João Félix observaba a João Cancelo desde la distancia mientras entrenaba con el equipo de fútbol de la escuela. Desde el primer día que lo vio, supo que le gustaba. Sentía que eran almas gemelas destinadas a encontrarse.— Si viste cómo me miró.
— Félix, no te ha mirado. — Le dijo Gavi, visiblemente estresado. Siempre era lo mismo, el portugués no paraba de hablar todo el día de Cancelo, pero nunca se acercaba a él.
— Eso dices tú.
— ¿Este es mi castigo por burlarme del niño que se cayó en el suelo, verdad?
— Quizá sí es tu castigo. — Suspiró, incapaz de apartar la mirada de João Cancelo, era como si brillase en la mitad del campo de juego.
— Deberías hablarle de una vez por todas y ya, nada pierdes. — Intentó animarlo.
— ¿Y qué le digo? No puedo, no puedo. — Le dijo mientras agarraba su pelo del estrés.
— Solo tienes que decirle 'hola', ni que fuera el fin del mundo.
— No es el fin del mundo, pero tú no has sido capaz de hablarle a Lewandowski.
— No me ataques de esta forma.
El portugués siempre encontraba alguna forma de molestarlo. Félix siempre lo sacaba de sus casillas y ahora no paraba de reír.
— ¡Basta João!
—
— Se estaba riendo. Yo lo vi. — Dijo Cancelo mientras se sentaba en el banquillo y se quitaba los zapatos. El entrenamiento había acabado.
— No tiene nada de malo reírse. — Le respondió raphinha, ya empezaba su amigo.
Dios fuerzas.
— Si, pero...
— Que va, no se estaba riendo de vos si es lo que piensas.
— ¿Debria hablarle? — Cancelo parecía aún dubitativo mientras se recostaba en el banco, mirando fijamente el campo vacío.
— Háblale, nada pierdes.
( — )
Al día siguiente, João Félix estaba decidido a hablar con João Cancelo. Se preparó mentalmente mientras se dirigía hacia la escuela.
— Por favor, ya no quiero seguir siendo Cancelo. —dijo su amigo cansado, después de una hora siendo el objeto de práctica de João.
— No le diré nada al final, gaviiii. —respondió Félix, fingiendo un llanto falso.
— ¿Estás loco? Le vas hablar hoy, sea como sea.
—
Félix caminaba por los pasillos buscando a Cancelo. Cuando pensaba que tal vez ya no lo encontraría, lo vio en su casillero, guardando algunas cosas.
Entonces decidió acercarse, tipo así normal, así como cuando uno se acerca a las personas, con naturalidad. Para nada forzado.
Pero esta vez el mayor fue mucho más rápido y lo saludó primero.
— Hola Félix. — Le dijo con una sonrisa.
El corazón de Félix comenzó a palpitar con fuerza mientras la sorpresa se apoderaba de él. No esperaba que Cancelo supiera su nombre. Incapaz de articular palabra, se sintió abrumado por el pánico y sin decir nada, se dio la vuelta y salió corriendo.
— ¿Qué...? — Cancelo lo observó irse, confundido por su reacción.
La pregunta quedó en el aire mientras el chico desaparecía por el pasillo, dejando a Cancelo solo y confundido.