22. Votos de Sangre

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Carol se despertó por el zumbido molesto qué hacía un teléfono y eso la hizo despabilar por completo

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Carol se despertó por el zumbido molesto qué hacía un teléfono y eso la hizo despabilar por completo. Ahí no había ningún teléfono a mano.

Miró a su alrededor en la habitación de hotel qué estaba encerrada y vio el móvil sonando sobre el cajón gris a su lado.

Ni siquiera cuestionó como había aparecido. Contestó la llamada de inmediato.

—¿Diga?

—Regresa de inmediato, Carol.

Ella se puso de pie, alarmada por la voz de Katie.

—¿Qué está pasando?

—Henry quiere matar a Mary. La quiere matar en serio. Tienes que venir ya mismo.

La llamada se cortó y Carol miró el teléfono, procesando las palabras.

No le sorprendía qué Katie supiera donde estaba o que de alguna manera hubiera colado el teléfono mientras ella dormía y Niels no estaba.

Niels.

El hombre la había secuestrado y la había encerrado porque sabía que no iba a pelear contra él. La había seducido tan bien que lo único que hacían era compartir esa cama mientras él insistía en que aceptara casarse con él. Ella se negó cada vez.

Así que estaba ahí, encerrada mientras él hacía quién sabe qué cosa.

Guardó el teléfono dentro de su sujetador y se vistió rápidamente.

Si Henry quería matar a Mary, algo terrible había ocurrido y ella no podía permitirse dejarla sola o a él.

La puerta de la habitación se abrió y ella se detuvo. Niels entró, mirándola con sus ojos de depredador.

—¿Vas a algún lado?

Carol se relamió los labios.

Sí, lejos de ti, quiso responder. Antes de que me convenzas de decir que sí.

Porque estuvo cerca de flaquear. Lo estaba. El hombre había sido jodidamente perfecto durante esas semanas. Ignorando el detalle que la había secuestrado y no le decía nada sobre el paradero de Jackson, además de que estaba vivo.

Carol había temido que lo lanzara al mar por celos. Niels, hombre honesto, le admitió que lo había considerado, pero que no quería hacerla enojar.

Le había regalado flores, joyas, habían comido juntos y follado hasta que quedaba completamente inconsciente. No hubo nada en su mundo excepto él. Le mostró todo lo que podía darle si se convertía en su esposa.

Y una parte egoísta de Carol lo deseó.

Deseó ser suya.

Pero esa llamada rompió cualquier hechizo. Carol no estaba destinada a tener nada propio. Ella tenía una responsabilidad para con su familia. No podía irse y un McKenzie nunca sería bienvenido en la familia.

MathesonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora