i. Bethy

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Lejos de la casa de el club misterio, o mejor dicho; a un lado de la casa se encontraba una persona un tanto peculiar

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Lejos de la casa de el club misterio, o mejor dicho; a un lado de la casa se encontraba una persona un tanto peculiar.

La hermosa y relajante melodía de un violín se extendía por toda la habitación que se encontraba.

Era una manera de relajarse y que su mente esté en blanco unos minutos, solo disfrutando y dejándose llevar por la música que generaba.

Un "toc" se escuchó en su puerta y ella no le hizo caso. Porque no tenía manera de abrir la puerta y ver quien era la persona que tocaba.

—¡Bethy! ¡Bethy, soy yo, Luli! —escuchó la voz inconfundible de su compañera: Luli.

Dejó de tocar su preciado instrumento y lo colocó con cuidado en una pequeña mesita que tenía algunas partituras de canciones y libros.

Se acercó a la puerta y murmuró—¿Qué quieres, Luli?, sabes que no puedo abrirte, ni salir de aquí.

Escuchó una pequeña risa del otro lado de la puerta y la chica rodó los ojos.

—No importa eso. —dijo—. Si le
pregunto a alguien de estas personas raras para que me deje entrar igualmente me lo prohibirá. —explicó y la chica estuvo de acuerdo con eso—. Te quería decir que ayer fui a la casa de Luis. O mejor dicho, la casa de "Federico Vigevani" —se escuchó una carcajada y la chica del otro lado frunció el ceño confundida, recordaba poco de ese chico.

—¿El que quiere saber todo acerca de nosotros? —preguntó.

—Si ese. En fin. —hizo una pausa—. Ayer fui porque ese chico me compró, en algunas cosas que decía que logré escuchar mientras los monitoreaban era que me quería para conseguir respuestas. El y su otros compañeros estúpidos.

—Las malas palabras no son buenas... —susurró la otra chica.

—Si Elizabeth, lo sé. Pero no puedo evitarlo —logró escuchar un pequeño suspiro—. Me alteré, me enseñaron una foto de mi padre con uno de los payasos que fue al "funeral" de mi madre.  Al verlo, malos recuerdos inundaron mi mente y comencé a decir muchas cosas sin sentido. Hasta les di una pequeña pista, les dije "las paredes escuchan" —ahora se escuchó una carcajada—. No unos tontos y no entienden nada.

Elizabeth. Ese era su nombre.

Siempre lo recordaba, y más cuando la llevaban a ese lugar...

Cada vez que los días pasaban se preguntaba si en verdad merecía una identidad, un nombre. Algo que la convertía en una persona.

Pero nunca se sintió como una.

Aunque físicamente era una. Mentalmente sentía que no lo era.

Suspiró—¿Tú estás bien luego de eso? —preguntó.

—Si estoy bien, ya no pasa nada. —respondió y siguió redactándole los sucesos de el día anterior—. Cuando ya estaba por escapar, las escaleras ya estaban incendiadas, todo estaba saliendo bien. Tuve un mini episodio... no lo sé, pero dije nombres... y dije dos.

Problems, fede vigevaniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora