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Max se sujeta del volante, mirando desde el espejo retrovisor la escena de padre e hijo riendo y conversando animadamente, ambos en su propia burbuja. Max escuchaba atentamente todo lo que Sergio y su pequeño hijo conversaban y se permite mirar el brillo en los inocentes ojos del menor al escuchar a su padre prometerle que le compraría algodón de azúcar y que ganaría cientos de peluches para él. El alfa sonríe inconscientemente, junto con una extraña sensación cálida en el pecho.

—¡Señor gruñón!— Patricio le llama con una animada sonrisa —¿Ya llegamos?

Max sonríe y niega lentamente. Realmente prefería mil veces el apodo de "Maxie"

—Aún no, pequeño— dice sin dejar de mirar al frente y sin borrar su sonrisa —La feria está un poco lejos, está fuera de la ciudad— explica.

Patricio asiente ante la respuesta con un ligero puchero en sus labios, pues aunque el realmente está emocionado por llegar ya a la feria, sabía que debía ser paciente.Tal y cómo su papi le ha enseñado.

El camino no era para nada silencioso, había música infantil sonando en el auto, a petición del pequeño Patricio quien con un simple puchero logró convencer a Max para poner música. Checo tarareaba y miraba con una sonrisa brillante a su pequeño hijo, quien disfrutaba de la música y cantaba a todo pulmón con su vocecita ligeramente chillona.

Pero pronto el alfa da un ligero brinco desde su asiento al escuchar al omega y al pequeño chillar de emoción.

—¡Baby shark, doo dooo doo doo!— comienza a cantar Pato con una gran alegría, mientras intentaba bailar desde su asiento la coreografía que su tío Charlie le había enseñado.

—Baby shark, doo doo doo doo— Sergio le siguió alzando sus brazos al aire con Pato imitándole y siguiéndole cómo podía.

—¡Vamos señor gruñón! ¡Cante!— le dijo el pequeño Patricio y sin pensarlo mucho Max se les unió, mientras reproducían una y otra vez aquella pegajosa canción infantil que el menor le comentaba una y otra vez que su tío Charlie le enseñó.

Cuando finalmente llegan, Max paga la música y estaciona su auto memorizando en que fila del estacionamiento se estacionó. El alfa es el primero en salir y con grandes pasos rodea su auto para abrir la puerta del copiloto, ignorando la mirada confundida de su asistente y simplemente le sonríe inocente. El pequeño Patricio ya los espera con los brazos abiertos y con su bonito rostro expresando toda la emoción que sentía, pero esta vez no extiende sus brazos en dirección a su padre, si no hacia Max y este mira al omega pidiéndole su permiso, pues él pequeño quería ser cargado por él.

—Está bien, puedes hacerlo— Sergio le da luz verde y el alfa asiente con una ligera sonrisa.

Max toma al pequeño en sus brazos después de desatarle el cinturón de seguridad a Patricio. El menor suelta una risita al ser llevado por el alfa en sus hombros y prenden marcha hasta la entrada de la feria, con Max jugando con Pato al avión mientras que el pequeño extendía sus bracitos por los lados y el alfa hacia soniditos de avión con su boca.

Checo sólo iba detrás de ellos asegurándose de que su hijo no cayera de espalda, listo para extender sus brazos y salvarlo. El alfa paga las entradas y Checo se compromete a pagar la cena, pese a saber que la invitación había sido hecha por el alfa.

El lugar olía a manzana acaramelada y gracias al aire hileras de algodón de azúcar volaban sobre sus cabezas, habían lindas y brillantes luces por doquier y la gran rueda de la fortuna era quien más brillaba. También se escuchaban los ruidosos gritos de las personas más valientes que se aventuraban a subirse a la montaña rusa y el martillo, pequeños niños corrían de aquí y allá y las familias disfrutaban del colorido y alegre lugar.

Stupid Boss ❤️ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora