Iba de camino al trabajo, no había amanecido todavía, pero estaba feliz ya que iba a estar con Gloria y Naoki, hoy nos dirían los turnos definitivos de todo el verano y ojalá me toque con ellas porque son maravillosas.

Como de costumbre, llego la primera a la cafetería. Me dirijo a los vestuarios a cambiarme la camiseta por la del trabajo, y vuelvo a la barra. Preparo un café con leche para Naoki, un café solo para Gloria y una infusión de frutos rojos para mí, que me lo acabo enseguida.

—Buenos días señorita —dijo Naoki mientras me abrazaba y le daba su café—. Muchas gracias por sacarme siempre el café.

—De nada damisela, es todo un placer —respondo mientras hago una reverencia—. Oye, ¿Gloria por dónde está?

—Según la ubicación que me ha mandado esta mañana... Cinco, cuatro, tres, dos, uno...

—Hola chicas, perdón por llegar tarde, es que he perdido el autobús  justo en mi cara y he tenido que esperar otros diez minutos —comenta agitada mientras corre a los vestuarios a cambiarse la camiseta—.

—Voy a calentarle el café de nuevo.

—Vale, yo voy a sacar lo que falta de la vitrina y podemos abrir casi ya.

Me acerco al microondas y coloco su café, mientras tanto, me dirijo hacia la oficina de la encargada para coger el dinero que nos deja preparado para que tengamos cambio durante las horas que falta ella.

—Gloria, no te saques café que lo tengo aquí —grité a la vez que levantaba su café para que lo viera—.

—Menos mal, veía que no me daba tiempo a nada.

Cuando terminamos con todo nos pusimos en nuestros puestos, y empezaron a venir los primeros clientes.

11:00

—Por fin, el descanso —gritó Naoki mientras bailaba—. Ya tenía ganas de comer.

—¿Hoy qué os habéis traído?

—Un batido de proteínas con sabor a galletas de chocolate y una barrita de proteínas —respondió Gloria mientras agitaba el batido y Naoki ponía una cara de asco—.

—¿No te hartas de los batidos? Eso no es comida ni nada. Por cierto, he traído unas cositas para que comáis conmigo.

—Yo depende de lo que traigas, no puedo saltarme la dieta mucho.

—¡Ta-chán! —dijo Naoki a la vez que sacaba una mini tarta de queso y vasos—. He preparado esta tarta de queso y también he hecho zumo natural con naranjas, zanahoria y mango.

—¡Qué buena pinta tiene todo Naoki! No hacía falta de verdad.

—¡Claro que hacía falta! ¡Es mi cumple!

—¡Felicidades bonita! —Dijimos al unísono Gloria y yo mientras la abrazábamos.

—Este año tenía ganas de celebrarlo y más con personas como vosotras, allí en Japón no podía porque mi familia es muy religiosa y no les gusta estas cosas.

—¡Qué bonito! Venga vamos a cantarte feliz cumpleaños antes de comernos la tarta.

Después de cantarle, comimos y bebimos todas. Nos duró poco la alegría ya que teníamos que volver a nuestros puestos, pero solo nos quedaba dos horas y terminábamos.

—Buenos días, ¿qué le pongo?

—Buenos días, quiero una empanadilla de espinacas con queso y un zumo de naranja para tomar aquí y, para llevar, dos croissants de chocolate.

—Perfecto, serían cinco euros por favor.

13:15

—Chicas, acercaros un momento por favor. Os voy a dar los turnos definitivos.

Dejamos todo colocado en su sitio y salimos corriendo hacia Anna, nuestra encargada.

—Primero de todo, estoy muy contenta de que os llevéis tan bien las tres, es el primer año que no tengo quejas de las propias compañeras, así que he decidido que os quedéis las tres juntas y el horario es el mismo de siempre, de lunes a viernes de 05:00 a 13:00.

—Muchas gracias Anna, no sabes la alegría que nos acabas de dar.

—Venga, a casa todo el mundo, nos vemos el lunes.

Cerramos la cafetería y nos quedamos hablando hasta que llegara el bus de Gloria.

—Esto hay celebrarlo chicas y más que mañana no trabajamos, ¿quedamos en algún sitio?

—Me apunto, aunque el lugar tiene que ser algún sitio barato, no puedo gastarme mucho dinero esta semana —comentó Naoki—. Ojalá pudiera en la casa donde estoy, pero vivo con otra familia y no sé si les molesta.

—Oye, en mi casa sí se puede. Es un estudio pequeño de cuarenta metros cuadrados, pero estoy sola, así que no molestamos a nadie.

—Me parece genial porque yo estoy es una residencia de estudiantes y solo me dejan traer visita hasta las siete de la tarde, sino lo hacíamos allí —dijo Gloria—.

—Pues ya está, os quiero en mi casa a las seis.

—¡Sí mi sargento! —gritó Naoki mientras hacia el típico saludo militar—. A las seis estaré allí.

—Bueno chicas, os dejo que ya viene el bus. 

Cada una tomamos un camino diferente, lo que no sabía Naoki es que Gloria y yo estábamos compinchadas para prepararle una sorpresa.





FEAR (h.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora