Donde Martin recuerda su vida junto a Juanjo
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Tumbado en la camilla del hospital y rodeado de la gente que más le importaba, se dio cuenta de que no podía quejarse de la que había sido su vida.
Hacía ya unos meses que había perdido al amor de su vida y, por ley de la naturaleza, ahora parecía que era su turno.
Había sido duro, eso no podía negarlo, pero su estado senil había convertido todo ese dolor en algo más borroso y difícil de experimentar. El abuelo de Juanjo había tenido demencia, su padre también, así que cuando él fue el que presentó los síntomas, nadie se sorprendió, aunque eso no hizo que la situación doliera menos.
Y ahora él estaba en la misma situación pero por circunstancias distintas. Podría nombrar todos los motivos por lo que se encontraba ahí tumbado, pero era mejor resumirlo en que ya había vivido su vida y no le quedaba nada más que hacer ahí, por lo que el universo o el destino, si es que crees en eso, le habían llevado a esa situación.
Pensó en su vida, en como se enamoró de Juanjo con apenas 18 y en cómo no ha dejado de quererlo ni un poco aunque ya hayan pasado más de 65 años de aquello. Pensó en sus primeras citas no citas en la capital, donde se habían conocido debido a que ambos se mudaron ahí por estudios. Pensó en cuando le llevó a Getxo y estuvo bailando en la playa con él y sus amigos y pensó también en cuando el maño le llevó a Magallón y estuvieron bailando en fiestas con los amigos del otro. Pensó en los altibajos del principio, en cómo a Juanjo le costó aceptar su orientación y en cómo él estuvo a su lado en todo momento para ayudarle, en cómo se habían muerto los dos de celos miles de veces por no haber sido capaces de decir lo que sentían y en cómo tras una discusión que acabó en lagrimas ambos decidieron confesarse el uno al otro, empezando una relación que duraría hasta el final de sus vidas, o al menos al final de la de uno de ellos, como era inevitable. Y también pensó en una conversación que tuvieron unas semanas después de la muerte del abuelo de Juanjo:
- Si me dejas algún día me voy morir - admitió Juanjo mientras le abrazaba en la cama.
- Tienes suerte de que no tenga intención de irme entonces - fue su respuesta.
- Menos mal - dijo mientras le dejaba un beso en su pelo alborotado -, pero lo digo de verdad. Cuando alguno de los muera...
- ¡No digas esas cosas Juanjo! - le interrumpió para echarle la bronca - Suenas como mi abuela, y tienes 23 años.
- Bueno tú dejame acabar y ya me callo - hizo una pausa para obtener su permiso y al ver que no decía nada continuó -. A lo que iba es que, cuando seamos viejos (porque vamos a seguir juntos cuando lo seamos), si tú te mueres antes que yo, estoy seguro de que yo no tardaré en hacerlo porque no seré capaz de vivir sin ti.
- Juanjo... - respondió con pena, porque no sabía que mas decirle. Decidió abrazarlo con más fuerza para demostrarle que ahora estaban juntos y no hacía falta pensar en nada más - No pienses en eso que aún queda demasiado tiempo para que ocurra nada parecido.
Pero ese tiempo ya había pasado y había sido Martin al que le había tocado vivir, aunque solo fueran 3 meses, sin la compañía del otro. Y aunque esto le sumiera en una increíble tristeza, le reconfortaba saber que al ser él el que estaba sufriendo este dolor, Juanjo nunca había tenido que experimentarlo.
Y es que, aunque se le diera bien ocultarlo, Juanjo era una persona muy sensible. Martin también lo era, pero siempre le impresionó ese lado de Juanjo que sólo parecía salir con él. Martin desde pequeño ha sabido mostrar sus emociones y sentirse orgulloso de ello, pero para Juanjo había sido algo más complicado. Por ello el hecho de que el primero en decir "te quiero" hubiera sido Juanjo significó tanto para Martin. Era obvio que se querían, lo demostraban todos los días a través de sus actos, pero verbalizarlo era hacerlo real, y una vez que lo hicieron real, no pudieron evitar volver a hacerlo cada vez que se veían.
Por lo tanto, toda su relación había estado llena de te quieros, pero sin duda uno que no olvidaría nunca fue el que se habían dicho después de casarse. A pesar de no ser una persona religiosa, Martin siempre había querido una boda tradicional en una iglesia como la que habían tenido sus padres, pero por razones que no deberían ser tan obvias, eso no pudo ser.
De todos modos no se pudo quejar de su boda ya que daba igual si era en una iglesia con una gran ceremonia y rodeados de miles de personas o en un bar a las tres de la mañana con una persona que se había sacado el título por Internet y el borracho de turno como testigo, lo único que importaba es que se estaba comprometiendo a pasar el resto de su vida que la persona que le había hecho comprender lo que era enamorarse de verdad. Se habían casado en los juzgados unos meses después de que Martin se lo pidiera (aunque más tarde descubrió que si tan solo hubiera esperado un par de días, hubiera sido Juanjo el que habría hecho la propuesta) y después lo habían celebrado con sus familiares mas cercanos y las familias que habían ido creando a lo largo de sus vidas, no podían faltar sus mejores amigos, Ruslana y Álvaro los habrían asesinado si no les hubiera invitado.
Después de eso decidieron que no querían hijos, pero los hijos de Violeta y Chiara siempre fueron sus sobrinos favoritos, junto a los de Denna y Alex. Eran buenos con los niños, pero no querían que interfirieran con las carreras de ambos cuando estas apenas estaban empezando, además de que con la compañía del otro nunca sintieron que les faltaba nada.
A pesar de que su memoria fallaba a veces, no se olvidaba tampoco de las veces que habían discutido. Se habían querido con locura y habían encontrado en el otro a su alma gemela, pero eso no significaba que todo había sido perfecto durante todo el tiempo que estuvieron juntos. Pero ahora que sentía como se acercaban sus últimas respiraciones no le apetecía pensar en las peleas que siempre habían acabado en una disculpa por parte de ambos y un beso de reconciliación.
Quería acordarse de todo lo bonito, de lo bien que lo habían pasado y de lo mucho que se habían querido. A veces le parecía increíble que en una sola vida cabiera todo el amor que él sentía por Juanjo, pero era cierto y lo sabía porque lo había vivido.
Y mientras pensaba en Juanjo cerró los ojos por última vez, con la convicción de que había vivido su mejor vida y que si pudiera volver a vivirla, no cambiaría absolutamente nada.
Buenoo bienvenidos a mi primer one shot :))
Sé que es un poquito triste pero prometo que también haré algunos más felices y divertidos
Espero que os haya gustado <33