5- El verano que nos hace falta

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Hanji salió de la consulta médica con la cabeza gacha y con lentos pasos de derrota, como si de alguna manera se sintiera avergonzada por algo, mientras llevaba algo en sus manos.

—¿Todo bien? —preguntó Levi al verla regresar.

—No me importaría, pero fue el papá de Eren quién me atendió.

Los dos emitieron un suspiro de cansancio, luego de horas caóticas tras despertar juntos. Así fue como terminaron en urgencias, porque Hanji tenía dudas sobre si debería tomar o no la píldora del día siguiente. Después de todo, no era tan sencillo embarazarse considerando que ya no estaba en sus años más fértiles al estar acercándose a los cuarenta años y teniendo en cuenta su anterior pérdida. Por lo que parecía prudente asesorarse primero con un médico y luego seguir la alternativa más conveniente dada la inesperada situación.

—Es para ti —Hanji estiró la mano, encajándole la bolsa entre los dedos.

—¿Esto qué es? —Levi se mostró intrigado.

—Sólo quédatelos y ten cuidado, porque...

La advertencia de Hanji no tuvo los efectos esperados, porque Levi tomó la bolsa con tan poco cuidado que el papel se rasgó y ambos vieron un montón de preservativos caer al suelo.

No hubiera sido tan incómodo, si tan sólo la recepcionista no ocultara una risita burlona a la distancia detrás de la pantalla de su computadora.

—Solía tener una vida tranquila hasta que apareciste otra vez. ¿Lo sabías? —Hanji lo observó con expresión vacía en la mirada.

—Lo mismo digo, mi querida y amable ex esposa —masculló entre dientes.

Con incomodidad, Levi no tuvo más remedio que recoger los preservativos y meterlos como fuesen en sus bolsillos, mientras Hanji decidió salir sin esperarlo.

El frío austral golpeó el rostro de Hanji apenas dio un paso fuera de la consulta médica. Por otro lado, Levi se le unió unos segundos más tarde, estremeciéndose por el repentino cambio de temperatura. Definitivamente el profesor, aún no se acostumbraba del todo a ver gran parte de la isla cubierta por un blanco manto de nieve y comenzaba a extrañar ya la luz del sol.

—¿A dónde vas? —Levi la alcanzó, sosteniéndola del brazo con suavidad, logrando que ella volteara a verlo.

—Necesito ir a una farmacia —explicó Hanji—. Aún no puedo tomarme la píldora, porque anoche bebí y si vomito pierde efectividad, pero me han dicho que necesito guardar reposo por unas horas y necesito algunas cosas para prepararme. No es tan sencillo como parece.

—¿No prefieres regresar a casa y yo me encargo de hacer las compras por ti?

—Estoy bien, no tienes que molestarte.

—Hanji, esto también es mi responsabilidad —le recordó Levi.

Los ojos color chocolate que solían gustarle a Levi, lo miraron por completo afligidos. No sería tan malo, si tan sólo recordara algo con coherencia de lo que ocurrió. Tenía una jaqueca de mierda por culpa de beber tanto y lo último que necesitaba, era distanciarse aún más de Hanji, después de conseguir acercarse. En su mente aún rondaban momentos confusos y lo único claro, es que terminaron de la manera más inesperada.

Luego de pensarlo, Hanji accedió. Después de todo, parecía ser una responsabilidad compartida y al parecer, su ex esposo cooperó bastante en el asunto.

Atlas del frío austral [Levihan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora