Park Sunghoon, actual dios de la muerte siempre pasaba desapercibido en el reino de los cielos. Nadie se molestó en vigilarlo o intentar conocerlo pues simplemente era un peón de la junta que hacía su trabajo obedientemente, sin causar algún problema o escándalo que pudiera alertar al resto de dioses.
— Exijo una explicación, ahora. — Esas palabras junto a la fuerte energía que el pelirrojo desprendía sorprendieron e intimidaron a todos los presentes.
— Tú no deberías estar aquí sin solicitar una cita, señorito. — Demandó el dios de la montaña, el cual a los segundos fue brutalmente asesinado por los poderes de, quien no podía contenerse.
Nadie allí era conocedor de qué tan poderoso es Sunghoon, y ahora que lo estaban viendo se sentían aterrados. Tal vez era por ser joven o simplemente por la adrenalina causada por el enfado, pero superaba con creces las capacidades sobrenaturales que Choi Soobin alguna vez tuvo, siendo así el primer dios que intimida incluso al rey supremo.
Le tenían miedo a Sunghoon, le tenían mucho miedo.
Ese dios de la muerte puede matar hasta a seres inmortales si así lo quiere, el que acabara con el dios de la montaña en segundos era la prueba de ello, y ninguno de los presentes quería morir.
— ¿E-explicación s-sobre q-qué? — Preguntó el rey de los cielos con notorio nerviosismo.
Sunghoon dió un fuerte golpe en la mesa, rompiéndola. No podía medir su fuerza, no cuando era un lío de emociones y preguntas sin respuesta. — Sobre mi vida como mortal, sobre Yang Jungwon y como es que no recuerdo nada a pesar de haber estado buscándolo por cielo y tierra incluso cuando ya era Yeomna. Quiero saberlo todo, sin saltar ni un puto detalle. — Respondió haciendo el máximo esfuerzo por no explotar aún más de lo que ya lo estaba haciendo.
La diosa de la fertilidad se levantó de su asiento dispuesta a regañar al pelirrojo. — Tú no tienes que saber nada, es irreleva-.
Antes de poder terminar, Sunghoon acabó con ella en un abrir y cerrar de ojos, haciendo que el resto de los dioses tragaran duro o se quedaran cabizbajos.
— ¿Alguien más va a decir gilipolleces? — Preguntó bastante furioso, a lo que todos negaron sin poder hablar. — Bien, pues abran sus putas bocas para soltar la verdad, únicamente la verdad. ¿Qué pasó con Yang Jungwon y por qué no recuerdo mi vida mortal?
Luego de eso, debido al miedo, le dieron una larga explicación con algo de dificultad, pues se sentían tan intimidados por la presencia del rubio que algunos tartamudeaban y otros ni siquiera podían abrir la boca.
Para saber la historia primero hay que hacerse una pregunta: ¿Cómo se hacen los dioses?
Sunghoon alguna vez se lo cuestionó, pero nunca estuvo lo suficientemente curioso como para intentar encontrarle una respuesta, y ahora se arrepiente de no haberlo sabido antes.
Los dioses son seres celestiales casi inmortales, y como tal a veces se cansan de todo y se quieren retirar para siempre.
Cuando uno planea jubilarse debe buscar en el mundo mortal a alguien de alma pura y esperar a que muera para traspasarle sus poderes, y por ende, su puesto de deidad, dándole una identidad divina que perdurará hasta que el nuevo dios decida retirarse.
Una vez los poderes son completamente transferidos mediante un rápido ritual sagrado, el antiguo dios se convierte en una de las estrellas más brillantes de la noche, inmortalizando así el recuerdo de sus años de labor, siendo respetado y alabado por tanto tiempo de trabajo. Este es el final más digno que alguien de los cielos puede tener.
Algunos dioses eran cuidadosos a la hora de elegir, buscando almas puras con personalidades que realmente sean compatibles con el tipo de dios que les toque ser. Y luego había deidades que simplemente elegían temerariamente a la primera alma pura que encontraban, siendo este el caso del viejo Yeomna que eligió a Choi Soobin.
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YEOMNA - SUNGWON
Romance𝗦𝗨𝗡𝗚𝗪𝗢𝗡 : Park Sunghoon, dios de la muerte, siendo frío y no sintiendo empatía por los humanos y sus almas. Yang Jungwon, un humano que le hará cambiar esa visión. © adaptación autorizada, todos sus respectivos créditos a tddiih. Prohibida la...