El viento matutino de otoño se colaba entre los árboles que rodeaban el Instituto Silver Valley, moviendo las hojas que empezaban a teñirse de tonos rojos y dorados. La frescura en el aire anunciaba la llegada de la nueva estación, marcando el inicio de un nuevo ciclo en la vida de los estudiantes.
Valeria se ajustó la bufanda al cuello mientras caminaba por el sendero hacia el instituto. A pesar de la belleza del paisaje, sus pensamientos estaban atrapados en lo que había ocurrido el día anterior. La breve conversación con Adrián había dejado una huella que no podía ignorar. Durante toda la noche, su mente había vuelto una y otra vez a ese momento, preguntándose qué significaba. Sin embargo, cuanto más lo pensaba, más confusa se sentía.
Al llegar a los portones del instituto, se encontró con Luna, que la esperaba con una sonrisa despreocupada y una taza de café en la mano.
—¡Buenos días, dormilona! —saludó Luna, extendiéndole una taza idéntica—. Necesitaba esto después de quedarme hasta tarde viendo series.
Valeria aceptó el café con una sonrisa agradecida.
—Gracias, me viene bien un poco de energía extra hoy —dijo, soplando suavemente el vapor que salía de la taza.
—¿Sigues preocupada por el proyecto? —preguntó Luna, mientras comenzaban a caminar hacia sus casilleros.
—Un poco, sí —admitió Valeria—. No me gusta la idea de trabajar con alguien al azar. ¿Y si me toca con alguien que no se lo toma en serio?
Luna le dio un pequeño codazo, intentando levantarle el ánimo.
—¡Vamos, Val! Tal vez te sorprendas. Puede que te emparejen con alguien interesante. Además, ¡será una oportunidad para mostrar tu arte! Siempre te escondes en las sombras, y ya es hora de que los demás vean lo talentosa que eres.
Valeria sonrió, aunque sus dudas persistían. A pesar de las palabras de aliento de Luna, no podía evitar sentir una creciente ansiedad. Pero no era solo el proyecto lo que la preocupaba. Una parte de ella temía que la conversación con Adrián no hubiera sido un simple accidente. Algo en su interior le decía que ese encuentro podría tener consecuencias que aún no lograba comprender.
Al llegar a su casillero, notó un pequeño papel doblado en su interior. Lo tomó con curiosidad, preguntándose quién lo habría dejado allí. Desdobló la nota y leyó las palabras escritas en una caligrafía elegante:
"El arte no solo es lo que vemos, sino lo que sentimos. No te escondas más. -A."
Valeria sintió que su corazón se detenía por un instante. La inicial al final de la nota la hizo pensar inmediatamente en Adrián. ¿Podía ser él quien había escrito esto? Pero, ¿cómo sabía de su pasión por el arte? Apenas habían hablado una vez, y nunca había mostrado sus dibujos a nadie fuera de su círculo cercano. Su mente comenzó a correr con preguntas y posibles escenarios, pero no encontraba ninguna respuesta que tuviera sentido.
—¿Qué es eso? —preguntó Luna, mirando por encima del hombro de Valeria.
—Nada, solo un... recordatorio para mí misma —mintió Valeria, guardando rápidamente la nota en su bolsillo.
Luna la miró con suspicacia, pero no insistió. Valeria sabía que no podía hablarle de la nota, al menos no hasta que entendiera lo que significaba.
El día transcurrió lentamente. En cada clase, Valeria no podía evitar distraerse, preguntándose si Adrián sabía más de lo que dejaba ver. Cuando lo veía por los pasillos, siempre parecía estar rodeado de su grupo de amigos, bromeando y riendo como de costumbre. Sin embargo, cada vez que cruzaban miradas, Valeria sentía que había algo más, algo que él no estaba diciendo.
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Más Allá de las Miradas
RomanceEn el instituto Silver Valley, todo parece seguir el curso típico de la adolescencia: exámenes, amistades complicadas, y los inevitables dramas de secundaria. Sin embargo, cuando Valeria, una chica reservada con un talento secreto para el arte, se c...