13. Un Targaryen y una Strong

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Décimo día de la cuarta luna, año 122 d.C.

Daemon se sentó en uno de los jardines de la fortaleza con una copa de vino en la mano mientras pensaba.

Aunque había cambios en su plan, este seguía siendo igual, Alicent se iba a convertir en su esposa, él en Rey, todo iba a ser perfecto.

Estaba aburrido soberanamente, no tenía a quien fastidiar, con quién destilar veneno.

Viserys estaba descansando, Alicent había logrado esconderse de él, y prefería que lo comiera el Caníbal antes de estar 1 minuto en presencia de Rhaenyra, quien lloraba por la perdida de su título como heredera.

Observó a la lejanía a sus sobrinos Velaryon y su futura hijastra. 

Lucerys y Jacaerys parecían estar diciéndole algo a Alysanne, quien tenía el rostro arrugado y las mejillas sonrojadas por el enfado.

Tenía habilidades para leer los labios, pero estaba demasiado lejos para eso, por lo que se levantó y empezó a acercarse.

Lo que haya dicho Jacaerys enfureció a Alysanne e hizo que levantara su pie y pateara en la espinilla a su medio hermano/sobrino.

Su sobrino soltó un terrible aullido de dolor y se sujetó la pierna con lágrimas en los ojos.

Daemon sonrió con diversión, terminó su copa de vino, dejándola encima de una mesa y se acercó a grandes zancadas hacia los niños.

Ninguno lo había notado, tampoco la septa de Alysanne, una mujer arrugada que parecía la nodriza del conquistador.

Se detuvo de golpe al ver a la mujer alzar la mano con una regla en ella y estrellarla contra la pálida muñeca de su futura hijastra.

Vio rojo.

Sabía que Alicent jamás había golpeado a su hija, y los dioses sabían que Harwin y Lyonel adoraban demasiado a la niña como para haberle puesto un dedo encima.

El hecho de que esa mujer se atreviera a tocar a una futura princesa, perteneciente a la casa Targaryen, no le alegró el día.

Acortó la distancia con paso enfurecido, y tomando con brusquedad el brazo de la septa, dio un firme tirón.

La mujer perdió él equilibró y casi cayó al piso, observándolo con miedo.

—¡Mi príncipe! —dijo la mujer con voz sorprendida y asustada.

—¡¿Qué crees que estás haciendo?!

—Lady Alysanne tuvo un comportamiento impropio para una dama, es mi deber...

Los dedos de Daemon se enroscaron con fuerza y furia alrededor de la muñeca de la mujer, dejando una marca morada, similar a la de la niña.

—Si te atreves a volver a hacer algo como eso contra Alysanne o uno de los hijos de mi futura esposa, me aseguraré de que llenes el estómago de Caraxes.

La mujer se encogió sobre sí misma, asustada y adolorida, temblaba como un ratón ante los ojos de un gato, y eso le generaba una gran sensación de satisfacción a Daemon. Apretó aún más su agarre mientras sus ojos se entornaban, buscando una respuesta.

—Entendí, mi príncipe —lloriqueó la mujer.

El príncipe sonrió con satisfacción, dándole un último y fuerte apretón a la mujer por el mero placer de hacerlo, la soltó, asegurándose de remarcar su punto mientras apoyaba su mano en la empuñadura de Dark Sister, que reposaba enfundada contra su cadera.

La mujer apretó su muñeca contra su pecho, acunando la extremidad que empezaba a adquirir un desagradable tono púrpura.

El príncipe dirigió su mirada hacia su castaña sobrina, quien lo observaba con cierta admiración, pero a la vez, miedo.

Seduciendo a un canallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora