5.Juego de niños

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A la mañana siguiente, los primeros rayos del sol se filtraron por las ventanas de la cabaña, dibujando líneas doradas sobre el suelo de madera.
Juanjo fue el primero en abrir los ojos, todavía medio dormido, notando cómo el calor de la luz matutina acariciaba su rostro.
Miró a su alrededor, recordando dónde estaba, y luego dejó que sus ojos se posaran en Martin, quien dormía plácidamente a su lado en el sofá.
La cercanía entre ellos durante la noche había sido sutil pero innegable; en algún momento, ambos se habían acomodado más juntos, compartiendo la calidez que emanaba de sus cuerpos.
Sin querer moverse demasiado y romper el momento, Juanjo observó a Martin, estudiando los detalles de su rostro relajado y sintiendo una paz que no recordaba haber experimentado en mucho tiempo.

Después de un rato, Martin comenzó a moverse ligeramente, su respiración cambió y finalmente abrió los ojos, encontrándose con la mirada de Juanjo,el cuál había empezado a acariciar su brazo de manera sutil y delicada.Se quedaron en silencio por un momento, intercambiando sonrisas somnolientas, antes de que Martin, con voz suave y algo ronca por el sueño, dijera:

-Buenos días...

-Buenos días -respondió Juanjo, sintiendo una calidez en el pecho que no podía ignorar.

Martin se desperezó lentamente, estirando los brazos por encima de su cabeza antes de levantarse del sofá y de alborotar el pelo de Juanjo por si no lo estabs lo suficiente.
Con una energía renovada,miró por la ventana y luego de vuelta a Juanjo, con una chispa de emoción en sus ojos.

-¿Te gustaría ir al río? -preguntó Martin-. Es una mañana perfecta, y creo que nos vendría bien refrescarnos un poco.

Juanjo asintió, notando cómo la idea de estar al aire libre, cerca del agua, le atraía.

"aunque martin más"

Se levantaron del sofá, recogiendo rápidamente lo que habían dejado por ahí, y salieron de la cabaña, sintiendo el aire fresco de la mañana en sus rostros.
El camino hacia el río era casi nulo y mientras caminaban, se mantuvieron en un cómodo silencio, disfrutando de la naturaleza que los rodeaba. El sonido del agua corriendo se hacía más fuerte a medida que se acercaban, y finalmente, el río apareció ante ellos, sus aguas cristalinas reflejando el cielo despejado.
Sin pensarlo dos veces, Martin se acercó al borde del río, quitándose los zapatos y calcetines y arremangándose los pantalones antes de sumergir los pies en el agua.
Juanjo lo observó por un momento, sonriendo ante la expresión de placer que apareció en el rostro de Martin al sentir la frescura del agua.

-¡Vamos, el agua está increíble! -dijo Martin, animando a Juanjo a unirse.Siguiendo el ejemplo de Martin, Juanjo también se descalzó y se arremangó los pantalones, caminando hacia el río y metiendo los pies en el agua.
La sensación fue revitalizante, y por un momento, cerró los ojos, dejando que la corriente le acariciara suavemente.
Abrieron los ojos al mismo tiempo, mirándose con una sonrisa que parecía reflejar la complicidad que habían construido en tan poco tiempo.
Se quedaron ahí, uno al lado del otro, disfrutando del simple placer de estar juntos en ese entorno natural.Sin embargo, esa paz comenzó a transformarse en algo más cuando Martin, en un gesto juguetón, salpicó a Juanjo con un poco de agua.
El toque frío fue inesperado, y Juanjo no pudo evitar reírse mientras devolvía la broma, iniciando un pequeño juego de salpicaduras entre ambos.
La risa llenó el aire, y la distancia entre ellos se redujo de manera natural, casi sin que se dieran cuenta.

En un momento, mientras ambos se tomaban un respiro, Martin miró a Juanjo a los ojos, su sonrisa suavizándose en algo más cálido, más íntimo.

-Es curioso... -dijo Martin en voz baja, acercándose un poco más-. Cómo algo tan simple puede hacerme sentir tan bien.

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