no me parezcas guapa. Lo eres, pero...no estoy interesado en esas cosas por el momento.

Fruncí el ceño, porque ¿qué adolescente no estaba interesado en ello?

—Cómo digas, Romeo.—me acomodé mejor en el asiento, cerrando los ojos—Despiértame cuando estemos cerca, mi madre no puede verme en este estado.

Aunque dada la hora, mis padres ya deben estar en su quinto sueño.

—¿Por qué sigues llamándome así? —me preguntó—Todavía no conseguí el papel.

—Manifestando.

Soltó una corta risa—¿Necesitas agua o algo para bajar los efectos?

—No. Soy muy buena mentirosa, pasaré sin problemas.

—Podrías ser tranquilamente una actriz, ese es nuestro principal trabajo.

No le respondí, porque lo dijo de forma sugerente. Pero, mi cabeza lo sintió importante. Guardaría esas palabras en su interior para cuando las crea necesarias, lo único era ver si yo sería capaz de recordarlas.

(...)

Por suerte cuando entré en la casa todos estaban durmiendo, me apresuré a subir hasta mi cuarto para acostarme. Temía no llegar a despertarme a horario, pero ese no fue un problema. A la mañana siguiente ya me encontraba sentada en la mesa, desayunando. Porque las consecuencias de lo que tomé anoche fueron esas. Un apetito un tanto irascible.

Mamá e Isis aparecieron cuando estaba preparándome una segunda tostada.

—Buenos días—las saludé. Podría ser algo extraño en mí, pero ninguna pareció notarlo porque estaban bastante apuradas. —¿Qué están haciendo?

—Hoy tengo que presentar un trabajo práctico, pero Nefertari decidió jodermelo por la noche.

Mamá estaba abriendo diferentes cajones—El pegamento debe de estar por aquí...

—Oh no...—mordí la tostada, negando con la cabeza—¿Fue mucho el daño?

—No, pero de igual forma me estresa.

—¡Aquí está!

Isis dio un salto, le quitó el pegamento a mi madre y subió corriendo las escaleras. En la cocina quedamos solas. No me gustaba la presión que le ponía a Isis, ese era el problema. Porque que tu mascota arruine tu tarea puede ocurrir, puede molestarte, pero el estrés de tener que ser perfecta es algo mucho más profundo. Mamá sacó una taza para el café y me observó:

—¿Qué tal Cora?

—Bien, nada que no haya pasado antes.

—Lo de Bruce fue muy doloroso y tampoco pasó mucho tiempo, es normal que tenga sus altos y bajos.

La apuesta perdida (MD 1) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora