INFERNALIS

01

Era un día agitado en Auradon, la gente de servicio iba y venía del Castillo del rey Ben y la reina Mal que estaba en su mejor momento como gobernantes. La paz y la tranquilidad se hacía presente por todos los rincones del país incluso en la que era la isla de los perdidos.

Desde que la reina Mal junto a sus amigos derribaron la Barrera, gran parte de los villanos acordaron no tener más guerras.

Meses después de que los villanos obtuvieron la libertad. Ben y mal tuvieron una larga reunión con el consejo de Auradon y después de tanto trabajo en convencer a los gobernantes de distintos países llegaron al acuerdo de liberar a Maléfica de su encierro en un cuerpo de lagartija.

La noticia de la liberación de Maléfica se propagó rápidamente por todo Auradon, causando una mezcla de asombro y temor entre sus habitantes. Aunque muchos habían aceptado a Mal y confiaban en su liderazgo, no podían olvidar el poder y la oscuridad que Maléfica había representado durante tanto tiempo.

Mal y Ben decidieron que la liberación debía realizarse en privado, con solo un grupo selecto de personas presentes. Sabían que Maléfica no sería fácil de controlar, y Mal sentía un nudo en el estómago al pensar en enfrentarse a su madre una vez más.

La ceremonia tuvo lugar en el bosque encantado, un lugar apartado donde la magia antigua aún resonaba en cada rincón. Las ramas de los árboles centenarios se mecían suavemente mientras un viento misterioso susurraba a través de las hojas. Mal, vestida con una capa púrpura que evocaba los colores de su madre, sostenía entre sus manos el hechizo que rompería la maldición. Ben estaba a su lado, dándole el apoyo que tanto necesitaba.

-Es ahora o nunca. - murmuró Mal para sí misma, mirando el pequeño terrario donde Maléfica, en su forma de lagartija, la observaba con ojos llenos de resentimiento.

Con un profundo respiro, Mal comenzó a recitar las palabras del hechizo. La atmósfera se volvió pesada, cargada de poder, y las nubes oscuras comenzaron a arremolinarse sobre el claro del bosque. Una luz verde brillante emanó de las manos de Mal, rodeando el terrario. De repente, un estallido de energía sacudió el suelo, y el pequeño cuerpo de la lagartija comenzó a transformarse, creciendo y retorciéndose hasta que Maléfica, en toda su majestuosa y temible gloria, emergió del resplandor.

Los ojos de Maléfica se abrieron lentamente, parpadeando mientras se ajustaban a la luz del día después de tanto tiempo. Su mirada se clavó en Mal, quien no pudo evitar retroceder un paso.

- Madre…- dijo Mal, su voz firme, aunque su corazón latía con fuerza. -Te hemos liberado. Auradon ha cambiado, y tú tienes una segunda oportunidad.

Maléfica la observó en silencio por unos momentos, su expresión indescifrable. Luego, una sonrisa lenta y peligrosa curvó sus labios.

- Veremos si este nuevo mundo es digno de mi presencia.- respondió Maléfica con voz suave pero cargada de amenaza.

Al pasar las semanas, la hada oscura se reunió con sus viejas amistades que se adaptaron rápidamente a Auradon. Jafar inauguró una tienda que con el paso de las semana se expandía gracias a la popularidad de su hijo en el tourney. Ghimilde vivía con su hija y trabajaban juntas, volviendose las modistas más reconocidas internacionalmente. Cruella junto a Jane abrieron un refugio para animales, ambas reponiendose con el tiempo por la muerte de Carlos.

Maléfica se dió la oportunidad de pasar tiempo con su hija, de conocerla. Pudo sentir que su corazón se conmovió al enterarse de la muerte del amigo de su hija, preguntándose ¿Y si hubiera sido Mal y no Carlos?. Con el pasar de los meses, Maléfica había aprendido a amar «De nuevo» a su hija.

Con Mucho esfuerzo y mucha voluntad se fue acostumbrando lentamente a vivir entre las personas que alguna vez la desterraron y aislaron del exterior. No es que la emperatriz del mal se olvidará tan rápido de lo sucedido, pero, Con Mal en el reinado no tenía porque buscar venganza en el gobernado de su hija. No aún. Mal tenía el poder y ella iba a dejar que su única descendencia lo disfrutará.