Un Encuentro Destinado

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Los días siguientes a su encuentro con Orión fueron una mezcla de adrenalina y cautela para Adira. Cada mañana, se levantaba con la certeza de que estaba caminando por una cuerda floja, con el abismo de la traición a un lado y el peligro de la exposición al otro. Sin embargo, no podía negar que la emoción que sentía era adictiva. Después de años de planear y esperar, finalmente estaba en el centro de la tormenta.

Orión no perdió tiempo en integrarla a su círculo más cercano. La convocaba con frecuencia a su lujosa oficina en uno de los edificios más imponentes de la ciudad, donde se reunían para discutir asuntos legales y estratégicos. Adira se sorprendió al descubrir que Orión no era solo un líder despiadado, sino también un hombre de gran inteligencia y visión. Sus planes para la organización iban más allá de lo que ella había imaginado. Estaba decidido a expandir su influencia, no solo a través de actividades ilegales, sino también utilizando su poder para infiltrarse en las esferas políticas y empresariales de la ciudad.

Durante una de estas reuniones, Orión la invitó a una cena en un exclusivo restaurante. Adira, sabiendo que cualquier rechazo podría levantar sospechas, aceptó la invitación. Esa noche, se vistió con un elegante vestido negro y se preparó mentalmente para lo que sabía que sería mucho más que una simple cena.

El restaurante estaba ubicado en la azotea de uno de los edificios más altos de la ciudad, con una vista impresionante que abarcaba el horizonte iluminado. Orión la esperaba en una mesa apartada, su presencia dominando el espacio a su alrededor. Cuando Adira llegó, se levantó para recibirla, con una sonrisa que, por primera vez, pareció sincera.

—Estás hermosa esta noche, Adira —dijo, con una voz que resonó en lo más profundo de ella.

—Gracias —respondió, con una sonrisa que escondía su verdadera inquietud—. Tú tampoco te ves mal.

Se sentaron, y la cena comenzó con una serie de platos exquisitos que parecían diseñados para impresionar tanto como para satisfacer. La conversación fluyó con una naturalidad sorprendente. Hablaron sobre todo tipo de temas, desde la música hasta la política, evitando cuidadosamente cualquier mención directa de los negocios oscuros de Orión.

Pero mientras la noche avanzaba, Orión finalmente llevó la conversación a un terreno más personal.

—Sabes, Adira —dijo, mientras jugaba con el borde de su copa de vino—, no es común que alguien me intrigue tanto como tú. Eres diferente a cualquiera que haya conocido.

Adira mantuvo la compostura, aunque sus palabras la tomaron por sorpresa.

—¿Y eso por qué? —preguntó, curiosa.

—Porque eres fuerte, pero no por las razones que la mayoría de la gente pensaría. He conocido a muchos que son fuertes físicamente, o que tienen poder. Pero tú... tienes una fuerza interna que es difícil de encontrar. Y eso, combinado con tu inteligencia, te hace... especial.

Adira sintió que su corazón se aceleraba. Las palabras de Orión, aunque halagadoras, también eran peligrosas. No podía permitir que él se acercara demasiado, o su fachada podría desmoronarse.

—Creo que simplemente hago lo que tengo que hacer —respondió, tratando de restarle importancia.

—No seas modesta —replicó Orión, inclinándose ligeramente hacia ella—. Puedo ver que hay más en ti de lo que muestras al mundo. ¿Qué es lo que realmente te motiva, Adira?

La pregunta la tomó por sorpresa, y por un momento, se quedó en silencio. Orión la miraba fijamente, como si intentara leer su alma. Adira supo que tenía que ser cautelosa.

—Supongo que todos tenemos nuestras razones para hacer lo que hacemos —dijo finalmente, evadiendo la pregunta de forma deliberada—. Algunas cosas son mejor guardarlas para uno mismo.

Orión sonrió, como si hubiera esperado esa respuesta.

—Tienes razón. Algunos secretos son demasiado importantes como para compartirlos.

La tensión entre ellos era palpable, y Adira sabía que, de alguna manera, había pasado una prueba. Orión no insistió más, pero ella podía sentir que él estaba más intrigado que nunca. La cena continuó, pero Adira no podía dejar de pensar en lo que había dicho. ¿Orión sospechaba algo? ¿O simplemente estaba interesado en ella de una manera más personal?

Cuando la cena terminó, Orión la acompañó hasta el coche. La noche había enfriado el aire, y Adira se envolvió en su abrigo mientras caminaban hacia la salida. Justo antes de que ella entrara en su vehículo, Orión tomó su mano, deteniéndola.

—Adira —dijo, con una voz suave pero firme—. No sé lo que el futuro nos depara, pero quiero que sepas que valoro tu presencia en mi vida. Eres una mujer única, y quiero que estés a mi lado, no solo como mi consejera, sino como algo más.

El corazón de Adira latió con fuerza. Sabía que esto complicaba las cosas aún más. La confesión de Orión no solo la ponía en una posición peligrosa, sino que también despertaba algo dentro de ella que había intentado reprimir.

—Orión, yo... —comenzó a decir, pero él la interrumpió.

—No tienes que responder ahora —dijo él, acercándose un poco más—. Solo quiero que lo pienses. Este mundo es oscuro y traicionero, y pocas veces tenemos la oportunidad de encontrar algo real. Pero contigo, siento que podría ser diferente.

Adira asintió lentamente, sin saber qué más decir. Finalmente, se liberó de su agarre y entró en el coche, sin atreverse a mirar atrás mientras se alejaba. Conducir por las calles desiertas de la ciudad le dio tiempo para reflexionar. Lo que Orión había dicho era cierto: este mundo era peligroso, y las conexiones personales solo lo hacían más complicado. Pero lo que más la asustaba era que, por un momento, había considerado la posibilidad de aceptar su oferta.

De vuelta en su apartamento, Adira se sentó en el borde de su cama, mirando el teléfono en su mano. Podría llamar a Orión, decirle que no podía seguir adelante con esto, que la relación entre ellos debía ser estrictamente profesional. Pero sabía que no lo haría. No solo porque necesitaba estar cerca de él para cumplir su misión, sino porque, en lo más profundo, se sentía atraída por él de una manera que no había previsto.

La línea entre el deber y el deseo se volvía cada vez más borrosa, y Adira sabía que, tarde o temprano, tendría que tomar una decisión. Pero por ahora, solo podía esperar y ver hacia dónde la llevaría este peligroso juego.

Entre Sombras y PasionesWhere stories live. Discover now