Donde los sentimientos de Joss y Thomas intentan ser reprimidos mandándolos al laberinto, pero una conexión solo existente entre ellos es incapaz de seguir el plan de Janson y la doctora Ava Paige
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Después de que la pequeña Jocelyn despertara de un profundo sueño, solo recordaba poca cosa además de un nombre diferente al suyo; Thomas. La chica se incorporó en la cama; no se encontraba bien y su cara lucía pálida. Rascó su despeinado cabello y su mirada se fijó en la puerta cuando oyó un pequeño crujido al abrirse. De ahí, salió un hombre de mediana estatura con el pelo canoso y una barba corta del mismo color. El señor le sonrió a la pequeña, quien estaba asustada. Ella conocía a ese hombre, y lo sabía, pero no lograba hacerse con su nombre; tal vez porque nunca se lo dijo, pero sus recuerdos habían desaparecido hasta tal punto que dudaba en su propio nombre.
— ¿Quién es usted? —la pequeña Jocelyn preguntó al hombre que se sentó en el borde de la cama.
— Soy Janson, doctor Janson —el hombre dijo con una pequeña sonrisa de satisfacción, pero algo en la pequeña le decía que algo le hacía sufrir: sus ojos mostraban dolor—. Y tú eres Jocelyn, ¿cierto? —la pequeña asintió— Bien... ¿recuerdas algo, Joss? —Jocelyn sonrió con una risita a ese apodo.
