El destino de los gemelos

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En los tiempos antiguos, hace muchos siglos, en una remota región de lo que ahora es Europa, existía un clan humano conocido por su valentía y habilidades en la batalla

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En los tiempos antiguos, hace muchos siglos, en una remota región de lo que ahora es Europa, existía un clan humano conocido por su valentía y habilidades en la batalla. Este clan, liderado por el poderoso rey Alaric, vivía en armonía con la naturaleza y seguía estrictas tradiciones. Sin embargo, una sombra de tristeza cubría el corazón de la reina Anca, la esposa de Alaric, pues no podía concebir hijos.

Anca observaba con envidia a las otras mujeres del clan, todas esposas de Alaric, que habían dado a luz a numerosos hijos. Cada vez que una nueva vida llegaba al mundo, Anca sentía una punzada de dolor en su corazón.

-Alaric, he intentado todo. Los dioses no me bendicen con hijos.-Sollozo Anca.

-No te preocupes, Anca. Encontraremos una solución. -La quiso tranquilizar Alaric.

Pero las palabras de Alaric no podían calmar la angustia de Anca. Temía que su incapacidad para concebir la llevara a ser expulsada del clan, una vergüenza que no podía soportar. Desesperada por cumplir su deseo de ser madre y temerosa de ser expulsada del clan por su infertilidad, Anca decidió buscar la ayuda de una hechicera conocida por sus poderes oscuros y misteriosos.

Una noche, bajo la luz de la luna llena, se aventuró en el bosque prohibido para encontrar a la hechicera. El camino era oscuro y lleno de peligros, pero Anca estaba decidida.

-Hechicera, necesito tu ayuda. Haré cualquier cosa para tener hijos.-Suplicó la mujer.

La hechicera, una mujer de ojos penetrantes y cabello plateado, la observó con interés.

-El precio de la magia es alto, Anca. ¿Estás dispuesta a pagarlo?

-Sí, haré lo que sea necesario.

La hechicera asintió y comenzó a preparar un ritual antiguo. Con cánticos y pociones, invocó fuerzas oscuras que envolvieron a Anca en un aura de energía mística. Después de lo que pareció una eternidad, la hechicera sonrió.

-Está hecho. Dentro de nueve meses, darás a luz a dos hijos. Pero recuerda, no serán niños ordinarios.

Anca regresó al clan con una mezcla de esperanza y temor. Los meses pasaron y su vientre comenzó a crecer, llenando su corazón de alegría. Sin embargo, también sentía una inquietud creciente, sabiendo que sus hijos serían diferentes.

Nueve meses después, en una noche iluminada por relámpagos, nacieron Mihaela y Lucius. Desde el primer momento, fue evidente que eran diferentes. Sus cabellos rojos como el fuego y sus ojos rojos brillantes los distinguían de cualquier otro miembro del clan.

-¡Estos niños son una abominación! ¡No pueden quedarse aquí!-Exclamó con terror Alaric.

El rey del clan, aterrorizado por la apariencia de los gemelos, temía que su presencia trajera desgracia al clan.

-¡No! Son mis hijos. No permitiré que los lastimes.-Anca se arrodilló entre lágrimas y súplicas.

-Entonces te desterraré a ti también. No hay lugar para ustedes aquí.-Dijo Alaric con firmeza.

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