When you fall in love with a fool

Forever

"Para siempre" había sido una promesa falsa toda su vida.

"Para siempre" le había traído dos matrimonios fallidos, recaídas que lo encadenaron a programas de rehabilitación que siguen tensando sus dedos en las noches frías, a extremos procesos de belleza para no dejar de ser relevante en televisión; "para siempre" lo hizo rehuir de las personas en el aspecto íntimo, involucrándose solo donde el sexo le podía permitir estar tranquilamente, porque los sentimientos son efímeros y traicioneros; "para siempre" ha sido y sería el peor juramento que alguna vez ha dicho. Porque todo lo que viene después de eso, perece. Nada está hecho para durar tanto.

No con su persona.

Así que se desprende de la necesidad anímica de ser perteneciente con algo o alguien, convirtiendo los anhelos en posesiones materiales, los cuales puede reemplazar hasta el infinito sin importarle que apenas tengan una diminuta fisura o se haya desteñido ligeramente por el tiempo. No le interesa si está roto o no, tan solo le interesa el cuándo se aburrirá de ello. Porque es sencillo sustituir aquello que es incómodo por algo que le cause todo lo contrario. Por algo ha cambiado tantas veces su vestimenta, sus casas, sus coches, sus compañeros de trabajo, sus pocos amigos...su vida misma.

No importa quiénes fueron, quién ha sido; el "sentido de ser" es algo que sobra cuando el brillo de lo frívolo recubre la vista que hay por delante; ya que todo lo que brilla, debe ser oro.

Por eso nunca ha sido sorprendente que exija como si el mundo le perteneciera, cubriéndose en falsa gloria cuando alguien sufre por sus demandas; porque obtiene lo que quiere, luego lo desecha cuando puede.

Es una rutina perfecta.

Luego lo arruina, como con todas las cosas que están hechas para durar.

No lo conoce porque es un don nadie, no existe un sello de garantía que presuma una pizca de calidad sobre su trabajo, ni siquiera es alguien del medio para que cualquier productor tenga una lista de advertencias previas con la cual negarse a cumplir sus deseos; pero Chris lo elige, como elige todas las cosas que quiere: con un pensamiento irracional porque, al fin y al cabo, para el final de la temporada lo va a echar. Ya que no sería divertido ni útil; seguramente el hombre le acabaría agobiando que solicitaría que la imagen del hombre nunca más apareciera en televisión.

Acabaría siendo un rostro sin nombre, como cada persona en su vida.

Así sería.

¿...por qué entonces se ríe con él?, ¿por qué lo escucha?, ¿por qué lo mira?

¿Por qué sabe en verdad su nombre?

Las conversaciones se extienden, la convivencia emerge con mayor frecuencia y entusiasmo; Chris no lo llama amigo pese a que lo sea para sí; Chris no lo llama el mejor independientemente de que lo sienta como tal; Chris lucha por no pedir que esto dure para siempre, porque todo se iría a la mierda. Porque si aspiraba a conservar esta fantasía...tendría que decirle adiós a lo que sea que está sucediendo entre ellos.

Entierra ese deseo, lo entierra junto con las ruinas de su persona que se desmoronan en cada ocasión que dice su nombre, cuando las noches se acortan inesperadamente cuando hablan de los retos, cuando se alargan cuando Chef lo mira tanto que sus ojos murmuran un quédate al que obedece porque es Hatchet quien se lo pide, porque es su propia persona quien necesita permanecer por una vez.

Destroza cualquier fidelidad a los bienes materiales cuando, en una noche de la que en un futuro finge no recordar, es quien se atreve a delinear el brazo del hombre corpulento, sonriéndole con la valentía que la embriaguez comparte con los cobardes; apuesta una vida de placeres cuando las palabras danzan en una coreografía desastrosa, murmurando sobre todas las eternidades de las que no ha tenido oportunidad de probar por pavor al tiempo y la realidad.