Capítulo V: Viscaria

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Pasó una semana sin que Teru y Shigeo intercambiaran apenas una palabra, para gran remordimiento de cada uno. Teru seguía acompañando a Shigeo en todas sus salidas con Tsubomi, pero ya no ardía en celos como antes. En su lugar, se había apoderado de él una especie de fría derrota. Estaba resignado a su destino, aplastado por la certeza de que el hombre al que amaba pronto se casaría con otra. Seguía a la pareja en todas sus salidas con una tristeza abatida, ciego y sordo al mundo que le rodeaba.

El día del baile se acercaba rápidamente, una semana se esfumó antes de tener la oportunidad de pestañear. Pasó la mañana del baile en la cama, mirando el techo manchado de pintura y medio deseando caer repentina y violentamente enfermo. Saber que en ese mismo momento Shigeo estaba en algún lugar del palacio preocupándose por proponerle matrimonio a la princesa que había entrado y le había robado el corazón casi cumplió su deseo: sintió que se le revolvía el estómago cuando imaginó a Shigeo arrodillándose ante Tsubomi.

Teru se deshizo de las mantas y se levantó de un salto, desesperado por distraerse de aquella perspectiva aborrecible. Se bañó, se peinó y se preparó para vestirse. Colgado de la puerta de su armario estaba su uniforme para ocasiones especiales, con sus propios añadidos de colores. Teru se lo había construido casi inmediatamente después de descubrir el compromiso del príncipe, mientras estaba inmerso en una fantasía en la que, al ver a Teru tan bien vestido, Shigeo quedaba prendado de su apuesto aspecto y cancelaba repentinamente su compromiso.

Ahora, Teru no sentía más que una triste resignación mientras se vestía. Se puso los pantalones negros bordados por él mismo, se abrochó los botones blancos y se puso el chaleco. Originalmente había sido una simple prenda de color negro tinta, pero Teru no se había conformado con eso. Se había pasado horas añadiéndole bordados morados, volantes e incluso algunos brillantes. Después del chaleco vino el abrigo, que también se había esmerado en personalizar. La última modificación del conjunto era una lámina de tela de gasa púrpura sujeta bajo las solapas de la chaqueta. Le cubría los hombros con elegancia y le caía por la espalda a modo de capa. El look se completaba con un par de botas perfectamente pulidas y la espada envainada que descansaba en su cadera, con una vaina intrincada y decorativa.

Por fin, Teru estaba vestido y ya no tenía motivos para esconderse en su habitación. Como guardia personal de Shigeo, se esperaba que acompañara al Príncipe en su última revisión de todo lo necesario para el baile. Tuvo que hacer acopio de todas sus fuerzas para abrir la puerta de su dormitorio, pero finalmente lo consiguió. Con gran ansiedad se dirigió a la habitación de Shigeo. Se detuvo ante la puerta, sorprendido al comprobar que ya estaba abierta de par en par. Dentro, sonó una voz familiar.

"Nii-san, no tienes por qué preocuparte", dijo el príncipe Ritsu, amable y tranquilizador de una forma que sólo conseguía cuando hablaba con su hermano. "Tsubomi-san es amable; pase lo que pase, no será cruel contigo".

Ah, así que estaban hablando de la inminente proposición de Shigeo. El corazón de Teru se hundió aún más en su pecho.

"Lo sé", dijo Shigeo, sonando mucho más agitado que su hermano menor. "Pero, ¿y si me equivoco? ¿Y si he interpretado mal y...?".

"Estará bien", intervino Ritsu con exasperada simpatía. "Ya te lo he dicho, tendrías que estar ciego para no ver lo enamorada que está. Esto los hará felices a los dos, Nii-san".

A Teru casi se le rompe el corazón. ¿Estaba Tsubomi enamorada de Shigeo? Él no había tenido esa impresión, pero tal vez simplemente no había querido creerlo. Tenía sentido, por supuesto: a Teru le costaba creer que alguien que pasara suficiente tiempo en la magnífica presencia de Shigeo no se enamorara de él. Sin embargo, eso no significaba que saber que Shigeo y Tsubomi estaban enamorados no dolía.

Marchitarse Y Anhelar - Terumob Donde viven las historias. Descúbrelo ahora