Hanamaru pov
[...]
El aire de Kakunodate es tan fresco como lo recordaba, lleno de la calidez familiar que solo mi hogar puede ofrecer. Sin embargo, a pesar de estar rodeada por la gente que amo, una extraña sensación me persigue desde que llegué. Es como si una sombra del pasado intentara alcanzarme, un eco lejano que resuena en mi corazón.
La cena con mis padres fue tranquila, llena de risas y anécdotas de cuando era niña. Pero mientras los observaba, algo dentro de mí se sentía desfasado. Era como si no pudiera encajar completamente en la escena, como si hubiera dejado una parte de mí en otro lugar, en otro tiempo.
Después de la cena, me disculpé y subí a mi habitación. Los recuerdos inundaron mi mente en cuanto cerré la puerta: los días soleados corriendo con Yoshiko, las tardes leyendo bajo el cerezo en el jardín, las noches llorando en silencio cuando el peso de la soledad se hacía insoportable.
-Hanamaru, volver siempre es más difícil de lo que parece.- Me dejé caer en mi vieja cama, que todavía tenía ese suave olor a madera mezclado con el dulce perfume que mamá siempre usaba. Cerré los ojos y dejé que mi mente vagara, buscando respuestas que no sabía que necesitaba.
De repente, escuché un suave golpe en la puerta.
-¿Hanamaru? ¿Puedo pasar?-
Me incorporé rápidamente, limpiando las lágrimas que ni siquiera había notado que caían.
-Claro, Yoshiko, pasa.-
Ella entró tímidamente, con su usual expresión de duda, aunque en sus ojos brillaba una chispa que no había visto en mucho tiempo. Nos miramos en silencio, como si ambas estuviéramos esperando que la otra dijera algo.
-Quería hablar contigo... sobre algo que llevo tiempo guardando.- Mi corazón dio un vuelco. Sabía que esto iba a pasar tarde o temprano, pero no estaba preparada para enfrentar lo que fuera que Yoshiko tenía que decir.
-¿De qué se trata?-
Se sentó en el borde de la cama, su mirada fija en el suelo, mientras sus manos jugaban nerviosamente con los pliegues de su falda.
-Es sobre nosotras... y Riko.- El aire en la habitación se volvió pesado. Por un momento, el tiempo pareció detenerse, como si el universo estuviera esperando que una palabra mal colocada rompiera la delicada burbuja que nos rodeaba.
-Hanamaru, siempre has sido mi mejor amiga. Desde que éramos niñas, soñábamos con vivir juntas aquí, en Kakunodate, ser felices y hacer nuestros propios caminos. Pero cuando te fuiste… cuando te alejaste, todo cambió.-
Sentí una punzada en el pecho al escuchar sus palabras. La culpa comenzó a arremolinarse en mi interior, como si hubiese fallado a alguien muy querido.
-Lo sé, Yoshiko. Lamento haberme ido, lamento no haber estado aquí para ti.-
Yoshiko negó con la cabeza, su expresión suavizándose.
-No es tu culpa, Hanamaru. Todos tenemos nuestros propios caminos que recorrer, pero lo que quería decirte es que, en tu ausencia, encontré algo inesperado con Riko.- La mención de Riko hizo que mi mente se llenara de imágenes de ella y Yoshiko juntas. Recordé todos los momentos en que Riko me había hablado de Yoshiko, siempre con una sonrisa en su rostro.
-Al principio, pensé que solo era amistad, que tal vez estaba tratando de llenar el vacío que habías dejado. Pero con el tiempo, me di cuenta de que… me enamoré de ella.-
El silencio que siguió fue ensordecedor. No sabía qué decir. ¿Debería sentirme feliz por ellas? ¿O tal vez… envidiosa? No lo sabía. Mi mente estaba llena de una tormenta de pensamientos contradictorios.
-No te estoy diciendo esto para hacerte sentir mal, Hanamaru. Solo quería que supieras la verdad, porque… porque siempre hemos sido honestas la una con la otra.- Me quedé mirando a Yoshiko, tratando de procesar todo lo que acababa de escuchar. La verdad es que estaba feliz por ella. Yoshiko siempre había sido una persona increíble, y si Riko había encontrado en ella lo mismo que yo había visto durante todos estos años, entonces no tenía por qué sentirme mal.
-Yoshiko… Estoy feliz por ti. De verdad lo estoy.-
Las lágrimas que había estado reteniendo comenzaron a fluir nuevamente, pero esta vez no eran solo de tristeza. Eran de alivio, de comprensión y, sí, de alegría por mi amiga.
Nos abrazamos con fuerza, como si nuestras almas se estuvieran reconociendo después de un largo viaje.
-Gracias, Hanamaru. Eres la mejor amiga que podría pedir.-
-Y tú eres la hermana que nunca tuve.-
Nos quedamos así por un rato, en silencio, disfrutando de la calma que finalmente había llegado después de la tormenta. Sabía que el camino por delante no sería fácil, que todavía habría desafíos y momentos difíciles, pero por ahora, estaba en paz.
Estaba en casa.
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Cherry Hug's | DiaMaru
Fanfic"Ese día pude conocer tus cálidos brazos, bajo la sombra de decenas de árboles de cerezo. Ahora sé que encontré al amor de mi vida" Ninguno de los personajes me pertenece. (Lenguaje vulgar).