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-¿Maléfica?

La recién nombrada se giro lentamente hacia tal llamado y alzó una ceja al ver quien la había interrumpido.

-¿Tu eres...?

Maléfica giró lentamente hacia la voz que la llamó, su mirada penetrante enfocándose en la joven que se encontraba frente a ella. Con una elegancia natural y un aire de autoridad, alzó una ceja, claramente evaluando a la intrusa que había osado interrumpirla.

La joven, visiblemente nerviosa Pero con un destello de seguridad dio un paso adelante y extendió la mano en un gesto de saludo.

-Audrey -dijo con una voz que intentaba sonar segura, aunque el temblor en sus dedos la delataba. Al ver que Maléfica no movía un solo músculo para corresponder, Audrey retiró rápidamente su mano, tratando de ocultar su incomodidad con una sonrisa tensa. -Soy la hija de Aurora -continuó, esperando que la mención de su linaje despertara algún tipo de reconocimiento en la oscura figura ante ella.

-Claro, te recuerdo. - El hada sonrió. - Tu eres la que quiso jugar de villana creyendo que solo con robar mi cetro iba a Gobernar Auradon, ¿No es así? - Atacó la ex villana con su voz ligeramente filoza.

Audrey sintió un escalofrío al escuchar la mención de su pasado, pero decidió mantener la compostura. Asintió ligeramente, aceptando la alusión de Maléfica a su intento fallido de usurpar el poder.

-Sí, cometí errores -admitió Audrey, su tono decidido-. Pero también aprendí que a veces, si quieres cambiar las cosas, necesitas tomar medidas drásticas. No es fácil ser la hija de una reina perfecta y querer algo más que solo seguir sus pasos.

Maléfica la inspeccióno por un momento, sus ojos fijos en Audrey, evaluando cada palabra que salía de su boca. Había algo en la joven que despertaba su interés, un fuego oculto, una ambición que no todos poseían.

-Es verdad -dijo Maléfica, su voz suave pero cargada de significado-. Los actos de verdadera grandeza requieren sacrificios, y a veces, un poco de audacia. No todos están dispuestos a correr esos riesgos.

Audrey, sintiendo que había captado la atención de Maléfica, decidió ser más honesta. -He intentado ser como todos querían que fuera, pero eso nunca me llevó a nada. Entonces, decidí que quería más. Quise tener el control, el poder de moldear mi propio destino, sin importar lo que pensaran los demás.

Una sonrisa apenas perceptible se formó en los labios de Maléfica.

-No soy tu psicóloga, niña. - Jugó con un poco de magia con el fin de asustar a la princesa.

-No le estoy pidiendo que lo sea.

Le gustaba lo que escuchaba. No muchas personas en Auradon tenían la osadía de desafiar el orden establecido, y menos aún la determinación para hacerlo. Maléfica se detuvo a analizar la situación: La princesa que fácilmente robó la corona y su cetro. Quizas le convenía tener un aliado en la realeza. No es como que Audrey fuera difícil de Manipular.

-Esa ambición, Audrey -dijo Maléfica, dando un paso más cerca de la joven-, es lo que diferencia a los fuertes de los débiles. Es lo que transforma a una simple princesa en algo mucho más... interesante.

Audrey se sorprendió al ver una chispa de respeto en los ojos de Maléfica. Había esperado una reprimenda, pero en cambio, sentía que acababa de pasar una prueba. Una prueba que, quizás, no había sabido que estaba tomando.

Maléfica se cruzó de brazos, observando a Audrey con renovado interés. La joven había demostrado una chispa que pocas veces veía en alguien de Auradon. Sin embargo, sabía que detrás de esa ambición, se escondían miedos y dudas, que Audrey probablemente trataba de ocultar.

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