hoodie

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Si le preguntaras a João Cancelo cómo estaba su día, te diría que una completa mierda.

El tan esperado día libre había llegado. No tenían entrenamiento ni compromisos, solo un día entero para descansar o hacer lo que quisieran. Cancelo se despertó emocionado, listo para aprovechar el tiempo, pero enseguida notó la molestia en su garganta. A medida que la mañana avanzaba, se sintió cada vez peor.

Su celular sonó. No tenía ganas de hablar con nadie, pero aun así respondió. Era Félix.

— Estoy en cama, me dio gripe. — escribió Cancelo, resignado.

Félix frunció el ceño mientras leía el mensaje. "Vaya día para enfermarse", pensó.

— Bueno, igual voy a salir. ¿Necesitas algo? ¿Paso por tu casa y te llevo algo? — le contestó.

Hubo una breve pausa antes de que llegara la respuesta.

— Solo pastillas para el dolor de cabeza, si puedes. — Félix sonrió al leer el mensaje. Cancelo siempre era así, intentando no preocuparse demasiado por sus propios problemas.

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Félix llegó a la casa de Cancelo cargado con una bolsa llena de medicamentos: pastillas para el dolor de cabeza, para la fiebre, jarabe para la garganta y hasta algunos sobres de té. Al verlo entrar, Cancelo se sorprendió.

— ¿Pero qué es todo esto? Solo te pedí pastillas para el dolor de cabeza — dijo frunciendo el ceño mientras revisaba el contenido de la bolsa.

— Lo sé, pero nunca está de más. Solo quiero que te recuperes pronto — respondió Félix mientras dejaba las cosas en la mesa.

Cancelo dejó escapar un suspiro y se dejó caer en el sofá, sintiéndose claramente peor de lo que estaba dispuesto a admitir. Félix se acercó para sentarse a su lado, pero Cancelo lo detuvo con la mano.

— No te acerques mucho. No quiero que te contagies — dijo, tosiendo ligeramente.

— Sí, sí, tranquilo. Solo vine a asegurarme de que tomes todo esto y te cuides. — Félix se sentó en una silla más alejada y lo observó con los brazos cruzados. — Por cierto, ya toma esas pastillas para la fiebre y vete a dormir un rato.

Cancelo se quejó un poco, diciendo que no quería dormir, pero ante la mirada insistente de Félix, se rindió y se metió bajo las mantas. No pasó mucho tiempo antes de que el cansancio lo venciera.

— Antes de que te duermas, voy a jugar en tu Play. — le dijo en tono despreocupado. Sin embargo, el mayor ya estaba en otro plano astral, profundamente dormido.

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Horas más tarde, Cancelo despertó sintiéndose aún peor. La nariz completamente tapada y un dolor de cabeza pulsante le hacían ver las estrellas. Decidió llamar a Félix, que seguía en la sala, esperando pacientemente.

— Joa... — llamó con voz ronca. El aludido se levantó de inmediato y fue al cuarto, encontrando a Cancelo envuelto en las mantas como un burrito.

— ¿Hay algo más que pueda hacer? — preguntó Félix mientras se sentaba en un gran cojín al pie de la cama.

Cancelo se tomó un momento antes de responder, buscando algo que pudiera hacerlo sentir un poco más cómodo.

— Préstame tu hoodie. — pidió finalmente, señalando el hoodie gris que Félix llevaba puesto.

Félix parpadeó, sorprendido por la petición. — ¿Mi hoodie? ¿Este? — preguntó, mirándolo.

— Pues claro, tonto, ¿cuál más?

Sin más, Félix se lo quitó, quedando solo con la camiseta blanca que llevaba debajo, y se lo lanzó a la cara.

— Aquí tienes. Pero no lo pierdas, es mi favorito.

Cancelo se rió mientras se lo ponía. — Claro, claro... aunque creo que me lo voy a quedar.

— ¡Ni se te ocurra! — protestó, haciendo un puchero. — Es mi hoodie favorito, no puedes quedártelo.

Cancelo se acomodó, disfrutando del calor y la suavidad de la prenda del chico. — Tienes muchos más para usar. Uno menos no te hará daño.

— Cuando estés en tus cinco sentidos, me lo llevas al entreno.

— ¿Debería? Ya está lleno de gérmenes.

— Existen las lavadoras, ¿sabes?

Cancelo se echó a reír, sintiendo que tal vez solo necesitaba a Félix y su hoodie para empezar a sentirse mejor.




Esta vez le tocaba a felíx cuidarlo. 😔😝

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