Newt
- Bienvenida a tú primer día como cortadora – le digo mientras observamos La Casa De La Sangre desde fuera.
- Genial – suelta sarcásticamente
Esta es la primera conversación que mantenemos desde lo que pasó en el bosque. Al recordar aquello la sangre me sube por las mejillas. Bajo la cabeza, esperando que no haya notado mi leve sonrojo. La miro. Es evidente que no me está prestando atención. Suelto un suspiro de alivio. Cuando estábamos tirados en el suelo y la he visto con las pestañas y las mejillas mojadas por las lágrimas ha sido la primera vez que he pensado que se veía preciosa. Como un ángel caído del cielo. Sus ojos marrones tenían un brillo tan especial que pensé que subiría al cielo solo con observarla. Tenía sus mejillas pecosas todas sonrojadas y el pelo anaranjado rizado le caía por encima de los hombros. Estaba espectacular. Después de eso me he pasado todo el camino observándola porque no era capaz de quitarle los ojos de encima. Pero no de la manera pervertida del resto, sino de admiración. Me giro para observarla de nuevo. Parece un tanto desganada, como si temiera lo que fuera a hacer ahí dentro.
- No sé por qué siempre dejamos que los novatos empiecen por los cortadores.
- ¿Y qué se hace aquí? Dar de comer a los cerdos y ordeñar a las vacas – suelta una risa seca
- A parte. Los llamamos así porque se encargan de cortar las vituallas para Fritanga, aunque también están relacionados con todo lo relacionado con las bestias.
Ella pone cara de asco, como si la sola idea ya le diesen ganas de vomitar.
- Tú tranquila. Todo saldrá bien
- Ya... Qué pena que no sepa nada de mi vida anterior. Seguro que era una asesina en serie que empezó matando animales por mera diversión.
Y otro comentario sarcástico. Es evidente que odia este lugar con todo su ser. Pues más que lo va a odiar en cuanto entre ahí dentro.
- Sí, qué lástima. En fin, lo sabrás al acabar el día. Ven que te presentaré a Winston. Es el Guardián.
Sophie
Creo que este es el peor trabajo que puede haber en todo El Claro. Al principio no estaba tan mal. Dar de comer a los animales y limpiar las cuadras no era del todo desagradable. Me enseñaron todo lo que tenía que hacer y lo ejecuté sin ningún problema. Pero cuando me han dicho que tengo que matar a un cerdo para poder llevarle todo a Fritanga me he negado en rotundo. Está claro que ser cortadora no es lo mío. Miro a Winston. Es un chico con bastante acné en la cara y me parece que le gusta su trabajo mucho más de lo que debería. Él me observa con desaprobación. Lleva al menos quince minutos intentando convencerme de que debo hacerlo, pero yo me sigo negando en rotundo. Al final acabo desistiendo. No me gusta ni un pelo toda esta situación.
- Bien verducha. Sujétalo con fuerza y que no se mueva – me indica sacando uno de los cuchillos que utilizan para degollar a los animales
Pongo una mueca de desagrado. También he tenido que desistir a que me llamen por mi nombre. Winston se acerca con el cuchillo en mano, ya preparado para la matanza. Miro al cerdo. El pobre chilla desesperado y luego me mira suplicante. Aparto la mirada, intentado no sucumbir a la culpa y el dolor que me reconcome por dentro. Antes de que me dé cuenta ya le han cortado la cabeza. La sangre me baña de pies a cabeza y unas ganas tremendas de llorar se apoderan de mí. Ya no por el asco que me produce esta situación, porque que me bañen de sangre es lo de menos, sino porque me da pena el cerdito. Estoy segura de que voy a pasar de comer nada en relación con el cerdo durante una temporada.
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Trilogía sombras del laberinto 1: Los secretos del Claro
FanfictionSophie llega al Claro a través de un ascensor sin memoria ni recuerdos. Solo un resquicio de si antigua vida hace que pueda aferrarse a algo del pasado: Su nombre. El Claro, un lugar rodeado por muros tan altos hasta donde alcanza la vista y con sol...