Un pelirrojo descarado... - Cap. 1.

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Antes de empezar, me gustaría aclarar un par de cosas.
Estamos situadas antes de Shadondy, pero también Kid ya perdió el brazo.
Se que el llega a Shabondy con su brazo, pero bueno, me di cuenta tarde esto así que prefiero escribirlo aquí antes de todo.

Comencemos.

...

Pink Ten era un pequeño y apartado pueblo, perdido en algún rincón lejano del Nuevo Mundo. Aunque diminuto en tamaño, sorprendía a los forasteros por su modernidad. Sus calles, tranquilas y ordenadas, ofrecían un curioso contraste entre la calma de la vida diaria y la innovación que se respiraba en cada esquina.

¿Qué hacía especial a este lugar? Bueno, uno de sus rincones más fascinantes era un taller donde trabajaban un hombre y su hija. El padre, un veterano mecánico que había perdido una pierna en algún oscuro capítulo de su vida, dedicó su existencia a transmitir su vasto conocimiento a la joven. Desde que era apenas una niña, le enseñó a manipular pistones, engranajes, motores, bujías, y sistemas hidráulicos con la destreza de un maestro. A medida que crecía, se fue convirtiendo en una experta capaz de armar y desarmar complicadas máquinas, automóviles, camiones, e incluso submarinos. Para su corta edad, su habilidad rozaba lo prodigioso.

Esa joven era ______, y su vida había girado en torno a las máquinas desde que tenía memoria. Dedicaba cada segundo de su existencia a comprender, reparar, y crear esas maravillas mecánicas. Pero había algo que, con el tiempo, comenzó a inquietar su mente: los seres humanos.

Para ella, las máquinas tenían una sensibilidad única, casi perfecta, que les permitía comunicar sus fallas y necesidades de manera clara y directa. En contraste, los humanos le resultaban complejos, impredecibles, y difíciles de descifrar. Mientras que el metal y los circuitos hablaban un lenguaje que ella entendía a la perfección, las emociones y pensamientos de las personas se le escapaban como arena entre los dedos.

Ver a otros niños de su edad jugando juntos en grupo y sentirse incapaz de unirse a ellos era algo que ______ nunca lograba entender. Esa incapacidad para integrarse la llevó a tomar una decisión inusual: estudiar a fondo el cuerpo humano, con la esperanza de desentrañar los misterios de la naturaleza humana que tanto la desconcertaban.

A los veintidós años, ______ ya se había convertido en una experta tanto en mecánica como en medicina. Para ella, las venas y las mangueras eran prácticamente lo mismo; ambas eran sistemas de flujo vital que podían ser comprendidos, reparados y, si era necesario, mejorados. Fascinada por esta convergencia entre lo biológico y lo mecánico, comenzó a explorar la posibilidad de crear partes mecanizadas inspiradas en el cuerpo humano. Su mayor inspiración fue su propio padre, un hombre mayor que, tras perder una pierna, había aprendido a vivir con una prótesis de madera.

Había estudiado lo suficiente como para replicar una pierna humana en hierro, buscando imitar la complejidad de la creación natural. Con determinación y sin dudarlo, construyó una prótesis para su padre que conectaba los nervios con diminutas mangueras de precisión. Estas mangueras establecían una conexión crucial entre los nervios y la prótesis, permitiendo que las señales del cerebro se transmitieran a la pierna artificial con sorprendente eficacia.

Y lo logró.

Poco después de esa primera prótesis, la fama de ______ comenzó a extenderse. Personas de lugares lejanos, incluso de otros países, empezaron a llegar al pequeño pueblo, atraídas por la posibilidad de obtener una prótesis hecha por sus manos. Pronto, su padre también aprendió a fabricar estas sofisticadas extremidades mecánicas, contribuyendo al crecimiento de la demanda.

Fiera Roja. (Tú x Eustass Kid)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora