01: El vivo

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—¡Cortá el vivo!

Esas palabras empezaron todo. A Enzo no le alcanzaban las manos para cortar cuando sus compañeros empezaron a cantar "escuchen, corran la bola". Pero no alcanzó.

La Federación de Fútbol Francesa los denunció, denunció a todos los jugadores. Y parecía que a Enzo le harían quilombo en el Chelsea, que tenía a cuatro franceses.

—No es mi culpa —se atajó Enzo apenas llegó a la sala de juegos en el predio de AFA. Por algún motivo Scaloni los llamó ahí—. Todos empezaron a cantar eso, yo estaba haciendo el vivo normal.

—Tranquilo —lo calmó Aimar—. No los llamamos para echarle la culpa a nadie. —Miró a Scaloni al decir eso, y el DT bicampeón se hizo el desentendido.

De a poco, empezaron a llegar los otros, uno más confundido que el otro.

—La puta madre, Dibu.

—¿Yo qué? —chilló el mencionado.

—Perdón, la costumbre. ¡La puta madre, Enzo!

Estaban todos sentados o tirados en los sillones de la sala de juegos, esperando nerviosos al presidente de la AFA. Sabían por qué había llamado a Enzo, pero no a los demás. Ni siquiera al Dibu.

—Va a venir Tapia —dijo Aimar—. Si quiere decir algo en contra de alguno de ustedes, no salten. Si dice algo en contra nuestra, tampoco salten que nos encargamos nosotros —les advirtió.

—Llegó —se escuchó decir a Scaloni, luego de que escucharan una puerta que se abría y cerraba. Varias veces.

Se miraron confusos entre todos, y Leo soltó una risita nostálgica.

—Eso hacía el Kun cuando nos quería cagar —recordó.

—Cagamos, se puso nostálgico —dijo Otamendi, aunque se calló enseguida, ya que ni bien dijo eso apareció Tapia, junto a...

—¡Kun/Pau/Sonny/Ser/Piero/Erik/Juan/Papu! —Lautaro, Lean, Cuti, Franco, Exequiel, Acuña, Rulli y Ota corrieron hacia los mencionados, tirándose encima para abrazarlos.

—Nos vimos el otro día, Fran —se rió Sergio Romero, que era el único que no había sido tirado, y en ese momento abrazaba con fuerza a Armani, quien estaba acurrucado contra él.

La burla con la que los miraban algunos era inexplicable.

En algún momento, el mismísimo Juan Román Riquelme había aparecido y ahora estaba susurrando con Aimar, mirando sin disimulo a varias parejas.

—Después te cuento más —se escuchó que decía Aimar, cuando Tapia empezó a pedir silencio. Pablo los calló a todos y las parejas se organizaron y sentaron.

—Bueno, como supongo que sabrán, la Federación de Fútbol Francesa nos quiere hacer una denuncia por lo de la canción —dijo el Chiqui mientras miraba a Enzo.

—Si venís a acusar a alguien ya te podés ir yendo —le dijo Pablo, mirándolo bastante mal. Sus jugadores lo calmaron un poco y el presidente pudo seguir hablando:

—No, no vengo a acusar a nadie, tranquilizate —le dijo el Chiqui también de mala manera. Los jugadores no dijeron nada por la advertencia anterior—. Les traigo una propuesta.

—A ver —murmuró Scaloni, acercándose.

—Tengo todo en la oficina —dijo Tapia, y se fue con Scaloni. Pablo, furioso, los siguió.

—Ay, cagamo —se rió el Dibu cuando ya se habian ido—. Fue el caniche rabioso.

Todos lo miraron, se miraron, y se empezaron a reír. Los que no eran de la Scaloneta también se reían, pero con más disimulo o timidez.

Al rato volvió Pablo, evidentemente intentando calmarse. Y, al verlo, todos le empezaron a preguntar qué pasaba.

—Lio lo está entreteniendo —dijo—, les tengo que contar rápido... Para arreglar todo el quilombo, quiere que todos digamos que somos pareja de tal, por lo de la supuesta homofobia de la canción o no sé qué.

Y estalló el quilombo.

Escuchen, corran la bola...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora