05. 𝗠𝗶𝗹 𝗱𝗲𝗺𝗼𝗻𝗶𝗼𝘀

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El frío de las heladeras la despavilaban un poco.

Habían transcurrido dos semanas desde su encuentro con Jungkook. Y, por supuesto, no había recibido mensajes o llamadas por parte de él; además, pareciera un milagro, pero ella tampoco le escribió.

Sentía que algo había cambiado en su interior después de escucharlo decir que ella era de su propiedad, pero él jamás sería suyo. Sintió que algo se removió en su conciencia, y no es como si el sexo de esa noche hubiera sido tan explícito y placentero como siempre. Llorar mientras haces "el amor", era tan desagradable como llorar mientras comes tu comida favorita.

Tomó un yogur de vainilla y lo colocó en su carrito de las compras junto con otros productos que se veían sin color y que probablemente no tuvieran nada de calorías. Parecía una compra realmente depresiva como su estado de ánimo: un brocoli, una zanahoria, una caja de té y el reciente yogur.

Su economía era muy buena, pero es como si no le importara realmente el comer, sólo estaba ahí por inercia, con la mente dispersa en cualquier dirección, menos, en su obligación del hogar. Algo tan básico como pensar en la higiene y alimentación.

⎯⎯ ¡Maestra!

Oyó un grito infantil que provenía al comienzo del pasillo. Elevó la mirada, y una niña pequeña se aproximaba a ella con los brazos extendidos mientras que corría despavorida.

⎯⎯ ¡Oh, Suni! ⎯⎯ exclamó una vez que la menor se enredó en sus piernas ⎯⎯ ¡qué alegría verte! ¿cómo llegaste aquí?

⎯⎯ Llegamos hace unos minutos ⎯⎯ la voz masculina del padre hizo que obtuviera su atención ⎯⎯ apenas cruzó la puerta, te reconoció ⎯⎯ sonrió tímido.

⎯⎯ Papá de Suni, gusto verlo también.

⎯⎯ Oh, no recuerdo si me he presentado antes, pero soy Ho Seok, puedes llamarme Wonho, si deseas.

⎯⎯ Sé su nombre por sus apariciones televisivas, pero me alegra que nos hayamos presentado, aunque como maestra de arte temporal, he visto los expedientes de los alumnos y también supe su nombre allí ⎯⎯ respondió cortés, como una muestra de que estaba interesada en su hija y sus allegados.

⎯⎯ Papá, ¿puedo ver los peluches? dijiste que me comprarías uno ⎯⎯ exclamó Suni con un tono animado y esperanzador.

⎯⎯ Claro, iremos allá.

⎯⎯ No, no, puedo ir sola, está allá ⎯⎯ señaló el final del corredizo; demasiado pequeña pero muy inteligente. Su propósito era dejar a la maestra y a su padre a  solas, y cómo no, si el primer día le hizo saber a la mujer que su apuesto padre estaba soltero.

⎯⎯ No entiendo porqué quieres ir sola, pero mantente al alcance de mi vista, si me desobedeces, no te compraré el juguete, ¿okay?

La pequeña salió de un disparate hacia los peluches mientras que ambos adultos la observaban felizmente. Luego de unos segundos, comenzaron a caminar hacia esa dirección para salir del frío de las heladeras.

⎯⎯ La ha criado bien, es una hermosa niña.

⎯⎯ Gracias, pero por favor, no me hable de usted, tenemos la misma edad.

Oh rayos, la sonrisa de Wonho era tan hermosa; dejaba lucir a la vista sus perlados y blanquecinos dientes. Además, Elisa no se había dado cuenta de los músculos en sus brazos que hacían que la tela de la camiseta negra que llevaba puesta, sea estirada. O como los músculos de los muslos resaltaban gracias al jean de sus pantalones.

Tragó en seco. Aquel hombre, además de un artista, también era modelo. Por eso comenzó a recordar las portadas de revistas en donde él aparece con un bóxer puesto y una chaqueta abierta dejando lucir su abdomen.

𝐓𝐡𝐞 𝐨𝐭𝐡𝐞𝐫 𝐰𝐨𝐦𝐚𝐧 | 𝐉𝐊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora