2. 10 grado

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Las vacaciones siempre pasan volando, y antes de darme cuenta, ya estaba de vuelta en la escuela, lista para empezar el décimo grado. No sé si estaba más emocionada o nerviosa, pero lo que sí sabía era que ver a mis amigas Laura y Sophie después de tanto tiempo me llenaba de alegría. Ellas han sido mis mejores amigas desde segundo grado, y a pesar de todo lo que ha pasado en nuestras vidas, siempre hemos estado juntas.

Al llegar a la escuela, me encontré con Laura y Sophie en la entrada. Como siempre, Sophie llevaba su cabello perfectamente peinado, y Laura tenía esa sonrisa cálida que siempre me hace sentir que todo va a estar bien.

—¡Hanna! —gritó Sophie, corriendo hacia mí para abrazarme—. ¡Te extrañé tanto!

—¡Lo sé! ¡Yo también! —respondí, devolviéndole el abrazo con fuerza.

—Chicas, ¿ya listas para sobrevivir otro año? —dijo Laura con una sonrisa mientras nos abrazábamos en grupo.

—¡Sí! —contestamos al unísono.

Entramos al salón y nos sentamos juntas, como siempre. Fue entonces cuando noté que había un chico nuevo en nuestra clase. Era alto, con cabello castaño y ojos color miel, y se veía... amable, pensé al principio.

La profesora lo presentó al grupo.

—Chicos, les presento a Leo. Es nuevo en nuestra escuela. ¿Por qué no nos cuentas un poco sobre ti, Leo?

Leo asintió, con una expresión seria que no combinaba con su apariencia amigable.

—Hola, soy Leo. Antes estaba en una escuela pública. No tenía muchos amigos allá, pero me gusta el básquet y el voleibol. Espero hacer muchos amigos aquí.

Aunque su tono era serio, noté un destello de nerviosismo en sus ojos. "Quizás no sea tan serio como parece", pensé.

El día pasó volando, y cuando llegó el recreo, no podía esperar para hablar más con mis amigas. Estábamos caminando por el pasillo, riéndonos de una broma que Sophie había contado, cuando de repente, me tropecé con alguien. Miré hacia arriba, y para mi sorpresa, era Leo.

—Oye, fíjate por dónde caminas —dijo Leo, con ese tono serio que ya había empezado a reconocer.

—¡Tú también estabas distraído, mocoso! —le respondí, frunciendo el ceño.

—¿Mocoso? —repitió, arqueando una ceja.

Desde ese momento, supe que no nos llevaríamos bien. Y no estaba equivocada. A partir de ese día, Leo empezó a molestarme. Me puso el apodo de "la angelical", según él, por mi cara de niña buena y mi estatura. Cada vez que hacía algo, él decía:

—Mira, ya está la angelical con su carita de "yo no hice nada".

Y si eso no fuera suficiente, también me llamaba "niña de quinto".

—Oye, niña de quinto, ¿por qué no te vas a tu salón? —me decía, mientras yo lo fulminaba con la mirada.

Pero lo peor de todo no era eso. Lo peor era que Leo se hizo amigo de Halan, ¡mi propio hermano! Ahora, Leo venía a mi casa todo el tiempo, y yo tenía que aguantar sus bromas tontas y sus comentarios irritantes.

—Hanna, ¿quieres jugar algo? —me preguntó Halan un día mientras Leo estaba sentado en nuestro sofá.

—No, gracias —respondí, intentando ignorar a Leo.

—¿Qué pasa, niña de quinto? —dijo Leo con una sonrisa burlona—. ¿Tienes miedo de perder?

—No tengo miedo de perder —le contesté, cruzándome de brazos—. Simplemente no quiero perder mi tiempo contigo.

Halan solo se rió y siguió jugando, mientras yo trataba de concentrarme en mi dibujo, pero era imposible con Leo cerca.

Así que sí, el décimo grado empezó de una manera que nunca imaginé. Con un nuevo chico que parecía amable, pero que terminó siendo un fastidio. Aun así, sabía que este año escolar iba a ser interesante, como un verdadero K-drama, lleno de sorpresas, enredos, y tal vez, solo tal vez, alguna que otra amistad inesperada.            Esa tarde, mientras volvía a casa, no podía dejar de pensar en Leo. ¿Por qué tenía que ser tan molesto? Aunque algo dentro de mí sabía que había más detrás de su actitud. Tal vez, solo tal vez, él no era tan terrible como parecía. Pero antes de que pudiera reflexionar más sobre ello, mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de la puerta principal abriéndose.

—¡Hanna, ven aquí ahora mismo! —gritó Halan desde la sala.

Suspiré, sabiendo que probablemente quería desafiarme en otro juego. "Al menos, con él sé a qué atenerme", pensé mientras me dirigía hacia la sala, preparada para lo que sea que mi fastidioso hermano tuviera en mente esta vez.**

Mi vida de KdramaWhere stories live. Discover now