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Sophie
Un pasillo blanco se alza frente a mí. Un grupo de niños delante, todos de razas y tipos de pelo distintos. De diferentes alturas y tamaños. Solo una chica a parte de mí. Ella se encuentra un poco más adelante casi al principio del grupo. Su pelo negro y sedoso le llega hasta la mitad de la espalda. Está mirando hacia el frente, por lo que no puedo verle la cara. Ya no está el niño pelirrojo conmigo. Se lo llevaron horas antes a otro lugar con un montón de chicas y otro chico más. Volvía a llorar, desesperado por que no lo separasen de mí. Al final ocurrió igual. Ya no le he vuelto a ver, y, desde entonces, un gran vacío se ha apoderado de mi interior. Como si formase parte de algo muy valioso en mi vida. Miro a ambos lados. No hay puertas en ninguna de las paredes que son blancas y totalmente lisas. La luz de los fluorescentes del techo hace que me recuerde a los pasillos de un hospital, frío y sin vida. Una mujer avanza hacia nosotros. Es rubia, muy alta y esbelta. Soy incapaz de verle la cara. Está toda borrosa e indescriptible. Su pelo está recogido en un moño muy apretado y una bata del mismo color que las paredes le recubre todo el cuerpo, impidiéndonos ver la ropa que lleva debajo. Nos la han presentado antes, pero no recuerdo su nombre. Se acerca con grandes zancadas, subida en sus tacones de aguja, como si tuviese muchísima prisa por empezar con lo que sea que vayamos a hacer.
- Bueno, niños – dice nada más llegar – Os dividiremos en dos secciones. Las chicas dormirán en una habitación y los chicos en otra.
Hacemos lo que nos dice y seguimos a los otros adultos hasta nuestros respectivos cuartos.
- Tú no, Thomas – detiene a uno de los niños – Tú irás a otra habitación a parte
Él asiente sin comprender nada y se revuelve el pelo castaño con nerviosismo. Tiene la cara llena de pecas, pero muchísimo más esparcidas que el pequeño pelirrojo de antes. Sus ojos marrones miran a la mujer con duda y luego la sigue, perdiéndose por el interminable pasillo. Sigo a la chica que nos indica nuestro cuarto. Parece bastante más joven que la del pelo rubio. Lleva unas gafas con el cristal en forma de ojo de búho que la hacen los ojos más grandes. Es bastante guapa.
- Esta será vuestra habitación – nos explica – No os mováis de aquí hasta que vengan a buscaros.
Y con eso, sale de la sala dando un pequeño por tazo causado por la corriente.
Despierto alarmada. Unas gotas de sudor frío me recorren la cara. Ya es la segunda vez que sueño con esto y no debe ser solo una mera coincidencia. Miro a mi alrededor. Todavía no ha amanecido, por lo que todos siguen durmiendo plácidamente. Me levanto de la hamaca y camino de forma sigilosa para no despertar a nadie. Acabo en medio del Claro. Me tiro sobre la hierba y me quedo contemplando las estrellas del firmamento. No hay luna, algo un poco extraño, ya que sí que hay estrellas, pero decido no tomarle demasiada importancia y seguir observando esos pequeños puntos blancos llenos de luz. Cuando la paz me invade, me doy cuenta de que esta sensación sí que la recuerdo, al igual que también sé cómo es cuando te quemas por le sol o el agua caliente que te cae por la cabeza relajándote los músculos cada vez que te duchas. No sé exactamente por qué recerdo eso y no soy capaz de sacar nada en concreto sobre mi vida anterior al Claro, pero según los chicos es normal que tenga amnesia y solo sepa mi nombre, dado que a ellos le pasa lo mismo. Vuelvo a centrarme en las estrellas. Ojalá ser como ellas. Sin ninguna preocupación más que brillar por el espacio hasta el fin de los tiempos. Acabo quedándome tumbada ahí, observando las estrellas mientras me sumerjo del todo en mis pensamientos. Pasado un rato, las estrellas empiezan a desaparecer dando paso a la majestuosidad del amanecer. Oigo pasos detrás de mí, por lo que me pongo a la defensiva al instante. Me doy la vuelta, encontrándome con un chico asiático muy musculoso que se aproxima hacia mí de forma relajada. Cuando llega se sienta a mi lado y me mira tranquilo.
- ¿Qué haces levantada a estas horas verducha?
Lo fulmino con la mirada al instante. Él se echa a reír ante mi rección y yo le miro confundida, sin entender qué es lo que tiene tanta gracia.
- Vale. Perdón Sophie. Solo quería comprobar si era cierto eso de que te enfadas cuando te llamamos así.
- Ah – es lo único que se me ocurre responder
- Soy Minho, por cierto. Estuve en la pelea de anoche. Menuda paliza le diste al cara fuco de Gally
Cara fuco. Otra palabra extraña junto con pingajo, que se la oí decir a Gally durante la pelea. Supongo que serán algunas de ellas insultos, por cómo las utilizan. Por ejemplo, estas dos últimas y gilipullo creo que son los insultos que tienen entre ellos. Ya le preguntaré a Chuck qué significa lo de clonc en algún momento del día. Minho sigue hablando, sacándome de mis pensamientos.
- Eres muy rápida y fuerte. ¿Dónde aprendiste a moverte así?
- No lo sé. Simplemente no lo recuerdo.
- Ah, claro. Como todos.
Se formo un leve silencio, pero no me pareció del todo incómodo. Minho tiene pinta de ser también muy majo, como Newt y Chuck. Pasado un rato decido hablar.
- No podía dormir
- ¿Qué? – pregunta
- Antes has preguntado que qué hago levantada a estas horas – le explico – No podía dormir.
- Sí... El Primer Día siempre es duro. Pero al final te vas acostumbrando a la rutina y luego no te parece tan malo
- Habla la voz de la experiencia, supongo.
- Sí – asiente conforme con mi respuesta – No te preocupes. Al final le cojeras el tranquillo a vivir aquí. Y, por lo que he podido observar, te adaptarás mucho más rápido que la mayoría
- Eso espero
Otro silencio. Él se levanta y se limpia los pantalones, a pesar de que no tienen polvo. Después me revuelve el pelo con la mano de forma cariñosa como si fuese una señal de apoyo.
- Nos vemos más tarde. Tengo que ir a hacer mis labores diarias.
Asiento y me despido de él con la mano. Antes de machacarse se vuelve hacia mí de nuevo.
- Por cierto, me han dicho que luego vas a ir a ver a Alby – me comenta despreocupado – Hazme un favor y desayuna. Un pajarito me comentó que llevas desde que saliste de La Caja sin comer nada. Lo digo por tu bien.
Y con eso se va, dejándome otra vez sola en medio la paz y tranquilidad del Claro por la mañana temprano.
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Trilogía sombras del laberinto 1: Los secretos del Claro
FanficSophie llega al Claro a través de un ascensor sin memoria ni recuerdos. Solo un resquicio de si antigua vida hace que pueda aferrarse a algo del pasado: Su nombre. El Claro, un lugar rodeado por muros tan altos hasta donde alcanza la vista y con sol...