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Los tacones negros de Maléfica resonaban con fuerza y elegancia en la antigua guarida de Hades, un sonido que se mezclaba con el eco de las paredes rocosas. Caminaba con paso firme, su capa ondeando detrás de ella mientras avanzaba por el oscuro pasillo. Hades no podía evitar preguntarse cómo había logrado convencerla de acompañarlo hasta allí. Con una sonrisa de lado, el dios chasqueó los dedos, y las luces del lugar se encendieron.

Las llamas azules iluminaron la guarida, revelando un espacio que, aunque sombrío, tenía un cierto encanto oscuro. En el centro de la sala principal, una mesa de mármol negro esperaba con varias botellas de licor y copas de cristal.

Maléfica observó el lugar con una mezcla de indiferencia y desagrado, deteniéndose frente a la mesa. Hades se acercó con su andar despreocupado, alcanzando una de las botellas y sirviendo dos copas.

-Bienvenida a mi humilde morada -dijo Hades, extendiéndole una copa a Maléfica-. Espero que encuentres algo de interés aquí, además de mi encantadora compañía.

-Este lugar es tan sucio y... desagradable. -Opinó Maléfica con una expresión de disgusto, ignorando la bienvenida de Hades-. Más sucio que desagradable.

Hades soltó una carcajada ante el comentario de Maléfica, sin inmutarse por su desdén.

-Bueno, no todos pueden tener un castillo lleno de espinas y criaturas oscuras, ¿verdad? -replicó con un toque de ironía-. Pero supongo que la suciedad es parte del encanto.

Maléfica tomó la copa que Hades le ofrecía, observándo a su ex marido con una mirada burlona. Dio un pequeño sorbo, sin perder la expresión en su rostro.

-Me sorprende que no haya ratas corriendo por aquí -murmuró, dejando la copa sobre la mesa con un gesto de desinterés-. Aunque supongo que están bien entrenadas para esconderse cuando estás cerca.

Hades se recostó en una de las sillas, observando a Maléfica con una mirada difícil de interpretar.

-Oh, tranquila, las ratas y yo tenemos un acuerdo tácito. Ellas no me molestan, y yo no las convierto en carbón. -Hizo una pausa y sonrió con picardía-. Pero hablando en serio, dime, ¿qué ha hecho que la Gran Maléfica salga de su castillo en plena noche para robar su propio cetro?

Maléfica lo fulminó con la mirada.

-No es de tu incumbencia, Hades -respondió con una mirada desafíante, retomando la copa y dando otro sorbo, esta vez más largo-. No lo iba a robar, señor Infierno. Solo no podía dormir; además, no me gusta estar rodeada de los mugrosos de Auradon mientras visito a mi bebé -comentó, refiriéndose al cetro.

Hades asintió lentamente, sin apartar la mirada de ella. Era irónico, o más bien extraño, que ambos no pudieran dormir.

-Entiendo. A veces, es difícil confiar en que todo se mantendrá en su lugar, ¿no?

Maléfica no respondió de inmediato. En cambio, dejó la copa sobre la mesa nuevamente y lo observó fijamente, como si tratara de descifrar sus verdaderas intenciones.

-No estoy aquí para que nos convirtamos en amigos -dijo finalmente, apartando la mirada del dios para observar detalladamente el lugar-. Así que, si esto es algún intento tuyo de revivir los viejos tiempos, mejor olvídalo.

Hades la miró con seriedad por un instante antes de dejar escapar un suspiro.

-No intento revivir nada, Maléfica. Solo pensé que una noche tranquila, sin rencores ni viejas heridas, podría ser... refrescante. -Hizo una pausa antes de agregar con una sonrisa-. Además, ¿no te cansas de estar siempre tan en guardia?

Maléfica entrecerró los ojos, pero no respondió de inmediato. Parecía considerar sus palabras, aunque no bajó del todo la guardia.

-Tal vez -respondió al fin, aunque su tono no era del todo convincente-. Pero con alguien como tú, uno nunca puede estar demasiado seguro.

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⏰ Última actualización: Aug 24 ⏰

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