Un camino hacia la comprensión

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Las madrugadas se hacían cada vez más frías en la tribu de bárbaros. Los tempestuosos y gélidos vientos de la montaña golpeaban con fuerza fuera de la tienda, y la necesidad de buscar calor en otro cuerpo se volvía apremiante.

Katsuki sabía que debía levantarse.
El alba era un tiempo perfecto para la cacería. Los animales parecían más indefensos y aletargados durante la madrugada. Quizás los ingenuos cuatro patas pensaban; "¿Qué clase de idiotas se levantarían a estas horas de la mañana solo por jodernos la vida?"

Katsuki era uno de esos idiotas, y había estado demasiado concentrado en descubrir las maravillas del sexo junto a Izuku que descuido sus deberes. Su periodo de pereza hacía tiempo que debía haberse terminado, pero el alfa estaba posponiendo ese término a propósito. Probablemente.

Sin embargo, nada le impedía tener una buena dosis de dopamina en esa fría y actual mañana.

Con Izuku habían hecho el amor una innumerable cantidad de veces durante la noche, pero Katsuki sentía un frío de mierda, y eso era algo que no toleraba. El conocimiento de tener que levantarse del nido y por ende dejar los brazos cálidos de su omega tan temprano, lo ponía de un humor de los mil demonios.

Además, había algo agradable en estar envuelto en la calidez de su omega.

Katsuki descubrió muchas cosas interesantes y útiles en el último tiempo a raíz de su convivencia con Izuku. El alfa ahora sabía que era capaz de tocar con suavidad el delicado cuerpo del omega y que tanto Izuku como él lo disfrutaban. No era necesario hacer uso de sus toscas y torpes manos para zarandearlo como a un muñeco de trapo, tampoco utilizar la fuerza excesiva si sentía la necesidad de follar.

Lo que Katsuki aún no entendía del todo, era por qué el omega parecía molesto cada vez que él quería tener sexo más de una vez. Es decir, el sexo era tan bueno e Izuku era tan delicioso y parecía disfrutar tanto de su polla.

El omega no debería comportarse tan difícil y quejumbroso. Después de todo, su único deber en la tribu era complacerlo.

Entonces... ¿Por qué constantemente le gruñía y arrugaba el entrecejo si él insinuaba sus deseos de copular?

—Por un demonio, Kacchan, déjame dormir un poco más —Izuku gruñó, su voz era grave y un tanto adormilada.

Katsuki no entendió nada de esa mierda (o quizás no quería entenderlo) Ignoró el molesto gruñido y con manos hábiles acarició los muslos internos del omega. La piel de Izuku era tan suave,
deliciosa. Eso lo volvía absolutamente loco.

Izuku, aún medio dormido se erizó bajo su toque y eso animó lo suficiente al alfa para acercarse a ser la cuchara grande tras de él. Katsuki se inclinó a besar el cuello de Izuku y beber su aroma desde la fuente. El aroma de Izuku provocaba tantas cosas en él, como el salivar de su boca de forma instantánea o el tirón placentero de su lazo y de su bajo vientre. Katsuki tomó una gran bocanada de su fragancia, y casi ronroneó de placer al notar las notas de su mancha húmeda. Entusiasmado, pegó la pelvis en el trasero pomposo del omega, sus manos inquietas subieron a fijarse en su pequeña cintura para empezar a restregarse con descaro.

Mierda. Katsuki se mordió los labios. Izuku tenía el mejor culo de la tribu, su cuerpo de omega era delicioso en general, y tenía la facultad de ponerlo duro en un segundo.

Katsuki dejó un "pequeño" mordisco en el pecoso cuello y dejó salir un gruñido lleno de excitación. Su polla estaba tan dura que incluso dolía. Necesitaba clavarla en el interior del omega. La ropa íntima de éste fue tironeada con impaciencia hacía un lado.

Eso pareció detonar el infierno en el omega. Izuku se volteó con rapidez y brusquedad en dirección al alfa y tomó su rostro con ambas manos. Sus ojos verdes estaban fijos y furiosos sobre los de él.

Bruto Barbajan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora