20. Mary Matheson muere

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Henry entró a la mansión y se quitó la corbata mientras caminaba hacia la oficina, pero dos voces lo detuvieron en la sala

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Henry entró a la mansión y se quitó la corbata mientras caminaba hacia la oficina, pero dos voces lo detuvieron en la sala.

Hizo una pausa y parpadeó varias veces para asegurarse de que estaba viendo bien. Él tenía planeado ahogarse en alcohol esa noche. No había bebido ni una gota todavía, así que no tenía sentido que estuviera teniendo alucinaciones de algún tipo.

Porque Mary, su hermana inaccesible, estaba riendo con un hombre. Ambos sentados en el suelo, jugando a las cartas. El cabello de su hermana estaba suelto, casi despeinado y por lo que podía ver, estaba descalza.

Henry no reconoció al tipo, así que se acercó. Cuando escucharon sus pasos dejaron de reír y lo miraron. La sonrisa del hombre desapareció y se puso de pie rápidamente, enderezando la espalda como un soldado.

Su hermana por otro lado se levantó, volviendo a sonreír. Mary no le dedicaba muchas sonrisas, así que era extraño que lo hiciera en ese momento. Y tampoco había una sola botella de alcohol cerca, por lo que no podía culparlo.

—Henry, hola. —Su sonrisa se desvaneció un poco cuando lo miró fijamente, dándose cuenta que él había estado afuera—. ¿Dónde estabas tan tarde?

—Negocios —respondió. Luego miró al hombre—. No tengo el placer de conocerte.

Mary se puso frente a él.

—Es mi guardaespaldas permanente. Newt nos puso uno, ¿recuerdas?

Henry esperó, sin responderle a su hermana.

El tipo salió detrás de ella y lo enfrentó.

—Mi nombre es Xavier Carter, señor.

—Señor Carter, los guardaespaldas no tienen permitido...

—Él sí lo tiene —gruñó Mary, volviendo a ponerse frente a él—. Yo le di el permiso. Es mi guardaespaldas. Lidiaré con él como yo prefiera. —Se cruzó de brazos y lo miró molesta—. Tienes suficiente cosas en que centrarte, no te involucres en nimiedades.

Henry le sostuvo la mirada a su hermana. Ella empezó a cambiar el peso de su pie, claramente inquieta, sabiendo que estaba caminando por una línea fina.

Mary tragó saliva.

—Por favor —pidió.

Henry sintió una punzada en la cabeza y decidió que no estaba de humor para lidiar con ella. Le dirigió una mirada de advertencia al tipo, que también tragó saliva, y se dio la vuelta, siguiendo el camino a la oficina.

—Henry —llamó su hermana.

Él se detuvo, sin volverse.

—Tienes labial en la mejilla.

Henry se tensó.

La escuchó regresar a la sala y él no pudo relajarse hasta que entró a la seguridad de su oficina.

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